Un comunicado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) asevera que el planeta carece de más de cuatro millones de médicos, personal de enfermería y partería, farmacéuticos, dentistas y personal de apoyo. Para colmo, décadas de reducción de costos e inversiones insuficientes en el sector de la salud en muchos países han provocado que las condiciones de trabajo de buena parte del personal sanitario sean verdaderamente terribles.
Los datos trascendieron durante las celebraciones por el Día Mundial de la Salud, este viernes 7 de abril. Y hubo más. Al mirar a nuestro continente, la OMS reveló que cinco países del hemisferio -Haití, Honduras, Nicaragua, Perú y El Salvador-, están entre los 57 estados del mundo con déficit más crítico de personal sanitario y calcula que tal situación podría paliarse si hubiera unos 38 mil profesionales más, lo que significaría un incremento del 40 por ciento respecto al número actual. Para calmar las necesidades de todo el orbe, la OMS estima que ese incremento debiera ser del 70 por ciento.
Sólo en Estados Unidos faltan alrededor de 170 mil enfermeras y esa es una de las razones por las que el Caribe, y parte de América Latina, pierden trabajadores sanitarios.
Según el doctor Daniel Purcallas, asesor regional de OPS, tal situación "ha propiciado el continuado éxodo de profesionales y técnicos de distintas partes de América hacia Estados Unidos y de naciones de África hacia Europa."
Este Día Mundial de la Salud rindió homenaje a quienes visten batas blancas en todo el mundo; pero la fecha, para América, también inicia una Década de Promoción de los Recursos Humanos en Salud.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en los próximos 10 años instarán a gobiernos y actores sociales a considerar el desarrollo de los recursos humanos en salud como una prioridad, de manera que comprometan su actuación y su voluntad política para la formulación e implantación de políticas de apoyo al sector.
Luz en la Isla
Cuba escapa a cualquiera de esos análisis. Según el informe difundido por la OMS, es el país de la región con mayor dotación de doctores, con 5,91 por cada mil habitantes y uno de las pocas naciones del mundo con tal cobertura.
Esta Isla mágica registra hoy en sus estadísticas cerca de 68 mil médicos, sin contar otros especialistas y técnicos. Pero ya en 1981, con sólo 16 mil, pudo frenar una peligrosa epidemia de dengue hemorrágico -introducida, según todas las pruebas, por el Imperio que nos ataca y nos desprecia- en un límite de tiempo que aún se pone de ejemplo a nivel internacional.
Y es que el asunto no es solo de números. Detrás de ellos está el privilegio enorme de contar con una riqueza que vale mucho más que las estadísticas: el hombre. No por gusto el Comandante ha asegurado que somos multimillonarios en capital humano.
Mientras unos han desarrollado ese capital mediante la combinación de motivaciones mercantiles, Cuba lo ha amasado por instinto político y sed de justicia social. No ha hecho otra cosa, desde la Campaña de Alfabetización, en 1961.
Sin embargo, a la luz de la celebración mundial de este 2006 valdría la pena pensar, otra vez, cómo valorar ese tesoro que, por cotidiano, a veces no apreciamos los cubanos en su justa medida: tener un galeno siempre al alcance de la mano y la atención a la salud pronta y gratis.
Las carencias -y también la ineficiencia- se agazapan a veces en nuestros centros. Pero hay que ponerlas a las dos en el fiel de la balanza para comprender mejor en qué condiciones trabaja un profesional de la salud en esta tierra. Batalla contra la muerte y a veces, también, contra las barrabasadas de la cotidianeidad: la falta de un medicamento en el momento justo, la certeza de tener que comprarlo a veces en mercados lejanos y al doble de su precio por obra y gracia de las trampas del bloqueo estadounidense, el equipo que falló en medio de una prueba o el relevo de guardia que no llegó a tiempo por zancadillas del transporte son pruebas sobre las que saltan nuestros galenos como en una carrera con vallas... para ganar el premio de la vida.
Pero dentro, en lo más profundo de nuestras conciencias, dormita la certeza de que ante la mínima gravedad, la medicina se busca a cualquier precio y un hospital completo -y hasta el país- puede ponerse al servicio del enfermo, sin pedir nada a cambio.
Por eso vale la fecha para homenajear a los de batas blancas que salvan vidas en nuestras urbes agitadas, en las zonas rurales del caimán o en los sitios agrestes y oprimidos de más de 70 países del planeta. Como reza el lema que promovió la OMS este año, a nuestros médicos les damos las gracias por salvar el mundo. Ellos, literalmente, se lo merecen.
Cuentas detrás de una fecha
Dixie EdithOpinión
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