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Juntos nos levantamos

Se agitan las aves de rapiña y sobrevuelan, sombríamente, sobre Cuba. Da vergüenza asomarse a la prensa internacional y a ciertas declaraciones de algunos políticos norteamericanos españoles. No se habla de otra cosa que no sea de la "caída" de Fidel, pero no en el sentido literal del accidente, sino en la posibilidad de que todo un país tropiece y se venga abajo y sea el festín de los viejos buitres que llevan 40 años a la espera del momento para devorarnos.

No por estar acostumbrados a este tipo de reacciones, deja de asombrarnos la perfidia y la superficialidad que demuestran. Quien se alegre del dolor que causa un accidente de cualquier índole, es un sádico, pero quien, además, subestima la relación que el accidentado -Fidel- pueda tener con quienes lo aman -millones de cubanos-, es, además, un ignorante. Cualquiera que conozca mínimamente la relación de nuestro pueblo con su líder, entiende por qué a él, más que su dolor físico, aquella noche en Santa Clara lo angustiaba el dolor que podía estar sintiendo su pueblo: "Me da pena, únicamente, el mal rato, el posible sufrimiento que les ocasioné con esto", dijo. Y tenía toda la razón.

No fue Fidel, sino Cuba quien tropezó con el aquel escalón. Todos nos caímos con él. Los que estaban en Santa Clara y los que nos enteramos del accidente frente al televisor, habríamos preferido que fuera nuestra rodilla la que estallara en pedazos, y no la suya.  Lo único que hacíamos era retribuir en preocupación y cariño lo que él suele hacer cuando viene un huracán  o una epidemia o a un padre le quieren robar a su hijo: Fidel sufre por todos nosotros, como todos nosotros sufrimos cuando él está en peligro.

Con su rodilla destrozada pasó como cuando él debe viajar fuera de Cuba y sabemos que pudiera ser blanco de un atentado terrorista. Se respira en la calle la inquietud. Nuestro Comandante en Jefe es probablemente el ser humano contra quien se ha planeado mayor número de diabólicas agresiones de muerte. La Isla en pleno suspira aliviada cuando Granma y Juventud Rebelde publican el tranquilizador titular: LLEGÓ FIDEL.  De un lado al otro el país estuvo menos preocupado ahora cuando él mismo nos contó los detalles de su operación y nos hizo la promesa de que se cuidará y se restablecerá pronto. 

¿Por qué les será tan difícil entender a los aprendices de buitres la relación entrañable que existe entre Fidel y su pueblo? ¿Habrán amado alguna vez a alguien que no sean ellos mismos? Quien bien conoce a la Isla sabe que el tropezón le fracturó la rodilla a Fidel, pero las ligaduras que unen a los cubanos, a la Revolución y a su Comandante están más fuertes después del accidente.  No hay como un gran dolor para sentir tan hondo cuánto lo queremos.

Juntos, con Fidel, nos caímos, y juntos, con Fidel, nos levantamos.  Para siempre.