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Algunas consideraciones sobre la campaña electoral

Miami.-  Cada uno de los dos grandes partidos políticos norteamericanos, el Demócrata y el Republicano, ha decidido un sistema diferente para determinar cómo se distribuyen a los precandidatos, por estados, los delegados a sus respectivas convenciones nacionales.

En su inmensa mayoría los delegados demócratas se distribuyen proporcionalmente al voto popular obtenido por cada precandidato en cada una de las primarias.  Por ejemplo, el martes pasado en la primaria nacional en la cual hubo elecciones en 24 estados de la Unión, la senadora Hillary Clinton, obtuvo el 57% del voto en la primaria del estado de Nueva York, mientras que el senador Barack Obama obtuvo el 40% de ese voto.  Entonces a la senadora Clinton le corresponderá, más o menos, ya que existen ciertas excepciones, el 57% de los delegados de ese estado, mientras que al senador Obama, le corresponderá el 40% de los mismos.

Un método democrático aunque en una campaña tan reñida como la actual, cuando cada uno de estos dos candidatos tiene el necesario apoyo popular y aparentemente más que suficiente dinero (hasta la fecha se estima que cada uno de ellos ha gastado alrededor de 100 millones de dólares en la campaña) pudiera ocurrir que se llegara a la convención nacional sin que ninguno de estos dos candidatos hubiese obtenido la mayoría de los delegados necesarios para obtener la nominación presidencial.

Contrariamente a este sistema, el Partido Republicano, en la mayoría de los estados le otorga la totalidad de los delegados que le corresponden a cada estado al precandidato que obtenga la pluralidad de los votos en la primaria de ese estado.  No se necesita obtener la mayoría absoluta sólo una relativa.  Por ejemplo, el pasado martes el exgobernador Mike Huckabee obtuvo el 34% de los votos en la primaria del estado de Tennessee y le correspondió todos los delegados de ese estado.

Este método posibilita que la campaña de las primarias republicanas sea más corta, como la actual, evitando así una más larga campaña primaria intrapartidista divisionista, en la que uno de los precandidatos, en este caso el senador McCain, despunte como el candidato virtual dado el resultado de las primarias que han tenido lugar hasta la fecha.

De acuerdo a un despacho de la agencia noticiosa Prensa Asociada, McCain, después de las primarias del martes pasado, ya ha obtenido 703 de los 1023 delegados necesarios para obtener la nominación presidencial de su partido. Mientras que en segundo lugar se encuentra el exgobernador Mitt Romney con sólo 269 delegados.

El peligro de ese método es que aunque un candidato, en este caso el senador McCain, llegue a la convención con la mayoría de los delegados, al haberlos obtenido a través de una pluralidad de los votos en las primarias y no con la mayoría absoluta, su candidatura presidencial no sea considerada suficientemente legítima, desprovista del apoyo real de los miembros de ese partido, quienes podrían sentirse que el método no es suficientemente democrático y parecerles no ser representados por él.  Podría parecerle así este año al ala ultraconservadora y fundamentalista cristiana de ese partido la cual podría abandonar a McCain en las elecciones presidenciales del próximo noviembre.

De acuerdo al mismo despacho de Prensa Asociada antes citado, la senadora Clinton, después de las primarias del martes pasado, cuenta con alrededor de 1000 de los 2025 delegados necesarios para obtener la nominación presidencial de su partido. Mientras que el senador Obama se encuentra no mucho más atrás contando con 902 de los 2025 delegados necesarios. 

El fenómeno político de la creciente fortaleza de la candidatura presidencial del senador Obama se tiene que deber principalmente, como repite el senador, a una necesidad apremiante por cambios substanciales en la gobernabilidad del país -si es que este sistema actualmente es capaz de permitir esa posibilidad- dado el estado de la nación y el mundo, precipitado por las políticas seguidas por la actual administración durante los últimos siete años.

Las soluciones al estado general de la nación, mantiene el senador Obama, no se encontrarán en el pasado sino en nuevas opciones progresistas que emanarán en el futuro. Mientras que la senadora Clinton precisamente encarna ese pasado.

La administración del esposo de la senadora Clinton, aunque se recuerda como una que pudo obtener una mejoría económica y fiscal para el país, no deja de haber sido un gobierno conservador dirigido por un político liberal.  Gobierno que, en asuntos internos fue continuativo, y militarista e intervencionista en política exterior llevando al país a la guerra en los Balcanes y jugando con la posibilidad de una intervención militar en Iraq y en otros países propiciando así una mentalidad y una política que posibilitó  que la actual administración haya podido llevar al país a su situación actual.