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Censura e intolerancia: componentes de la libertad al “american way”

  Orlando Oramas, Periodista de Prensa Latina  

Estados Unidos se autoproclama ser el país líder del mundo libre. Pero más allá de su postura hegemonista, Washington ha demostrado tener concepciones y lecturas dispares respecto a la libertad, cuando esta no coincide con sus propósitos.  

 No son nuevas las disposiciones abiertas y encubiertas de censura en ese país, las cuales ya vienen formando parte de las políticas para tiempos de guerra, ahora reforzadas con otras que coartan las libertades y derechos civiles bajo el pretexto de la cruzada antiterrorista.  

 Ya durante la Guerra del Golfo las cadenas televisoras estadounidenses se plegaron al Pentágono y transmitieron imágenes pre editadas y suministradas por el alto mando castrense, con lo cual la objetividad de esos medios quedó en entredicho.  

 Durante los tristes acontecimientos que siguieron a los atentados del 11 de septiembre del 2001 se aplicaron nuevas modalidades de censura, al tiempo que los principales medios de comunicación se plegaban a los aprestos de guerra de la Administración Bush. 

 No han sido la ABC, CBS, NBC o CNN las únicas televisoras afectadas. Desde la guerra de Afganistán la qatarí Al Jazeera sufrió las consecuencias de ofrecer una visión alternativa al conflicto, donde los "errores" de las bombas del Pentágono cobraron cientos de víctimas inocentes. 

 Lo mismo ha ocurrido ahora en Iraq, donde también otra emisora de la región, Al Arabiya, de los Emiratos Árabes Unidos, fue proscrita y sus locales allanados y clausurados, claro, con el consentimiento de las fuerzas de ocupación. 

Por estos días, una funcionaria estadounidense instó a la prensa  a dar una imagen diferente sobre lo que acontece en Iraq, contrario al enfoque actual por el cual, según ella, se crea la imagen de un "caos reinante" en el país ocupado.

Robin Raphael, asistente del Departamento de Estado, pretende que esos órganos centren la atención en las bondades de la reconstrucción de Iraq, destruido por la guerra y la política de bloqueo, mientras ocurren a diario acciones de la resistencia. 

No por gusto el analista estadounidense Immanuel Wallerstein afirma que, conforme Estados Unidos se empantana en el territorio iraquí, "los halcones se alteran más" y culpan a quienes tienen una visión distinta de hacer daño al país. 

Así ha ocurrido con académicos, luchadores por los derechos civiles e incluso reconocidos artistas de Hollywood, cuya postura contestataria les ha costado incluso represalias como el retiro de contratos.  

Así le ocurrió a Danny Glover, quien junto a Susan Sarandon, Sean Penn, Tim Robbins y otros, se han convertido en voces alternativas representativas de las tradiciones pacifistas del pueblo norteamericano. 

A Wallerstein ya le pasó algo parecido hace un año, cuando pronosticó la probabilidad de "una guerra desgastante y prolongada", en momentos en que desde la Casa Blanca se apostaba a un conflicto rápido y una victoria fácil. 

Un año después, el autor considera incluso que se equivocó, pues entonces pronosticó una resistencia iraquí "casa por casa", táctica superada hoy por la "guerra de guerrillas", como él mismo la calificó en reciente artículo reproducido por medios de Estados Unidos y Latinoamérica. 

"En cualquier caso, la única y atolondrada falta de realismo es creer que Estados Unidos lo está haciendo bien en el fiasco iraquí", y esa postura es compartida incluso por sectores conservadores, afirma la fuente.  

 Wallerstein en su artículo consigna que ahora sale a relucir  cada vez más la guerra de Viet Nam entre quienes se preguntan si Washington puede perder la de Iraq. "Bueno, -responde- Estados Unidos perdió realmente la guerra de Viet Nam". 

 Tal apreciación ahora está creciendo entre la opinión pública estadounidense, donde las encuestas muestran el incremento de quienes se oponen a la política del presidente Bush, cuyo viaje relámpago al aeropuerto de Bagdad ha sido señalado como una maniobra de claro tinte electoral. 

Y entre los opositores están quienes critican la ausencia del mandatario en las honras fúnebres de los más de 400 soldados estadounidenses muertos en Iraq desde el inicio de la invasión, el  20 de marzo pasado. 

Ello tiene una intención mediática, al igual que la orden a los medios estadounidenses de no emitir imágenes de los féretros a su llegada a territorio norteamericano, como tampoco de los restos de los efectivos militares abatidos en aquel país. 

La censura, al "american way", cobra nuevas modalidades y puede recrudecerse en la medida en que se acercan las elecciones, donde se decidirá la reelección de Bush.  

Esa puede ser una buena época para lanzar nuevas alarmas de ataques terroristas y justificar así, atizando el temor ciudadano, recortes adicionales a los derechos civiles en Estados Unidos.