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No lo van a impedir

  Foto: Liborio Noval  

 

El gobierno norteamericano rumia por sus fracasos y destila con rabia su visceral odio contra la Revolución Cubana. Nunca antes, con tal fuerza, las ideas fascistas, hegemónicas y guerreristas habían tenido mayor expresión en el poder político de los Estados Unidos. Ellas se vuelcan con toda saña contra nuestro pueblo, porque son expresión también de las oscuras fuerzas que a lo largo de dos siglos se han trazado el propósito de apoderarse de nuestras tierras.

 

Hace año y medio, apostando a factores biológicos y a la fuerza aparentemente incontestable del imperio, una Comisión de halcones y funcionarios yankys presentó un Plan para la llamada transición en Cuba, un remedo de la Cuba neocolonial de los ´50 envuelta en papel de regalo para venderla a incautos y desalmados.

 

En esa ingeniería de la frustración estaban las manos de la derecha reaccionaria y fascista y de la mafia terrorista nacida de los ensangrentados cimientos batistianos.

 

Para conseguir sus antihistóricos propósitos, la Casa Blanca conculcó hasta el absurdo el derecho de los norteamericanos a viajar, redefinió a su antojo el concepto de familia, alargó hasta cada tres años la posibilidad de viajar a su país a los cubanos residentes en Estados Unidos, cortó discriminatoriamente las remesas, salió a la caza por todo el mundo de los dólares obtenidos por nuestro país con su propio y limpio esfuerzo, llamó al aislamiento internacional de Cuba y a una acción concertada contra nuestra nación.

 

Diecinueve meses después del nuevo plan anticubano, que anunciaba con heraldos el fin inminente de la Revolución y de los continuos ejercicios supuestamente intelectuales que buscaban demostrar la inviabilidad de nuestra economía, los portazos son sonoros en la cara del imperio.

 

Al intento de aislarnos y al reforzamiento del bloqueo, el mundo ha respondido con el voto condenatorio en Naciones Unidas de 182 países. Frente al cierre de los permisos de viajes a los ciudadanos norteamericanos, cuya visita se hacía más frecuente en los últimos años, nuestro turismo se creció llegando al récord de 2,3 millones de visitantes. Ante la persecución de nuestros fondos, la Revolución respondió anulando la circulación del dólar en la economía interna y poniendo de rodillas a la divisa estadounidense frente al peso convertible y nuestro fortalecido peso. Al propósito genocida de cortar cualquier fuente de financiamiento del país, se ha respondido con el uso centralizado y eficiente de nuestras divisas y con la obtención de créditos a mediano y largo plazo, como símbolo de la creciente confianza internacional en nuestra economía.

 

Para colmo, el imperio recibe ahora el nocaut del 11,8% de crecimiento de nuestro Producto Interno Bruto, de la confirmación del camino para convertir nuestra economía en una economía de servicios basada en el capital humano inagotable creado por la Revolución (el cual será mayor y mejor preparado en los años por venir), y de nuestro propósito firme de atacar nuestros errores e insuficiencias para hacer más socialista y más justiciero el destino mismo de la Revolución.

 

Tantos fracasos tienen histérico a nuestro adversario en medio de una creciente debilidad interna por tantas mentiras, desmanes administrativos y una guerra cada vez más insostenible frente a su opinión pública. A ello se unen los continuos traspiés por doquier de su arrogante política exterior.

 

Como demostración de su frustración, la pasada semana la Secretaria de Estado Condoleezza Rice habló a los medios sobre una nueva reunión de la famosa Comisión de la Transición para estudiar medidas adicionales contra Cuba. "…Ahora es tiempo de cambio en Cuba", proclamó ufana la señorita "Arroz". Veremos nuevamente en mayo las calenturientas ideas del círculo cercano al Emperador, al que poco nuevo le queda por decretar para intentar ahogarnos que no sea la guerra contra nuestro pueblo.

 

Mientras piensan qué hacer, escasos de ideas, los agoreros del fin de la Revolución ponen sus esperanzas en un tal McCarry, procónsul designado según el Plan Bush, y un tal Parmly, Jefe de la SINA y sargento de campo, a quienes presentan como "eficaces" emisarios del imperio.

 

Las agencias de noticias y publicaciones como el Christian Science Monitor y The Economist, reportaron recientemente que "el coordinador del gobierno de los Estados Unidos para Cuba, Caleb McCarry, ha acelerado los planes para que los cubanos cambien su sistema político y económico". The Christian Science Monitor señaló que el plan incluye el castigo a los aliados de Cuba y "el intento de subvertir los esfuerzos de Castro de transferir el poder a su hermano Raúl"

 

Un festinado Michael Parmly dijo por su parte, según Sun Sentinel, "No se cuándo se va a dar el cambio. Sólo se que está ocurriendo un cambio" y amenazó: "Cualquier proceso exitoso de transición tiene aspectos penales. Es importante que las personas sepan que se están tomando en cuenta las fechorías hechas por aquellos que han cometido crímenes innombrables" ¡Pobre diablo!

 

Andan apurados buscando más finanzas para sus mercenarios (como aquella que proclamó sin ambages "…si eso le cuesta al gobierno que los yanquis invadan Cuba, me da lo mismo"), utilizan la valija diplomática para introducir radiecitos, propaganda anticubana y pacotilla perversa, hablan de millonarias cifras para su radio y televisión gusanas. Desangran el deficitario erario público norteamericano en su rabieta anticubana mientras desde Nueva Orleáns alguien escribe desesperado en la red: "Por favor, no nos olviden. Todavía nos estamos ahogando".

 

La irracionalidad y la estupidez llegan al colmo de prohibir, en virtud del Plan Bush, la participación de Cuba en el Clásico Mundial de Béisbol programado para marzo 2006. Una bochornosa posición criticada ya por un centenar de congresistas norteamericanos, por dirigentes deportivos de ese país, por miembros del COI, por personalidades políticas y deportivas de Puerto Rico, país donde debía competir Cuba en la etapa clasificatoria del evento, y por dirigentes del béisbol y peloteros de Dominicana, Venezuela, Panamá, España y otras naciones.

 

Algunas agencias noticiosas hablan ya hasta de un posible boicot al Clásico de Federaciones nacionales renuentes a aceptar la imposición y la arrogancia de la Casa Blanca.

 

Todo le sale mal al imperio.

 

Mientras la Condoleezza se devana los sesos  y su sargento de campo instruye a sus mercenarios para un supuesto "cambio", más allá de los ventanales de la guarida de Parmly, un profundo e inmenso cambio tiene lugar en Cuba para distribuir más justamente la riqueza, para crear más cultura y conocimientos en el pueblo, para dar igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos, para crear un sistema sin paralelos en la producción y ahorro de energía, para hacer más eficiente nuestra economía, para consolidar nuestra defensa, para fortalecer nuestra ideología, para combatir sin desmayo la corrupción y las ilegalidades, para brindar nuestro talento colectivo y solidaridad al mundo, para construir la sociedad más justa, culta, participativa y libre que el ser humano haya podido concebir. A pesar del imperio, sus lacayos y sus despreciables mercenarios, incapaces de detener la marcha inexorable de la historia que con nuestra fuerzas estamos forjando.

 

Los intensos y enriquecedores debates de la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular que acaba de concluir nos muestran el camino del pensamiento y la victoria.