El desgobierno de Bush se ha topado con uno de sus más serios obstáculos en el camino de la permanencia en la Casa Blanca. Richard A. Clarke, ex asesor de contraterrorismo de la Presidencia ha publicado un libro en el cual acusa a la presente administración de haber ignorado las advertencias sobre actividades terroristas. La más seria inculpación se refiere a la posibilidad de haber actuado de manera más resuelta evitando la masacre del once de septiembre. Clarke "atestiguó que Bush ignoró las advertencias sobre terrorismo que pudieron haber prevenido los ataques". Bush y sus acólitos estaban demasiado embargados por la perspectiva de atacar Irak y deseaban hallar a toda costa una buena excusa para hacerlo. La tentadora posibilidad de apoderarse del petróleo del Oriente Medio era un espejismo seductor que cegaba a los halcones, casi todos representantes o funcionarios de compañías energéticas, que recién se habían encaramado en las alturas del poder.
Como consecuencia de estas escandalosas revelaciones se ha armado un comité congresional que investiga hasta donde llega la negligencia y la irresponsabilidad del presente régimen estadounidense. Ha quedado de manera muy evidente que los Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, Pearle han actuado de espaldas a su pueblo y en defensa de las grandes corporaciones. Todo ello causa grandes daños de opinión en un momento muy sensible de maduración de las campañas electorales. Para colmo de males los precios de la gasolina han subido a alturas estratoféricas lo cual tiene muy descontentos a los norteamericanos, acostumbrados a sus grandes autos descomunales que engullen combustible sin comedimiento.
Clarke había sido asesor durante el gobierno de Clinton y lo fue los dos primeros años de Bush. Los republicanos en el comité congresional han tratado de desautorizarlo afirmando que se trata de un militante demócrata solapado. De otra parte, se produjo una tensión entre el Congreso y la Casa Blanca por la negativa de Condoleezza, arrogante y zafia como acostumbra, a acudir a declarar ante la comisión investigadora. Aducía para su resistencia que nunca antes un asesor de Seguridad Nacional había declarado en sesión pública ente los legisladores. Conflicto resuelto en las últimas horas con la rendición de la asesora que accedió finalmente a someterse al interrogatorio. Ello tampoco favorecerá a Bush.
Clarke ha contribuido a erosionar uno de los mitos en que se basa el régimen de Bush: su dureza frente al enemigo, la energía de sus respuestas, su arrasadora invasión de Irak y Afganistán como castigo al enemigo, su política de recia respuesta el terrorismo. Todo esto se está desvaneciendo como un tenue merengue al sol. La verdadera faz del aventurero Bush deseoso de capturar terrenos de depredación es la que está emergiendo de estos escudriñamientos. Está emergiendo la verdad: el cariz de corsarios modernos de su equipo de colaboradores, empeñados en sucios negocios de sobreprecios por servicios al estado, de clandestinas ventas de armamentos y de negocios sórdidos obtenidos con contratos de gobierno.
Condoleezza ha sido acusada de no saber una palabra sobre la significación de Al Quaeda cuando tomaron la Casa Blanca. Solamente se hablaba de cómo entrarle a Irak. Lo peor para los bushistas es que hay otros que apoyan a Clarke en sus declaraciones. El general Donald Kerrick, un profesional de la seguridad nacional ha apoyado los asertos de Clarke. De igual manera se ha expresado James Blumenthal quien conoce perfectamente las intimidades de la Casa Blanca y ha formulado la grave acusación de que "Bush tenía amplia información" sobre el ataque inminente del 11 de septiembre, como revela el testimonio del viceprocurador Jamie Gorelick, miembro de la comisión investigadora. No hace mucho el ex secretario del Tesoro Paul O´Neill también acusó a Bush de estas distracciones en el ejercicio de su cargo. O´Neill ha sido acusado de perjurio.
El clan de Bush ha desatado una verdadera cacería de brujas contra sus opositores. No es de extrañar. Una vez que este grupo de gángsters internacionales capturó el poder con sus tretas y fullerías no es fácil que se lo dejen arrebatar. La batalla electoral del 2004 va a ser despiadada y cualquier recurso, por inmoral y feroz que sea, va a ser utilizado.
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