A pesar de caer 2-0 ante Uruguay mostró un excelente juego.
Dos escenas casi impensables para el más optimista dejó el partido de la selección cubana de fútbol ante su similar de Uruguay, la noche de este martes, en el mítico estadio Centenario.
Una producto de la otra, una en la cancha y otra fuera de ella: dentro el equipo caribeño tocó la pelota en el segundo tiempo; asustó al "Loco" Bielsa, avesado entrenador de la Celeste, que metió mano de sus mejores hombres disponibles para contrarrestar el buen momento de la visita y en la grada se escuchó el "Cuba Cuba" de cientos de cubanos, que apagaron el estruendo de miles.
El resultado no es el motivo de la satisfacción que se notó en los futbolistas caribeños, ese quizá se debió mucho más a circunstancias: un penal dudoso, que a muchos pareció infracción de Dariel Morejón fuera del área y convirtió Facundo Torres, otra jugada puntual derivada del alto nivel del rival concluida por Maximiliano Araujo.
Sin embargo, importó poco menos el 2-0 que la muestra fehaciente de que el fútbol en Cuba no es un arte exótico, como alguno pudiera pensar en el sur de América.
Y lo demostró por determinación y por talento; defensa sólida; orden en las líneas e ideas claras, que desdibujaron también a cualquier apresurado, que quiso sentenciar lo visto ante Chile hace una semana, como la muerte anunciada del fútbol cubano.
No era aquella evidentemente la ruta, ni la nave, pero las dudas de allí desaparecieron con el trabajo de varios días en Montevideo, para poder decir, sin temor al error, que valió la pena el sacrificio.
Sin embargo, la alegría, de la misma forma que no lo hizo la desazón, no debe obnubilar a este grupo. Aún queda alguna pieza que ajustar, algún retoque para poner a punto este barco que ya zarpó a la Copa Oro de Concacaf 2023.
“Estamos listos”, sentenció Pablo Elier Sánchez, sin voz luego de tanto grito, tanto inducar a la manada de Leones, al costado de la cancha. “Claro que valió la pena está etapa, ahora vamos con mucha más confianza a la Copa Oro”, sentenció para JIT.
Sirvió también para consolidar virtudes, tanto como para erradicar errores, y una de esas notas altas la dió Neisser Sandó, de excelentes minutos ante y Chile y magnánimo entrenado de cambio en el primer tiempo por el tocado Carlos Vázquez.
“Estoy muy satisfecho con mi actuación, pero sobre todo con que nos entendimos mejor como equipo en la cancha. Siempre salgo concentrado e intento dar todo sin reserva. Esperamos, luego de esto, tener una buena actuación en Copa Oro”, declaró con la misma ecuanimidad que robó pelotas y repartió en la media cancha el cienfueguero.
Por servir este choque, también fue propicio para el debut de la joya Romario Torres, esperado y aplaudido por la torcida del Club Nacional que conoce que el joven de 18 años recientemente se unió a esa disciplina.
Y más allá del orden y la solidez defensiva, sobre todo a balón parado, también merece elogios el ataque. A pesar de alguna oportunidad desaprochada, asustaron más de una vez a la defensa rival, que tal vez no esperó la potencia y la garra de Paradela o el talento de William Pozo.
“Muy contento con jugar aquí y partir como titular, sabemos que ellos tienen un gran nivel, pero nuestra selección también mostró carácter y buen juego, fue un lindo espectáculo”, relató Pozo.
Lo visto alcanza para muchos análisis en lo táctico, mas no se necesita de tanto pragmatismo para describir lo que sucedió en la cancha donde empezó todo, donde se jugó el primer mundial de fútbol.
Quizá basta con la elocuencia y la contundencia de uno de los más grandes entrenadores de fútbol del mundo, Marcelo Bielsa, quien, tras saludar a técnico cubano, espetó con humildad: “admiro mucho a su país y también admiro su fútbol”. Así quedó dicho.
(Tomado de JIT)