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Venezuela: ganó el NO. Ahora, ¿qué?

"Prefiero que haya sido así; yo no hubiera aguantado una victoria pírrica".
-- Discurso del presidente Hugo Chávez en el que reconoce el triunfo del NO.

Las aguas tormentosas del Referéndum para la Reforma de la Constitución en Venezuela vuelven a su nivel. Hay una calma relativa. La oposición se ha anotado una victoria sobre el presidente Chávez y la Revolución Bolivariana, luego de haber perdido en 9 elecciones y referéndums consecutivos, incluido el revocatorio, desde 1999.
La victoria de la oposición con el NO, realmente es pírrica. La diferencia no llega a los 200 mil sufragios en las dos votaciones paralelas que tuvieron lugar el domingo 2 de diciembre. En el primer bloque de leyes, el NO obtuvo el 50,7% de los votos y el SÍ el 49,29. En el segundo bloque, el NO ganó con el 51,05% de los votos emitidos y el SÍ quedó con el 48,94%.
El gran ganador fue el abstencionismo. El 44,11% de los venezolanos con derecho a voto, alrededor de 7 millones, prefirió no ejercerlo. Es imposible saber si estaban en contra o a favor de las reformas. Más de tres millones de los que se abstuvieron, votaron en las elecciones presidenciales del pasado año a favor de Chávez. Ahora prefirieron no participar. ¿Por qué?
Creo que esta es la primera pregunta que deben hacerse los revolucionarios bolivarianos, responsables de movilizar al pueblo. ¿Por qué apoyaron a Chávez, votaron por él el año pasado, y ahora prefirieron abstenerse? Hay varias respuestas posibles. La más lógica es que no conocían el contenido de las reformas constitucionales, y eso no es culpa de ellos, si no de la premura con que se llevó a cabo el Referéndum.
En el mes de septiembre, la Asamblea Nacional aprobó las reformas. A los 33 cambios propuestos por Chávez, los diputados agregaron otros 36. Estaban escritas en el engorroso y difícil lenguaje de las leyes, fácil de interpretar por los abogados, pero no por los ciudadanos simples, que son principalmente los que apoyan las reformas, pues se benefician de ellas.
Es difícil pensar que la rebaja de 8 a 6 horas de trabajo, la garantía de la seguridad social para los trabajadores del sector informal de la economía, la licencia de maternidad con subsidio para las mujeres que trabajan en ese sector, el derecho a la propiedad de la vivienda, el derecho a la salud y la educación gratuita, no fueran del agrado de la mayoría de la población.
Los medios de prensa de la oposición, la mayoría de los existentes en el país, se encargaron de tergiversar otras leyes de carácter socialista. Por ejemplo, en los artículos referidos a la propiedad --que incluso aparecen en la Constitución de 1999-- hicieron creer que todas las propiedades personales serían estatizadas y que las casas, los automóviles y los pequeños negocios dejarían de ser de sus dueños. Eso es falso.
Tal vez, como apuntan algunos analistas de la realidad venezolana, Chávez se apresuró a hablar de socialismo, aunque se trate de "socialismo del siglo XXI". Durante decenas de años, la propaganda de Estados Unidos y de las oligarquías locales en contra del socialismo y del comunismo, ha creado una especie de reflejo condicionado, casi visceral, en la mayoría de la población de América Latina, que reacciona negativamente al oir esa palabra.
Creo que es razonable pensar que, si en vez de anunciar el camino hacia el socialismo, Chávez hubiera continuado con las reformas --sin llamarlas por su nombre--, estas habrían sido aceptadas por la mayoría de la población, pues todas serían beneficiosas.
Un amigo me dijo recientemente que, si en Cuba, en 1961, se hubiera sometido a referéndum el carácter socialista de la Revolución, es posible que no hubiera sido aprobado. Es probable que tenga razón. En Cuba existía también ese reflejo condicionado.
Hasta la famosa patria potestad salió a relucir en la campaña de la oposición en contra de la reforma. Algunos medios decían que el gobierno les quitaría los niños a los padres cuando cumplieran los dos años de edad, a los efectos de educarlos en las ideas del comunismo. Por lo menos en este caso no pudieron decir que se los llevarían para Rusia para convertirlos en picadillo enlatado, tal y como ocurrió en Cuba a comienzos de la década del 60 del pasado siglo.
Pero hay otras reformas de artículos de la Constitución que también pudieron afectar de alguna forma la labor de propaganda de la Revolución Bolivariana con vistas al referéndum. Es sabido que los estados venezolanos son muy regionalistas. Eso es algo que se arrastra desde hace siglos y resulta muy difícil de borrar.
Entre las reformas se encontraba una que otorgaba al presidente amplios poderes para designar vicepresidentes por regiones (varios estados) cuya función sería dirigir y controlar los planes de desarrollo y el funcionamiento de las gobernaturas. Por razones obvias, ese cambio, en un país donde los gobernadores son la máxima autoridad en su región, no pudo ser visto con agrado ni por los que se oponen a Chávez ni por los propios chavistas.
Entre los temas más llevados y traídos, estuvo el de la reelección indefinida del presidente. De acuerdo con la actual Constitución, un presidente solo puede estar en el poder durante dos períodos consecutivos de 6 años. La reforma establecía que el presidente puede reelegirse cuantas veces lo desee y el pueblo lo elija. En 17 países de la culta Europa, existe ese artículo y nunca ha sido cuestionado como antidemocrático.
Sin embargo, ese cambio fue criticado por los medios de prensa de la oligarquía y en el exterior, a tal punto que se convirtió en uno de los caballos de Troya contra las reformas. El temor de la oligarquía venezolana y el de sus aliados de Estados Unidos, de América Latina y de Europa es que no cuentan con ninguna figura política capaz de enfrentarse a Chávez. En 9 años de gobierno, a pesar de las tremendas dificultades que ha tenido que enfrentar, Chávez ha hecho más por los pobres venezolanos que todos los gobiernos anteriores juntos.
Quizás por eso, además de defender la Constitución de 1999 --que antes habían criticado y tratado de eliminar con el golpe de estado de abril del 2002--, al final de la campaña contra las reformas lanzaron la consigna "Chávez sí, reforma no", algo que podía ser del agrado de sectores revolucionarios de la sociedad venezolana que no estaban de acuerdo o temían a los cambios.
Por eso, es factible llegar a la conclusión que, al margen de los llamados a golpe de estado, la Operación Tenaza, organizada por la Agencia Central de Inteligencia, y otros planes que podían haber arrastrado al país a una guerra civil, en general la propaganda de la oposición fue inteligentemente organizada para tocar cada uno de los temas en los que podían provocar desacuerdo.
El saldo está a la vista y creo que corresponde a Chávez y a los revolucionarios venezolanos sacar las experiencias de esta derrota, la primera que sufren en estos 8 años de gobierno. Es evidente que, a pesar de que el triunfo del NO fue por muy poca diferencia, la oposición va a tratar de utilizar este éxito para crear mayores problemas y debilitar al gobierno bolivariano.
Incluso no es posible descartar que exijan la salida de Chávez o traten de promover, con la ayuda del gobierno de Estados Unidos, como ya estaban haciendo, una asonada militar. No olvidemos que la Revolución Bolivariana y Chávez son un impedimento para los planes de dominación y control de la región. Que Chávez es visto --no sin razón-- como el principal impulsor de los cambios que tienen lugar en América Latina, por los recursos económicos con que cuenta.
No por gusto, las campañas contra Chávez en Estados Unidos y Europa son cada vez más agresivas y faltas de ética. La elite de poder mundial no puede aceptar, porque está en contra de sus intereses, que un país como Venezuela, rico en petróleo y otros recursos naturales, rompa todos los lazos que lo atan a la economía mundial, neoliberal, globalizada.
Chávez, como lo fue Fidel Castro en su momento, es el principal enemigo en América Latina del "nuevo orden mundial" que pretenden imponer al mundo. Si pueden impedir que lleve a cabo sus planes de justicia social, lo harán. Si pueden eliminarlo, también lo harán.