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Tom Hayden: El movimiento en contra de la guerra merece algún crédito

Algunos lo llaman marginal, pero el impulso organizado influye en la opinión pública

Domingo, 26 de noviembre, 2006
San Francisco Chronicle
Traducción: Cubadebate

Aunque rara vez recibe créditos, el movimiento en contra de la guerra ha sido un factor importante en la movilización de una mayoría del público estadounidense para que se oponga a la ocupación y la matanza en Irak. Para muchos observadores, el movimiento parece ser insignificante y carecer de objetivos, sus concentraciones, un  bazar incoherente de retórica radical vacía. Sin embargo de acuerdo a las encuestas de Gallup, la mayoría de los estadounidenses demoró más en oponerse a la guerra en Viet Nam, hace treinta años, que en darse cuenta de que Irak era un error. Entonces, ¿cómo puede haber una mayoría a favor de la paz sin un movimiento a favor de la paz?

Foreing Affairs, la publicación del departamento de política exterior, hizo reflexionar  en torno a este acertijo en un ensayo del 2005 de John Mueller al informar una precipitada disminución  en el apoyo público a la guerra aunque el movimiento de paz "no estaba muy organizado".

En enero, cuando la opinión del congreso se cambió en contra de la guerra, un análisis del Washington Post hizo ocho referencias a la "opinión pública", como si esta fuera un globo flotante mágico, sin mencionar al cabildeo organizado, las peticiones, las protestas y las marchas. Eso concordaba con un patrón que comenzó antes de la invasión  cuando  el New York Times y la Radio Pública Nacional informaron que pocas personas habían asistido a una concentración efectuada en octubre de 2002 en Washington, para luego admitir una semana después que 100 000 personas habían estado en las calles.

No es parte de la naturaleza de las elites reconocer la presencia de personas en las calles. La política exterior es vista como la reserva de los privilegiados y los sofisticados protegida de la influencia populista. Pero si el sentimiento en contra de la guerra no es  verdaderamente importante, ¿por qué ha existido tanto hermetismo y espionaje interno  por parte del gobierno?

Hace dos años, los votantes de San Francisco apoyaron la retirada de Irak con un amplio margen. El año pasado muchos activistas buscaron un candidato que estuviese en contra de la guerra para competir contra la representante Nancy Pelosi. Poco tiempo después Pelosi cambió de un centrismo poco claro a apoyar el llamado para una retirada hecho por el representante John Murtha.

No fue accidental que la senadora Hillary Clinton se decidiera a  apoyar la propuesta del senador Carl Levin de comenzar una retirada por fases a finales de año después de haber sido  abucheada recientemente en una concentración liberal antes de las elecciones. Esto es comprensible,  la senadora no quiso ser abucheada durante su campaña presidencial.

os referéndums que exigían una retirada inmediata aprobados en varios suburbios de Illinois y Chicago tuvieron poca cobertura en este mes de agitación electoral. Hace un año, fueron aprobadas las resoluciones en contra de la guerra en 49 de las 57 ciudades en Vermont.
Tal vez estos hechos pasan muy desapercibidos  debido a un falso paradigma de que los que protestan en contra de la guerra deben ser personas aisladas, marginales, informales.
Esa descripción no se ajusta a la personalidad de Cindy Sheehan o a las de las familias de los militares que se  declararon en contra de la guerra.

Aunque ha sido definido como un fenómeno de la calle, el movimiento en contra de la guerra ha estado al mando de cifras significativas. El movimiento global de seguro tuvo éxito en presionar a los gobiernos extranjeros para que no apoyaran la invasión estadounidense en el 2003. Las protestas de febrero de 2003 tuvieron los mayores números de asistentes en la historia antes que comenzara una guerra. Las manifestaciones de agosto del 2004 en la convención del partido republicano en Nueva York  no tuvieron precedentes en la historia de la convención, incluyendo los 1 800 arrestos (aproximadamente tres veces el número de los efectuados en Chicago en 1968).

Es cierto que ha habido lapsos periódicos en las protestas callejeras desde el 2003, pero estos pueden ser explicados por el aumento de los activistas en las campañas presidenciales en contra de la guerra como la de Howard Dean. No sólo se vieron involucradas miles de personas sino que el fondo de votantes de MoveOn.org recaudó 17 millones de dólares en el 2004, la mayoría de este dinero provino de 160 000 contribuyentes promediando donaciones de 69 dólares.

En las elecciones de este año, los activistas de MoveOn hicieron un millón de llamadas a sus funcionarios elegidos y utilizaron miles de dólares y voluntarios en las campañas. New Hampshire eligió para ser miembro del  Congreso a Carol Shea-Porter, una mujer anteriormente conocida por haberse levantado sus prendas exteriores para mostrar un lema en contra de la guerra.

Para ignorar fuerzas como estas en la definición de movimiento en contra de la guerra se debe hacer una magia, algo como eliminar la nueva campaña New Hampshire de  Eugene McCarthy en marzo de 1968 de la historia del movimiento contra la guerra en Viet Nam.
El fenómeno de las Netroots e Indymedia, nuevo desde 1999,  ha abierto perspectivas sobre el dialogo, la resistencia y la confrontación mucho más allá de las calles y los seminarios de las ciudades en las que existen universidades.

Esta resistencia se hace más notable cuando consideramos las estrategias del departamento después de la guerra de Viet Nam para acabar con la propagación del síndrome de Viet Nam,  que supuestamente había debilitado la  determinación de la nación para la guerra.

Se promulgó el voto a partir de los 18 años junto con el final de la conscripción debido a la inclinación de la Casa Blanca hacia la pacificación interna. Pero ahora, como advierte   Foreign Affairs, la inoculación ha fallado y un síndrome de Irak está reemplazando al síndrome de Viet Nam.

Basado en un modelo de control de enfermedades, este síndrome de Irak llevará a los estadounidenses a cuestionar los supuestos beneficios de tener el mayor presupuesto militar del mundo, una presidencia imperial o políticas de mantenimiento del orden mundial, según Foreign Affairs.  Pero que los ciudadanos de un país democrático cuestionen el hermetismo del gobierno o el uso de sus impuestos para torturar parece ser un signo de buena salud y no de enfermedad.

Una irreverencia hacia el poder, también es un signo de buena salud, en un país colmado de propaganda que induce al miedo, donde ningún organismo dominante de los medios   ha hecho un llamado para que nuestros soldados regresen a casa ya sea ahora o dentro de un año.

Si la historia sirve de guía, las recomendaciones del Grupo elite de Estudios sobre Irak bien pueden estar diseñadas para apaciguar o dividir el sentimiento en contra de la guerra que fue una fuerza impulsora en las elecciones del 7 de noviembre.

Junto a la ofensiva militar en Bagdad y posiblemente un gobierno de hombre fuerte,  se efectuarán conversaciones para comenzar una "retirada parcial" dentro de  varios meses, en dependencia del curso de "las condiciones en el terreno".

Puede haber un intento de dividir a Irak (cortésmente conocido como "separación")   pero no es probable que ninguno de estos planes detenga a la insurgencia.
Si se les pide su opinión alguna vez a las voces en contra de la guerra puede que propongan lo siguiente:

Primero, buscar un diálogo con las fuerzas que están en contra de la ocupación en Irak, desde los políticos hasta los insurgentes, trabajar para lograr un cese al fuego y un proceso de resolución del conflicto a más largo plazo. Segundo, anunciar el programa de la retirada que desean cerca de un 80 por ciento de iraquíes y un 60 por ciento de los estadounidenses.Tercero, iniciar una ofensiva diplomática, comenzando con Irán para buscar ayuda mundial regional para lidiar con la seguridad, la reconciliación y la reconstrucción.

Debido a que el movimiento en contra de la guerra se mantiene sin participación en los debates que se avecinan, el único recurso es preparar demostraciones generalizadas y la organización en el terreno de los principales estados presidenciales para impedir que cualquier candidato se convierta en presidente en el 2008 sin que prometa que terminará la guerra y la ocupación. Si no hay un movimiento de paz, no habrá paz.

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Tom Hayden, un antiguo senador del estado, fue líder del movimiento en contra de la guerra de Viet nam. Imparte clases en la universidad Pitzer en Claremont (Los Angeles)

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