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Bloqueo, el asedio económico más prolongado de la historia

Es frecuente escuchar en seminarios académicos, debates parlamentarios o en simples conversaciones en que aparece el tema del bloqueo económico a Cuba, una explicación sacada del arsenal de cinismos, que al bloqueo le llama embargo y lo reduce a una acción soberana del gobierno de Estados Unidos, el que no desea comerciar con Cuba y por tanto, no lo hace. Se trata, según esta versión que ha sido planteada más de una vez por embajadores estadounidenses ante Naciones Unidas, de una acción estrictamente bilateral que en nada impide las relaciones económicas de Cuba con otros países.

Incluso, amigos de la Revolución cubana no tienen un conocimiento suficiente de la historia y el alcance de las acciones que desde 1959 comenzó a ejecutar aquel gobierno para asfixiar la economía cubana y llevar a la desesperación a su pueblo. Algunos creen que el «embargo» no afecta a Cuba más allá de privarla del mercado y del turismo estadounidense y que en el resto de la economía mundial Cuba puede operar al igual que cualquier otro país.

Para las ya varias generaciones de cubanos que nacieron y han crecido bajo el bloqueo, a veces este tiende a aparecer como un dato más de la realidad y perder relieve y capacidad explicativa.

Sería un error si no hiciéramos el máximo esfuerzo por explicar a nuestros amigos del exterior o a muchos que les llama la atención estas prohibiciones que duran ya más de 40 años y a nuestros compatriotas más jóvenes, que una parte de la historia de la Revolución cubana en el poder es la historia de una guerra económica intensa y extensa, minuciosa y cruel, ejecutada contra un país pequeño y pobre por la potencia económica y militar más formidable que jamás haya existido.

Esa historia de casi cuatro décadas y media en que el gobierno de Estados Unidos ha recurrido a todo, excepto el bloqueo militar y la invasión del territorio cubano por sus Fuerzas Armadas y ha fracasado en todo, es un proceso multifacético y aún no totalmente conocido en su urdimbre interior y en los recovecos de su detallada ignominia. Algunos compañeros como Nicanor León Cotayo, Olga Miranda, Alejandro Aguilar han iluminado aspectos de ese proceso en marcha, pero no lo agotan porque algunos documentos probablemente muy descarnados no han sido desclasificados y aún más, porque la gama de acciones contra Cuba es tan amplia y abarcadora que no pueden ser aprehendidas del todo en un molde periodístico, jurídico, de costo financiero o de cualquier otra especialidad.

Es que contra Cuba se ha desplegado una completa guerra económica de exterminio que se encuentra en fase de máxima intensidad y en la cual la compleja maquinaria del gobierno estadounidense en interacción con el Congreso, ha ido tejiendo una tupida y elaborada red de prohibiciones, castigos, persecuciones, que forman una complicada trama.

El libro que presentamos al lector, escrito por el Lic. Andrés Zaldívar Diéguez es un valioso aporte en el imprescindible esfuerzo por explicar a cubanos y no cubanos esta infamia de cuatro décadas para quebrar la resistencia de nuestro pueblo.

La aplicación aquí del término terrorismo de Estado no es una licencia literaria con tinte de denuncia política, sino una verdad histórica comprobable y comprobada por Andrés Zaldívar con una efectiva utilización de documentos desclasificados procedentes de diversas agencias del gobierno estadounidense y por el registro de acciones ejecutadas contra Cuba, a veces exitosas para el enemigo, a veces frustradas por nuestra capacidad de resistencia y siempre fracasadas en su objetivo estratégico de exterminar a la Revolución cubana.

La reunión del Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos efectuada el 17 de marzo de 1960 es muy importante para caracterizar el sentido de la guerra económica y su papel como parte de un paquete de acciones que conducirían apenas un año después a la catástrofe de la invasión por Playa Girón, lo que en las obras de autores estadounidenses ha sentado categoría como «el fiasco de Bahía de Cochinos».

En esa reunión fueron aprobados tanto el Programa de Acción Encubierta contra Castro que llevaría al desastre de Girón y también el documento titulado Un Programa de Presiones Económicas contra Castro, que aún no ha sido desclasificado, pero de cuyo contenido es posible darnos cuenta por el acta de la reunión del Consejo y por la historia de acciones posteriores.

Allí, mezclados como parte del mismo paquete subversivo y terrorista, estaban el cierre del suministro de petróleo, el fin del comercio, la retirada de inversiones, la prohibición del turismo hacia Cuba, las maniobras utilizando a la dócil OEA, el despojo de la cuota azucarera.

Después del duro fracaso en Playa Girón la guerra económica se planeó y organizó mejor. Comenzó una gran maniobra en la que Estados Unidos puso en juego todo su poderío ―excepto la acción militar directa― para someter a su pequeño vecino.

El Plan para liquidar la Revolución cubana en pocos meses fue presentado a los Departamentos y Agencias gubernamentales el 18 de enero de 1962. Fue la Operación Mangosta que en sus 32 tareas contenía 13 que eran la planeación de la guerra económica ya en forma más estructurada y con parte importante de la codificación que hasta hoy conserva.

En ella aparecen ya las acciones para encarecer y dificultar el transporte marítimo hacia Cuba, para provocar fracasos en las cosechas de alimentos, para impedir las ventas de níquel y otros, pero también aparecen las acciones de sabotaje contra el país y contra la economía en particular.

Durante el período de vigencia del Plan Mangosta, en un lapso de unos 14 meses se registraron 5,780 acciones terroristas, de ellas 716 sabotajes de envergadura contra objetivos económicos.

Bloqueo, guerra económica, terrorismo de Estado entra la economía han sido integrantes de un paquete que está separado por mucha sangre y sufrimiento incapaces de medir en términos de costo financiero del suave «embargo» presentado por la propaganda anticubana. El costo financiero asciende ya a una cifra no inferior a 72, 000 millones de dólares.

Andrés Zaldívar expone lo que podría llamarse el proceso de perfeccionamiento de la guerra económica hasta 1962 en que finaliza el ciclo inicial en la sistematización de la guerra económica, así como después de 1963, las más importantes decisiones que van agregando eslabones a esa guerra, incluidas las leyes Torricelli y Helms-Burton.

Especial interés tienen en este libro los capítulos IV y V que abordan el espionaje y su utilización para la planificación y ejecución del sabotaje a la economía cubana con la exposición de interesantes casos ocurridos en el petróleo, en la agroindustria azucarera, en el trasporte marítimo y el terrorismo como arma en esa guerra.

La lectura del libro de Andrés Zaldívar es siempre amena y condensa una gran masa de información documental con la suficiente habilidad y organización que impiden aplastar al lector. De él extraemos una buena parte de la historia de esa acción genocida contra un pueblo y comprendemos mejor su hazaña de resistencia al bloqueo más extenso aplicado en las condiciones de más abrumadora desigualdad de fuerzas que jamás existió.

Esa resistencia es un canto a la vida frente al reclamo de muerte y terror de la guerra económica.

Cuarenta y cuatro años de terrorismo de Estado aplicado por el imperio no han podido someter a nuestro pequeño país como no pueden someter a nuestros cinco compatriotas luchadores contra el terrorismo. Nuestro pueblo y ellos como parte de él, poseen un arma cuya tecnología es indescifrable para los terroristas: los valores morales creados por la Revolución. 

Prólogo del libro Bloqueo, el asedio económico más prolongado de la historia, de la Editorial Capitán San Luis.