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Primero los seres humanos

Observando el deplorable estado constructivo de muchos inmuebles circundantes, desde lo alto de un edificio en el municipio de Centro Habana, un profesor estadounidense de visita en Cuba extrajo una interesante conclusión: "Esta sociedad ha invertido ante todo en los seres humanos y ha dejado para luego lo material".

Iba a abundar en su reflexión con la indicación de que el bloqueo económico que el gobierno de su país aplica al nuestro es responsable, en buena medida, del mal estado de muchas construcciones de la capital, pero su argumentación posterior me detuvo.

"Llamaban mi atención los rostros alegres de los niños en este país, tan saludables y bien alimentados, pero ahora comprendo de dónde han sacado los cubanos recursos para lograr esto desde su condición de país pobre", aclaró el académico norteño.

Me impresionó este enfoque, especialmente porque venía de una persona muy culta pero inevitablemente sometida a la desinformación acerca de nuestro país a que están expuestos, como primeros receptores, los ciudadanos estadounidenses.

La observación del visitante me trajo a la mente la impactante película cubana de Fernando Pérez "Suite Habana", estrenada en las salas cinematográficas en 2003 y recién exhibida en la televisión con comentarios del Historiador de esta ciudad, porque en ella se presenta un panorama nada edulcorado de las dificultades materiales en que transcurre la vida de los cubanos en medio de los muchos valores alimentados por la revolución, sobre todo el de vivir con dignidad.

Percibí igualmente en el comentario del académico estadounidense una relación cercana con la recién formulada evaluación acerca del desarrollo humano difundida por el Programa de las Naciones Unidas por el Desarrollo (PNUD), que incluye a nuestro país entre las naciones de alto desarrollo humano, junto a los países de mayor bienestar material y muy pocos del llamado Tercer Mundo.

Según diera a conocer en marzo de 2007, en La Habana, Susan MacDade, coordinadora del Sistema de la ONU en este país y representante residente del PNUD, Cuba tiene hoy un índice de desarrollo humano a la par con regiones del Primer Mundo por la calidad de vida y educación de su población a partir del análisis de tres componentes básicos: vida larga y saludable, educación, y nivel de vida digno.

Ciertamente, los cuidados de que disfrutan los niños cubanos desde que están en el vientre de sus madres son excepcionales en el Tercer Mundo y es por eso que Cuba presenta hoy la más baja tasa de mortalidad infantil de América Latina y se ubica al nivel de los países desarrollados en casi todos los indicadores relacionados con la salud de la niñez. Cuba le ha concedido a este objetivo una prioridad máxima que, en términos estrictamente económicos, pudiera considerase incongruente con su condición de país en vías de desarrollo.

Pero solo así ha sido posible que sobrevivan los cinco años más del 99 por ciento de las niñas y niños, y que, por medio de campañas periódicas y masivas de vacunación, la infancia cubana esté protegida de todas las enfermedades transmisibles prevenibles con vacunas.

El propio razonamiento acerca de la preponderancia de la atención a la niñez se aplica en el campo de la educación y es responsable de que los niños cubanos destaquen por su nivel superior de conocimientos respecto a sus compañeros de otros países del continente, según las apreciaciones sistemáticas de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

También podría hablarse de la protección legal de la infancia y otras acciones que privilegian el lugar de la niñez en la sociedad cubana.

Me habría gustado conocer la percepción del profesor norteamericano acerca de otro aspecto revelador de la orientación humanista del proyecto revolucionario cubano con el que entré en contacto unos días después, cuando conocí la hazaña de un "juvenil" nadador cubano de 94 años de edad que ganó recientemente medalla de oro en su categoría etaria de "más de 90 años" en una competencia para nadadores de uno y otro sexo, de todas las edades, que se celebra anualmente con representantes de todas las provincias y que en esta ocasión tuvo lugar en la playa de Varadero.

Rafael Cordobés, que así se llama el nonagenario atleta triunfador, nadó con una técnica inmejorable en las modalidades libre, espalda y pecho, porque en su categoría no se incluyó el estilo mariposa. Luego participó intensamente, como bailador, en la fiesta de clausura. Cordobés no era el único longevo aunque fuera este año el de mayor edad. En eventos anteriores ha habido ganadores de hasta 104 años.

Colectivamente, el equipo ganador fue el club "Juventud Acumulada".
El sistema de salud universal y preventivo cubano ha aportado a la población de la isla una esperanza de vida de 77,6 años, con patrones de países desarrollados  Según Juan Carlos Alfonso, director del Centro de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadísticas, un 15.8% de la población cubana tiene más de 60 años de edad y se calcula que en 2010 el porcentaje sea de 18%. Se augura que en 2025 llegará al 26% y en el año 2050 la proporción de personas de la tercera edad en Cuba alcanzará el 40%, una de las proporciones más altas del mundo.

Tan acelerado envejecimiento de la población explica la importancia social que para el país tienen los programas de atención a la "tercera edad", algunos de los cuales no limitan sus beneficios a este sector de la población como es el caso de los servicios de rehabilitación integral que ya cuentan con 400 Salas de Rehabilitación Integral (SRI) en el país. Las SRI se reparten por todos los municipios, cuentan con el equipamiento más moderno y son atendidas por más de cuatro mil profesionales calificados especialmente para brindar estos servicios.

En este país pobre, que cuenta con un sistema de salud y hospitalario solo comparable con los de algunos países de gran desarrollo económico y un índice de seguridad y tranquilidad ciudadana sin paralelo en el continente, se han venido multiplicando las Casas de Abuelos, -que son círculos sociales para ancianos plenos- y proliferan en plazas y parques grupos de adultos mayores que practican gimnasia y ensayan manifestaciones artísticas corales o danzarias.  La demanda de hogares de ancianos, comedores y otros sitios de atención y esparcimiento para las personas de edad avanzada, crece sin cesar y el país tiene que adaptar sus políticas a la nueva realidad de estas personas. Se trata de cubanos que ya sobrepasan los sesenta o que lo harán pronto, que nacieron en los años cincuenta o en el "boom" de los sesenta, y que  tienen para su larga "tercera edad" expectativas superiores a las que demandaron sus padres.

A diferencia de los programas dirigidos a la infancia, los que se llevan a cabo para con los ancianos requieren de un trabajo de preparación sicológica que puede resultar complejo, pero que debe facilitarse en la medida en que se involucre toda la sociedad y no solamente a las mujeres, quienes aún cargan con la parte fundamental de los cuidados de los dos grupos poblacionales extremos.

Abundan en este país conmovedoras escenas que revelan apenas una pequeña parte del gigantesco esfuerzo por la inclusión de toda la población en los beneficios del sistema político y social que se construye. Es esto lo que explica la posposición de otras metas de desarrollo material a las que no se ha renunciado y sin dudas se alcanzarán tan pronto sean compatibles con los grandes logros sociales revolucionarios.

Esta opción, concientemente asumida por Cuba, no ha sido desaprovechada por las campañas contra la isla que financia el gobierno de los Estados Unidos y no resulta extraño ver a la ciudad de La Habana ubicada entre las metrópolis "peores" del mundo en las encuestas que organiza una entidad radicada en Londres que dice evaluar las metrópolis del mundo "no solo por las condiciones políticas, sociales y económicas de la ciudad, sino también factores medioambientales, sanitarios, educativos y de seguridad".

Aunque el propósito de estas manipulaciones es afectar la afluencia de turistas a Cuba,  y seguramente lo logran en alguna medida, también es la razón por la que muchos visitantes extranjeros se maravillan cuando encuentran que, en las calles de La Habana, no hay niños "de la calle". O cuando advierten que la mendicidad, la violencia criminal, el tráfico de drogas y la prostitución no están presentes de la manera abrumadora en que se aprecian en otras grandes ciudades del continente. O al observar que no hay xenofobia, ni odios raciales, ni discriminación por motivos de género, etnias, credo o cualquier otra causa.

Ellos encuentran las calles rotas, los edificios necesitados de reparación o pintura, y algunos servicios públicos deficientes, y se alarman con ello. Pero se sorprenden con agrado cuando observan que las personas se manifiestan alegres y con mucho orgullo por el éxito de su hazaña de resistencia y la supervivencia de su revolución.

Manuel E. Yepe Menéndez es abogado, economista y politólogo. Se desempeña como Profesor en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana. Fue Embajador de Cuba, Director General de la Agencia Latinoamericana de Noticias Prensa Latina,  Vicepresidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión, Director Nacional fundador del Sistema de Información Tecnológica (TIPS) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Cuba y Secretario del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos.