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El legado social de Bush

Alí "Bush" Babá y sus cuarenta ladrones

El mandato de George W. Bush está en su recta final (¿habrá que soportar por otros cuatro años su prepotencia de cowboy?) y muchos son los que sacan cuentas de los dividendos obtenidos en el cuatrenio por el consorcio ultraderechista que asaltó el poder por la vía del fraude en noviembre del 2000.

Camino a las elecciones, Bush sufre nuevamente de borrachera, esta vez de poder, e intenta reelegirse poniéndole buena cara al electorado norteamericano. Sus mejores poses son las de "paladín de la lucha antiterrorista" (pese a los fiascos en Irak) y "salvador de la economía norteamericana".

"Nuestra mayor responsabilidad es la defensa activa del pueblo estadounidense", les dijo a los congresistas en el discurso sobre el estado de la Unión tratando de potenciar su imagen de comandante en jefe. "Estados Unidos nunca pedirá permiso para ir a la guerra", enfatizó en alusión directa a las críticas recibidas por las motivaciones de la guerra en Irak y la doctrina de la guerra preventiva.

Acerca del desempeño económico, el mandatario señaló ante los legisladores: "Esta economía está fuerte y se refuerza porque ustedes actuaron para estimularla con las reducciones de impuestos".

Pero la realidad contradice a Bush. El pueblo estadounidense no se siente mejor defendido por tanta guerra desatada y amenazas proferidas. Las alertas amarillas, naranjas y de todos los colores saturan de zozobra su cotidiana vida. Las leyes de recorte impositivo, por su parte, dejarán a las arcas federales con unos 1 700 millones de dólares menos en los próximos diez años, mientras el déficit fiscal en el 2004 puede sobrepasar los 500 mil millones de dólares y el próximo año debe llegar a la astronómica cifra de 521 mil millones.

Las encuestas de estos días muestran que al inquilino de la Casa Blanca no le va muy bien en su estrategia. Su principal contendiente demócrata, John Kerry, lo aventaja en los sondeos, y la causa más notoria parece ser su incapacidad para hacer frente a los reclamos económicos y sociales de los norteamericanos.

Desde que Bush llegó al poder se han perdido más de dos millones de empleos, una cifra récord para un periodo gubernamental en las últimas cinco décadas. El crecimiento económico experimentado en los últimos dos trimestres no han tenido efecto notorio alguno en el mercado laboral. Según la CNN sólo en enero hubo anuncios de recortes de más de 117 mil puestos laborales. El 40 por ciento de los desempleados registrados en los últimos tres meses (un buen número no lo está) han estado sin trabajo por más de 15 semanas.

En un reciente artículo de la revista "Bussines Week" bajo el título "Despertando del sueño americano" se hacía notar que la mayoría de los escasos empleos que hoy se crean en Estados Unidos son temporales, de bajos salarios y nulas posibilidades de ascenso. La brecha entre los más ricos y los más pobres es enorme, y crece con el "bondadoso" recorte impositivo de Bush que beneficia en demasía a los poderosos. Estados Unidos, como señalaba en estos días el intelectual argentino Atilio Borón, vive un proceso arrollador de concentración de los recursos y de la riqueza en pocas manos, creándose lo que se ha dado en llamar la "economía del apartheid", donde los ricos son cada vez más ricos y se apartan físicamente de la mayoría.

Más allá de los propósitos electoreros detrás del programa de reforma del Medicare presentado por Bush y aprobado por un Congreso de mayoría republicana, en claro favor a las grandes empresas farmacéuticas, está la dolorosa realidad de más de 44 millones de norteamericanos que no poseen seguro social, para los que la medida no les resuelve su acceso al sistema de salud.

Su gran solución para detener la epidemia del SIDA, más allá de las engañosas promesas de dinero para enfrentar la terrible enfermedad, es aconsejarle a los norteamericanos que practiquen la abstinencia sexual ¡Horror!

Tampoco los programas de W. benefician a los más de 30 millones que padecen hambre en la Unión, ni a los 12 millones de niños de familias pobres que olvidó en su alegre reparto de exenciones fiscales.

Los jubilados vieron en estos años esfumarse sus ahorros, invertidos en los fondos de "honorables" compañías como Enron, WorldCom y otras, muy cercanas al entorno del Presidente y protagonistas de los más grandes escándalos empresariales en la historia de Estados Unidos.

Pero míster Bush no tiene mucha preocupación por pobres, hambrientos y niños. Ninguno de ellos vota. De ahí que en la propuesta que acaba de presentar al legislativo para el presupuesto del 2005 recorte nuevamente los gastos sociales y vuelva a incrementar las partidas militares.

Sesenta y cinco programas del gobierno, 38 de ellos relacionados con la educación, serán eliminados para ahorrar 4 900 millones de dólares. Entre los programas afectados para el 2005 están los de prevención de la deserción escolar, la educación artística, el de promoción de las habilidades de lectura en los niños pobres y otros que afectan al control de la contaminación de aguas, las construcción de acueductos y el trabajo de la Agencia Ambiental.

Sin embargo, los presupuestos militares llegarán hasta los 401 700 millones de dólares y para la seguridad interna se solicitan otros 33,8 mil millones. El Jefe de Presupuesto de la Casa Blanca advirtió además de una futura solicitud para operaciones en Irak y Afganistán que puede ascender a unos 50 mil millones de dólares.

Bush le ofrece a los norteamericanos menos educación y más guerra. Y para quienes se hastíen de la vida en el planeta ya les está ofreciendo la conquista de Marte. Al Emperador no le basta la Tierra y pretende reinar y devastar también en el planeta rojo. Si los votantes lo dejan…..