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Competencia entre Kerry y Bush para demostrar quién es más anticastrista

Cuba está una vez más en la mira en la elección presidencial estadunidense, ya que demócratas y republicanos compiten para ver quién es el más anticastrista en su juego para ganar el voto cubanoestadunidense de Florida.

El senador John Kerry, virtual candidato presidencial demócrata, busca ocupar una posición más a la derecha que el presidente George W. Bush en torno a la relación con Cuba, y ha lanzado una serie de críticas contra su contrincante en la Casa Blanca por su débil posición hacia Fidel Castro y Hugo Chávez.

"Soy bastante duro sobre Castro porque creo que encabeza uno de los últimos vestigios de un gobierno estalinista y de policía secreta en el mundo", declaró Kerry en un acto electoral reciente en Miami. Días después emitió un comunicado en el cual criticó al presidente venezolano Hugo Chávez por su "cercana relación con Fidel Castro", y argumentó que los actuales ocupantes de la Casa Blanca no han hecho lo suficiente para promover la democracia en ese país latinoamericano.

Estas declaraciones no recibieron gran atención a nivel nacional, pero en Florida fueron notas de primera plana. Aunque nadie dentro del Partido Demócrata cree que esta estrategia resultará en un gran apoyo del electorado cubanoestadunidense, en su mayoría tradicionalmente republicano, para el candidato presidencial demócrata, todos entienden que un cambio marginal en la tendencia de apoyo podría contribuir a un triunfo de Kerry en este crítico estado en el mapa electoral.

Recientemente, Karl Rove, el estratega político de la Casa Blanca, caracterizó a Florida como la zona cero de las elecciones presidenciales de 2004 y ha mostrado preocupación al viajar este mes a ese estado para reunirse con líderes y donantes del Partido Republicano. También circulan versiones de que el gobierno está considerando endurecer su política hacia Cuba en varios rubros.

Ambos partidos tienen claro que Florida es uno de los cuatro estados más importantes en la próxima elección presidencial; la entidad incluso podría definir el triunfo nacional de uno de los candidatos, igual que en 2000. Bush ganó, todos recuerdan, cuando la Suprema Corte intervino en el conteo de votos en Florida y le asignó el triunfo con un margen de mayoría de sólo 537 votos.

Lo que pocos recuerdan es que en la elección de 2000, el candidato demócrata Al Gore logró 17 por ciento del voto cubano, contra 35 por ciento obtenido por Bill Clinton cuando ganó su relección (con Gore como vicepresidente) en 1996.

Un sondeo reciente del rotativo Florida Sun-Sentinel registró que 60 por ciento de los cubanoestadunidenses en ese estado votarán por Bush en noviembre. Estrategas del Partido Demócrata comentaron al Miami Herald que si consiguen entre 25 y 30 por ciento del voto cubano, probablemente puedan ganarle a Bush en Florida. "Si logramos arrancar un pequeño número del voto cubanoestadunidense, ganamos", afirmó un estratega al Herald.

Territorio de Jeb

Y ganarle a Bush en Florida, donde su hermano Jeb es gobernador, no será fácil, pero es posible. El año pasado un grupo de políticos cubanoestadunidenses electos escribieron a la Casa Blanca advirtiendo que si Bush no adoptaba una posición más dura contra Cuba, no le podrían garantizar el apoyo electoral en noviembre. Este mes una nueva encuesta de la Universidad Internacional de Florida registró que se mantiene un firme apoyo electoral para Bush entre los cubanoestadunidenses, pero que 70 por ciento de los consultados opinaba que la Casa Blanca no era suficientemente dura contra el régimen cubano.

"La insatisfacción con Bush demuestra que la gente está descontenta con su política hacia Cuba", comentó el encuestador Dario Moreno al Miami Herald. Una encuesta de la cadena nacional de televisión latina Univision a principios de este mes también registró un creciente desencanto en el sur de Florida porque el presidente Bush no ha hecho lo suficiente para promover "democracia y cambio de régimen" en Cuba.

Pero la Casa Blanca no se está quieta. Mel Martínez, quien se convirtió en el primer cubanoestadunidense designado para un puesto del gabinete presidencial al ser nombrado secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano; luego renunció a su cargo y está en campaña para ser senador federal por Florida. El Departamento de Tesoro está buscando ser más agresivo en implementar la prohibición de viajes a la isla.

Con todo, Kerry tiene problemas también en este juego por Miami. Por ejemplo, recientemente declaró en un foro en esa ciudad que había "votado en favor de la ley Helms-Burton". Pero una investigación del Boston Globe reveló que aunque Kerry votó por la iniciativa cuando estaba en comisiones, votó en contra cuando fue aprobada por el pleno del Senado. De hecho, tanto en 1996 como en 2000, Kerry declaró que el embargo contra Cuba era contraproducente y más que nada significaba el resultado de la "política en Florida".

Ahora Kerry afirma que apoya la Helms-Burton. Y también busca posicionarse para ganarse la simpatía de los cubanoestadunidenses, incluyendo su declaración de la semana pasada de que el presidente Chávez, además de ser aliado de Castro, "repetidamente ha socavado las instituciones democráticas" en Venezuela. Un integrante de alto nivel de la campaña de Kerry reconoció al Miami Herald que esta declaración y particularmente la parte donde critica la relación de Chávez con Castro está diseñada para ganar votos en Florida.

Esa estrategia podría funcionar, reconoció Joe García, director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano-Americana. En entrevista con el Herald, dijo que el voto cubanoestadunidense está en juego. "No sólo ha fracasado el presidente en formular una política hacia Cuba, ha fracasado en toda América Latina". Esto es precisamente lo que desea explotar la campaña de Kerry.

Con ello, comienza el debate sobre quién es más anticastrista en esta campaña electoral. Claro, poco tiene que ver con Cuba, y todo con Florida.