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Los Cinco y el caso Hannssen: ¡Este sí es un espía!

   

Especial para Cubadebate

CLARAMENTE, la "gran" prensa de Miami y el FBI comen sin pena en la misma mesa. Por cierto, en materia de desinformación, comparten varios conceptos incongruentes entre los cuales el uso del vocabulario sensacionalista. Así fue cómo, simultáneamente, les ha convenido en el momento del arresto de los Cinco, pegarles la  etiqueta "espía" que mantienen hasta hoy. Aún cuando ha sido ampliamente demostrado, dentro y fuera de los tribunales, que nunca jamás los patriotas detenidos se han ni siquiera acercado a un documento secreto del gobierno norteamericano.
 Recientemente, en La Habana, el abogado neoyorquino de Antonio subrayaba una vez más cómo su cliente "ni tomó una sola pagina de un documento secreto" cuando le han atribuido la misma sentencia de cadena perpetua que los dos más famosos espías de la historia reciente de Estados Unidos, Aldrich Ames y Robert Hanssen... a la diferencia que estos dos personajes han sacado de los archivos de las instituciones donde eran funcionarios de alto nivel, un Niagara de documentos.
 El mismo razonamiento se puede aplicar a cada uno de los Cinco cuya etiqueta de "espía cubano" les valió una condena automática en la Miami mafiosa donde cada agente del FBI, cada magistrado, cada fiscal y cada jurado sabe lo que cuesta enfrentarse a los capos que dominan South Florida desde cuatro décadas.
 Un articulo publicado en la última edición de la más-que-oficialista revista Reader's Digest permite analizar en cada detalle el caso de lo que es un espía autentico, patentado, comprobado: este mismo Robert Hansen, quien, de acuerdo con el titular del mensual "durante años, vendió a los Soviéticos los secretos mejor guardados de Estados Unidos".
 El articulo titulado "El Traidor" y firmado por David Wise cuenta cómo Hanssen reveló a Moscú la identidad de "dos agentes del KGB" que "espiaban por cuenta de los Americanos en la embajada rusa" de Washington. "Valery Martinov y Serguei Motorin trabajaban por el FBI desde tres años" precisa RD, confirmando al mismo tiempo lo que todo el mundo sabe, que los servicios de contrainteligencia no se pierden una oportunidad de sobornar diplomáticos extranjeros.
"NO LO PUEDE REVELAR A NADIE..."
 Lo más irónico del caso es que, cuando se produce el suceso, el FBI encarga de inmediato la investigación de esta desastrosa filtración... ¡al propio Hanssen! De 40 años de edad, agente desde ya diez años,  él tiene indiscutiblemente toda la confianza de la más alta jefatura del más importante cuerpo de policía del imperio!
 Escribe el autor del articulo: "Él conoce la identidad de quien ha vendido Martinov y Motorin al KGB. Sabe que alguien transmite los secretos más importantes del FBI a Moscú. También sabe que el traidor es un agente de contrainteligencia trabajando en el cuartel general y que el FBI tiene toda confianza en él. Sabe todo esto pero no lo puede revelar a nadie. Por supuesto: Robert Hanssen tiene cómo misión desenmascararse a sí mismo".
 Hijo de policía, licenciado en administración de los negocios, contador, buen esposo y padre de seis hijos, católico practicante, nada -según el mensual- permitía imaginar que Hanssen iba a convertirse en vendedor de secretos de estado.
 A pesar de eso, escribe RD, Hanssen "desde 1979 hasta su arresto, hace dos años, era el topo quien, por cuenta de los Soviéticos, ha socavado la contrainteligencia norteamericana. Entregó a sus clientes más de 6 000 páginas de documentos secretos y les ha revelado la identidad de 50 individuos, agentes americanos o reclutas potenciales".
 ¿ Cuanto se vendían estos secretos de acceso supuestamente inaccesible?: "Hanssen recibió un millón en dólares y diamantes y se le prometió que una cantidad adicional de 1 200 000 lo esperaba en un banco de Moscú por un total de más de dos millones".
"ESTA VEZ, VOY A VENGARME"
 Vale la pena observar cómo aquella publicación, reproducida en el mundo entero en un sinnúmero de ediciones nacionales y hasta regionales en decenas y decenas de idioma, toma la precaución de indicar cómo este norteamericano de pura cepa quien fue policía en Chicago, ha podido tomar el sendero resbalante del espionaje bien retribuido. Según la revista, el factor más importante que justifica la conducta del personaje es la actitud excesivamente autoritaria de un padre que, toda la vida, fue también policía. "Un día, lo enrolló en un viejo colchón para impedirle moverse. (...) Tenía también el habito de hacerlo girar hasta que se marea y que se ponga a vomitar".
 En realidad, la defensa de Hanssen descansaba esencialmente sobre testimonios de especialistas que explicaban su supuesto estado de desamparo mental. Un siquiatra fue hasta afirmar que el propio FBI, por su autoritarismo interno le recordó a Hanssen la severidad paternal, provocandole una rabia que lo llevo a decirse "¡Esta vez, voy a vengarme!"
10 MILLONES PARA OIR SU VOZ
 En marzo de 1979, Hanssen es promovido en los servicios de inteligencia y, de inmediato, participa a la creación "que contiene informaciones sobre cientos de funcionarios extranjeros, incluso espías: un verdadero directorio de los servicios secretos soviéticos".
 Este mismo año, contacta a los Soviéticos a través de una firma comercial que opera en Nueva York, afirma Reader's Digest.
 "Transmite entonces uno de los secretos mejor guardados del FBI y de la CIA: la identidad de un agente doble trabajando por cuenta de los americanos. Dimitri Fedorovich Poliakov, alias TOPHAT, un agente del GRU (inteliencia militar) transmite informaciones a sus clientes norteamericanos desde 17 años (...). Los documentos robados por Polyakov al beneficio de Estados Unidos llenan 27 gavetas de archivadores."
 La traición de Hanssen es finalmente descubierta por el propio hermano de su esposa, Mark Wauck quien es también agente del FBI, en Chicago cuando, bajo forma de broma, Hanssen se atreve a lanzar que "tal vez un día" se jubilara "en Polonia". Dándose cuenta de la cantidad de dinero de que disponía su cuñado, Wauck no titubeó en denunciarlo a sus jefes que, sin apuro ninguno, desenmascaran el traidor... sólo cinco años después... pagando diez millones de dólares a un ex agente del KGB jubilado quien entrega una grabación de la voz de Hanssen cuya identidad esta luego encontrada.
El 18 de febrero de 2001, el FBI monta una amplia operación de vigilancia del Parque Foxstone, una reserva natural situada a poca distancia del domicilio de Hanssen donde él debe recoger, a una hora determinada, un paquete conteniendo 70 000 dólares que los investigadores han ya revisado y fotografiado.
 Sobre las 4 de la tarde, el agente Tim Caruso, escondido en una camioneta parqueada a dos kilómetros de distancia, en un punto estratégico de observación, señala que ve a Hanssen llenando una bolsa de plástico.
 Minutos después, agentes del FBI "armados de fusiles automáticos MP-5 intervienen sorpresivamente y arrestan el sospechoso.
 Dándose cuenta de la amplitud de las pruebas recogidas contra él, Hanssen negocia su sentencia, a través de sus abogados, en cambio de una confesión.
EN MÍAMI, UN JUICIO TRUCADO CONTRA CINCO COMBATIENTES ANTI-TERRORISTAS
 En Miami, el FBI del Special Agent Hector Pesquera, viejo socio de toda la canalla terrorista del Sur de Florida, reservaba a los Cinco un tratamiento especial digno de su reputación.
 Poco tiempo antes de su nombramiento en la capital de la república bananera de South Florida, Pesquera había salvado la imagen de la Fundación Nacional Cubano Americana, en Puerto Rico, donde un grupo de terroristas miamenses vinculados a esta organización, habían sido arrestado por los Guarda Costas en un yate con un verdadero arsenal de armas... mientras se dirigían hacia la isla venezolana de Margarita donde Fidel iba a participar a una cumbre iberoamericana.
 Después de la inesperada "amnistía" de los matones -uno de ellos, bien conectado al narcotrafico- Pesquera fue a celebrar con ellos y los capos miamenses.
 En el juicio de los Cinco, desfilaron varios altos oficiales de las fuerzas armadas estadounidenses que, de manera unánime, juraron que ninguno de los acusados se había acercado, aunque fuera de lejos, a un secreto de estado.
 ¡Peor aún, la prensa norteamericana se quedó totalmente muda frente a una causa que tenía todos los ingredientes de una causa celebre!
 Recordaba Weinglass, en su visita en La Habana: "Hubo generales y almirantes testificando, 72 testigos, notas diplomáticas, memorandums de la Casa Blanca y un asesor de Clinton, Nuncio, y nada de esto fue reportado".
CONTRA LOS CINCO, MALOS TRATOS, PRESIONES Y CHANTAJE
 Desde su arresto, Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René, fueron víctimas de malos tratos, chantaje, presiones, para obtener de ellos confesiones de actividades de "espionaje" que nunca tuvieron, de acuerdo con las definiciones de la propia ley imperial.
 Juzgados en la Miami mafiosa a pesar de su derecho constitucional y declarados culpables de manera expedita por un jurado encabezado por un individuo que luego se exhibo descaradamente al lado de Pesquera y los líderes de la mafia terrorista,  los Cinco recibieron sentencias muy por encima de cualquier jurisprudencia.
 Esto con unas maniobras asquerosas para mantener fuera de su alcance un número importante de documentos bajo falsos pretextos y de la total ausencia de prueba demostrando el más mínimo intento de su parte de "espiar" el Estado norteamericano.
 Bien al contrario, el juicio demostró con claridad cómo los Cinco se habían consagrado , heroicamente, a penetrar los círculos terroristas, contrarrestar sus planes, esto para proteger a Cuba y los propios Estados Unidos, arriesgando sus vidas.
 El caso Hanssen, además de confirmar una vez más que los propios Estados Unidos se dedican a infiltrar los gobiernos que considera hostiles, lo que nadie considera ser una actividad criminal mientras se trata de proteger la seguridad de su país, también revela cómo al condenar un autentico espía, a pesar de lo desastroso de sus actividades, actúa con una sorprendente ponderación.
 Enseña también el estatuto de presos políticos de los Cinco, quienes fueron detenidos, maltratados, chantajeados, acusados injustamente y condenados con una severidad bien fascista, no por espionaje, pero sí por defender a la Revolución cubana que cuatro décadas de agresiones no supieron socavar.
 A pesar de los esfuerzos desesperados de cuantos Hector Pesquera, Joan Lenard y otros mercenarios de la supuestamente omnipotente cúpula mafiosa anexionista.