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Pasión beisbolera

Desde hace algunos años han estado viajando a Cuba grupos de aficionados al estudio de la historia del béisbol de Estados Unidos y Canadá que, además de visitar lugares históricos del deporte, presencian juegos de nuestro campeonato nacional en diferentes estadios del país.

A partir de la presidencia de George W. Bush y las medidas de su gobierno para fortalecer el bloqueo económico, en especial la prohibición de los viajes a Cuba de ciudadanos de Estados Unidos, los integrantes de estos grupos son todos canadienses, aunque siempre se trata de seguidores del béisbol de las "Grandes Ligas" estadounidenses.

Aquí, los visitantes se entrevistan con glorias del deporte nacional cubano que jugaron en diferentes ligas del béisbol profesional de los Estados Unidos o de otros países del continente a quienes ellos conocían por sus registros significativos. Con ellos intercambian recuerdos y noticias acerca de otros peloteros que hoy residen aquí o allá, o que han fallecido.
Los grupos también visitan las tumbas que guardan los restos de figuras destacadas del deporte cubano, así como monumentos y placas que recuerdan hazañas de peloteros cubanos, en el país o en el exterior, y de nacionales de sus países en Cuba.

Saludan también, siempre con mucha admiración y respeto, a las principales estrellas de nuestro béisbol actual, muchas de las cuales conocen por sus actuaciones en eventos olímpicos o panamericanos, torneos beisboleros mundiales o encuentros amistosos bilaterales con equipos de las Grandes Ligas u otras ligas profesionales.

Algunos de los integrantes de estos grupos siguen las incidencias de nuestro Campeonato Nacional por la Internet.
Un momento de especial emotividad en los recorridos que hacen estos visitantes es siempre la visita a la localidad de Cruces, en la provincia de Cienfuegos, en cuyo cementerio descansan los restos de Martín Dihigo (1912-1971), así como al museo municipal, que tiene una sala dedicada a quien es considerado por muchos el jugador de béisbol más completo que haya existido en el mundo.

Martín Dihigo desempeñaba todas las posiciones del béisbol y es el único pelotero incluido en cuatro Salones de la Fama de tres naciones: Cuba, México y Estados Unidos (Grandes Ligas y Ligas Negras). Era un formidable lanzador y un extraordinario bateador con gran número de marcas deportivas, algunas de las cuales aún se mantienen vigentes.
Otro hecho que siempre reviste características impresionantes es el encuentro con veteranos peloteros cubanos que jugaron en las Grandes Ligas, quienes narran a los visitantes momentos singulares de sus memorias.

Estuve presente en uno de estos encuentros en el que, con el grupo visitante, había venido el formidable bateador afronorteamericano Monte Irving, integrante del Salón de la Fama de las Ligas Negras, posteriormente reconocido también en el de las Grandes Ligas. El ahora octogenario Irving entabló una simpática discusión con el ahora nonagenario ex-lanzador cubano de Grandes Ligas Conrado Marrero, acerca de un juego escenificado 60 años antes en el que el cubano lo había ponchado con varios hombres en bases y, en la siguiente ocasión al bate, Irving le conectó un enorme cuadrangular. Ambos recordaban cada detalle de aquel enfrentamiento y se divirtieron de lo lindo contándose también otros momentos inolvidables de su vieja amistad en los diamantes beisboleros.

Llama la atención el encanto que manifiestan estos visitantes por el carácter no comercial del béisbol cubano, que muchos de ellos identifican con el espíritu original del béisbol en Norteamérica que se ha perdido o está en camino de desaparecer a causa de la  comercialización cada día más asfixiante que sufre el deporte.

Cuando alguno de ellos se lamenta porque un defecto de calidad de la grama ha provocado un error en la defensa o porque las pelotas se utilicen más allá de lo aconsejable para la calidad del juego, siempre hay otro que lo justifica a partir de argumentos relacionados con la autenticidad del deporte.

Cuando estos grupos  se reúnen con las peñas beisboleras de las que funcionan en todo el país, parece increíble el nivel de comunicación que se logra no obstante la barrera del idioma, hecha trizas por un lenguaje gestual que identifica a los aficionados del béisbol, no solo en medio del bullicio de los estadios, sino hasta para sus debates con aficionados extranjeros.

Promedios de bateo, velocidad de los lanzamientos, habilidades en el corrido de las bases, estrategias y tácticas de los directores… todo se expresa con mímica beisbolera  y gritos acompañantes que convierten al parque central de La Habana o la sede de cualquiera otra peña deportiva en un ruidoso pero auténtico foro de amistad.

No paso por alto que hay, entre los aficionados cubanos que se relacionan con los visitantes, quienes lo hacen con cierto recelo al suponer que pudieran estar tratando con potenciales reclutadores de peloteros para el profesionalismo movidos por propósitos anti-cubanos o simplemente mercantiles.

Quienes sienten esa preocupación se tranquilizan cuando escuchan al organizador de estos grupos, el profesor Kit Kriger, veterano dirigente sindical de los maestros de Vancouver, en Canadá, exhortar a peloteros y aficionados cubanos a defender la pureza del deporte contra su mercantilización y manifestar su certeza de que el béisbol cubano es superior al estadounidense, no solo en términos de la competencia deportiva -como quedó demostrado en el Clásico de 2006-, sino por su humanismo.

A los peloteros los llama a entregarse por entero al deporte comunitario, sin dejarse deslumbrar por cantos de sirena y jamás dar la espalda a su pueblo, cuyo respaldo vale más que cualquier dinero y todos los bienes materiales del mundo.
Muchos de los visitantes canadienses que integraron el grupos de aficionados al estudio de la historia del béisbol condenaban fuertemente las acciones del gobierno de los Estados Unidos para tratar de impedir la participación de Cuba en el Clásico mundial de béisbol de 2006 estuvieron a punto de frustrar uno de los acontecimientos más trascendentales en la historia reciente de este deporte. Elogiaron, en cambio,  la generosa decisión del gobierno y los atletas cubanos de donar cualquier recompensa económica que resultara para Cuba del torneo a las víctimas del ciclón que poco antes había destruido la ciudad estadounidense de Nueva Orleáns, fundamentalmente por negligencia oficial. Fue esa actitud de Cuba la que salvó el Clásico, enfatizaron.

El hecho de que Cuba resultara sub-campeón del Clásico, por encima de todos los demás del continente americano, y el haber eliminado al super-equipo de la superpotencia, fue visto por algunos de ellos como la confirmación de que la exagerada mercantilización actual del béisbol no aporta mayor nivel de calidad al juego, sino lo contrario.

El bloqueo estadounidense a Cuba ha causado pérdidas a la isla por mas de 80.000 millones de dólares en cuatro décadas, unos 2.000 millones de dólares como promedio cada año. También cada año la comunidad mundial expresa, casi unánimemente en la Asamblea General de la Naciones Unidas, su rechazo a tan flagrante violación del derecho internacional.
Esto no es muy conocido por la ciudadanía de Estados Unidos, pero cada vez que un pelotero cubano acepta un contrato para pasar al profesionalismo fuera de su patria, atraído por ofertas de un monto pecuniario determinado más por objetivos de agresión política que por la calidad intrínseca del atleta, la noticia llega a todas partes, engrosando la campaña mediática de mentiras contra la isla y los logros sociales y políticos de su pueblo.

Es triste que el béisbol, que debía preservarse como punto de contacto entre los pueblos cubano y estadounidense que tanto lo aman -como lo demuestran estas visitas grupales de historiadores norteamericanos del béisbol- se pretenda utilizar en función de la campaña mediática contra la revolución cubana promoviendo la deserción de atletas con recursos  totalmente extraños a los del humanismo y la solidaridad en que se forman y desarrollan los deportistas cubanos.

"El socialismo es voluntario", reza una consigna que los cubanos enarbolan con orgullo cuando tan lamentable situación involucra a algún atleta de alta calidad que de esa manera renuncia a la admiración y el cariño de los aficionados de su patria.

*Manuel E. Yepe Menéndez es abogado, economista y politólogo. Se desempeña como Profesor en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana. Fue Embajador de Cuba, Director General de la Agencia Latinoamericana de Noticias Prensa Latina,  Vicepresidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión, Director Nacional fundador del Sistema de Información Tecnológica (TIPS) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Cuba y Secretario del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos.