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La Florida, destino de turismo electoral

MIENTRAS Jeb Bush afirma sin reírse que los aparatos electrónicos de votación iVotronic son absolutamente confiables, los estrategas del Partido Republicano han hecho circular volantes entre sus partidarios del condado de Miami-Dade  para instarlos a usar la votación por correo porque, afirman, las máquinas carecen de mecanismos de impresión con "comprobante" de papel y que el votante "no puede verificar su voto".

Al revelar la noticia, The St. Petersburg Times comentó que la táctica de los responsables republicanos "es al contrario de lo que (Jeb) Bush y los expertos estatales han dicho cuando han rechazado repetidamente las solicitudes de los demócratas, en la Cámara Legislativa y ante los tribunales, para obtener que las máquinas emitieran un comprobante de papel".

El disparate de los republicanos es sólo uno de los indicios que permiten pronosticar para la Florida, en los primeros días de noviembre, un huracán político cuyo "centro" pudiera desplazarse muy rápidamente hacia Washington.

Miami-Dade es uno de los quince condados que abandonaron el sistema de tarjetas perforadas después de las elecciones del 2000 para luego elegir las máquinas de votación iVotronic cuya confiabilidad es atacada.

El folleto de propaganda, impreso a color con fotos del presidente George W. Bush, lleva el título: Asegúrese de su voto cuenta. Pida su boleta de ausente hoy, refiriéndose a las boletas de voto por correo.

Las boletas de "ausentes" son de papel y son verificadas con lectores ópticos después de su recepción por correo.

Para los dirigentes de grupos defensores de los derechos cívicos, la maniobra es simplemente escandalosa: "Es de un increíble nivel de hipocresía", dijo Sharon Lettman-Pacheco, de la Fundación People for the American Way, quien presenta una demanda para obligar el Estado a proveer comprobantes de voto. "De dos cosas, una: o funcionan de verdad las máquinas de votación o (los republicanos) saben alguna cosa que no sabemos".

El incidente es sólo el último de una larga sucesión de eventos que harán de la Florida un destino favorito de "turismo electoral" el próximo 2 de noviembre. Ya se conoce que los ingredientes para que se repita la farsa del 2000 están reunidos. Michael Moore, el autor de Fahrenheit 9/11, ha dicho que sus cámaras estarán en el terreno, observadores europeos han anunciado su presencia y varios grupos de activistas juran que estarán omnipresentes en los condados más calientes del Sur de la Florida. No hay analista, politólogo ni sociólogo en la Unión y afuera que no sueña sumarse a esta tropa.

En este estado, donde el gran responsable del sistema electoral, el que debe garantizar que "cada voto cuenta" es el gobernador Jeb Bush, el propio hermano del actual presidente y candidato republicano en la contienda de noviembre, George W. Bush -una situación que en cualquier otro país fuera risible-, nada puede realmente sorprender.

El mismo Jeb Bush, quien retiró repentinamente, hace unas semanas, una lista de más de 40 000 otros ex sancionados que deseaba excluir, en la cual se encontraban sólo 61 hispanos (los hispanos de Florida tienden a votar por el republicano) acaba de cometer otro disparate racista. Ahora, eliminó la planilla que permitía a esos mismos excluidos solicitar la devolución de su derecho a votar, después de una decisión judicial en su contra.

Hace unos días, una corte de apelación daba la razón a la American Civil Liberties Union (ACLU) y ordenaba al Departamento de servicios carcelarios del gobernador Bush de proveer los reclusos, al final de su estancia en prisión, con la asistencia necesaria para presentar la planilla de solicitud de restauración de sus derechos cívicos. Un trámite que da resultados positivos en sólo un número ínfimo de casos. La reacción del Gobernador fue inmediata. Abolió la planilla.

Bush ya mantiene excluidos de las listas electorales a 600 000 ex sancionados, en su gran mayoría negros y, por consecuencia, demócratas.

Tres organizaciones de la Florida, la ACLU, Common Cause Florida y la Liga de las Mujeres Votantes, que cuentan con 35 000 activistas, tratan ahora de presionar a Bush para que se haga, durante la primaria del 31 de agosto, una auditoría de las máquinas iVotronic de votación informatizada.

La demisión sorpresiva de Ed Kast, jefe del Departamento de las Elecciones (Division of Elections) del estado de la Florida, hace unas semanas alertó sobre lo trágico de la situación que reina, a una decena de semanas del voto fatídico, en ese estado estratégico del país, que desea dar lecciones de democracia a Cuba.

EL SINDROME DE LOS "DRE"

De hecho, no hay ahora un solo día que pase sin una mala noticia para los que siguen soñando en una elección decente.

El 28 de julio, las primeras planas de los periódicos anunciaban un nuevo desastre: Un "crash" de las computadoras había "borrado" los resultados de las elecciones para el puesto de Gobernador del 2002, las que "ganó" el propio Jeb Bush.

Pánico dentro de toda la enorme maquinaria de Bush y su ángel del fraude, la secretaria de Estado, Glenda Hood (amiga personal del padrino de la mafia cubanoamericana, el candidato al senado Mel Martínez). Realmente, este "crash" era algo feo que ni hacía falta.

Un par de días más tarde - ¡milagro!- reaparecen los resultados que se habían desvanecido, en el medio de una tormenta de explicaciones torcidas.

Pero el síndrome de las computadoras, ya omnipresente, se catapultó en las nubes, no sólo en la Florida, corazón del escándalo del 2000, sino a través del país entero.

Unos 98 millones de norteamericanos, es decir cinco de cada seis de los 115 millones de votantes, votarán gracias a esas famosas computadoras sin comprobantes -designadas como DRE para Direct Recording Election- perteneciendo a sólo cuatro grandes corporaciones cuyos dueños, en más de un caso, han expresado una cierta simpatía hacia los republicanos.

En el artículo tal vez más creíble y mejor documentado sobre el tema de los equipos electrónicos de votación, publicado en The Nation con el título Cómo pueden robarse la elección esta vez (How They Could Steal the Election This Time) -www.thenation.com/doc.mhtml?i=20040816&s=dugger- el periodista y experto Ronnie Dugger escribe lo siguiente:

"Los Estados Unidos enfrentan la probabilidad de que unos tres de cada diez votos en la elección nacional de este noviembre sean inaveriguables, ‘inauditables' e ‘irrecontables'. Las empresas privadas de elecciones que manejan los DRE van a ordenar a las computadoras escupir segundas impresiones de los resultados del voto total y "auditorías" enteramente electrónicas y falsificables de las computadoras. Las compañías y la mayor parte de los oficiales de elección van a decir luego a los electores que la segunda impresión son "recuentos" que demuestran que el conteo de votos fue "100% exacto" aun cuando una segunda impresión no es un recuento".

Y Dugger no teme en predecir:

"El resultado pudiera ser el fracaso de una elección norteamericana y su caída entre las sospechas, las acusaciones y un furor del público que hará parecer lo que pasó en la Florida del 2000 como una simple discusión familiar en la cocina".

Ya viene el huracán.

‘¡Secreto!'

El Dr David Hill, profesor de computación en la Universidad de Stanford, citado por The Nation, señala que todas las elecciones realizadas con los sistemas informatizados de votación sin comprobantes llamados "DRE" son "cuestionables". Desafiando los que minimizan los riesgos de fraude, Hill afirma que con miles de miles de millones de dólares en juego en la batalla por el control del Congreso y de la presidencia, atacantes potenciales con deseo de arreglar la elección incluyen "hackers, candidatos, iluminados, gobiernos extranjeros y organizaciones criminales" y "los oficiales locales no pueden detener esto".

Hace unos meses, en el curso de una conferencia sobre el tema, Hill preguntó: "¿Por qué siempre me preguntan por pruebas? El peso de la prueba tiene que estar con el vendedor. Usted pregunta acerca del hardware: ‘Secreto'. El software: ‘Secreto'. ¿La criptografía? ‘No se puede decir porque esto compromete el carácter secreto de las máquinas'. ¿Y los procedimientos federales de verificación? ‘Secreto'. ¿Los resultados de las pruebas? ‘Secreto'. Fundamentalmente, nos exigen tener una fe ciega".