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La campaña en contra de las restricciones de viajes a Cuba

Miami.-  Muchas atrocidades y arbitrariedades ha cometido la actual Administración Bush en estos pasados siete años.  Comenzando por su robo --con el consentimiento de otros importantes factores que conforman el poder-- de las elecciones presidenciales del año 2000; su pretensión a la dictadura mundial enmascarada en una escandalosa e hipócrita cruzada en contra del terrorismo; la guerra genocida que Estados Unidos mantiene en contra de los pueblos de Iraq y Afganistán; su política violatoria de fundamentales derechos civiles y económicos del pueblo estadounidense y muchas otras, que por el espacio disponible -y no por ser menos infames- hoy no es posible nombrar.

Aunque esta oportunidad obliga a que me refiera a una de estas políticas que afecta adversamente, por su crueldad, a los emigrados cubanos que vivimos en Estados Unidos.  Aunque anteriores Administraciones habían mantenido --como parte de su política de agresión permanente en contra de la independencia y las libertades del pueblo cubano-- limitaciones inadmisibles a los derechos de los emigrados cubanos residentes en este país de poder visitar y ayudar a sus familiares y a otros seres queridos que viven en Cuba, la Administración Bush, desde mayo de 2004,  recrudeció perversamente las limitaciones a esos derechos.

Inclusive, osó definir, en contra de la decencia, quiénes son y no son nuestros familiares en Cuba a los que podemos visitar.  Y nos restringió el tiempo que podemos compartir con ellos en nuestros viajes a la Isla, y el dinero, nuestro dinero, que podemos llevarles en cada viaje, para poder ayudarlos.  Nos limitó, no importa la urgencia de la situación familiar, a poder visitarlos a únicamente una vez cada tres años.

¡Una vez cada tres años!  No importa quien esté mal de salud, no importa quien esté muy viejo o muy vieja, no importa las necesidades de cariño que tengamos.  Ah, y además, esa vez cada tres años, a no más de 14 días… ¡Cuán refinada la crueldad de esos monstruos que imaginaron e impusieron como ley estas medidas!

Y son varios esos monstruos y no sólo son miembros de esa Administración. Esos monstruos son principalmente aquellos dirigentes de la extrema derecha cubano americana que se deleitan en hacer sufrir al pueblo cubano, en realidad a todos los cubanos, no importa si vivimos en la Isla o en este país.

En su afán por destruir a Cuba todo aquel que decida visitarla se convierte en su enemigo y es apto para hacerlo o hacerla sufrir. Es tan inconcebible esta política que aún aquellos que se oponen al gobierno revolucionario cubano, por querer ir a Cuba a  compartir con su madre, su padre, sus hermanos y hermanos, con cualquier ser querido que viva en Cuba, se convierte automáticamente en su enemigo, en su víctima.

Pero afortunadamente para los que queremos y necesitamos visitar a nuestras familias y otros seres queridos en Cuba -a toda nuestra familia, a todos nuestros seres queridos-- somos decenas de miles. Somos decenas de miles los que sufrimos las consecuencias de esas perversas restricciones de viajes a Cuba, decenas de miles que vivimos en Miami.

Y hay que organizarse sin miedo en contra de toda esta infamia. Quitémonos el miedo. Participemos en campañas que hagan valer nuestros derechos.

Unámonos a esta nueva campaña en contra de las restricciones de viajes a Cuba participando en una caravana de carros este sábado, 8 de marzo.  La caravana comenzará a congregarse en la esquina de la Calle Ocho del South West y la Avenida 84, a partir de las 10 de la mañana, para más tarde, recorrer la Calle Ocho hasta el Downtown exigiendo el fin de estas crueles restricciones.

Sin miedo, atrévete. Por los tuyos en Cuba y por ti mismo. ¡No faltes!