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Cuando la imaginación se convierte en economía

Ninfas, combina uso de productos de importación y de producción local para cosmética natural. Foto: Raquel Sierra.

Por Raquel Sierra Liriano.

Jennifer Pupo, de 21 años, es la creadora del proyecto Ninfas, dedicado a la producción y comercialización de jabones, cremas, aceites, mascarillas, exfoliantes y otros para el cuidado personal de la piel, así como
una línea de ambientadores aromáticos.

“Siempre me ha gustado lo que es la estética y el embellecimiento natural. Empecé con mascarillas y a las personas les gustaban las que hacía para mí, luego vinieron los jabones -lo que más me gusta-, las cremas capilares y los aceites”, dijo.

“Desde los primeros pasos, lo que son oleatos y las fórmulas, todo sale de nuestro taller, que está en la casa”, dijo la creadora de Ninfas, un proyecto surgido hace apenas un año. Parte de las materias primas, las importa; en tanto, el aceite de coco y las plantas secas, las adquiere de otros negocios, indicó Pupo, quien tiene en mente brindar servicios faciales con sus productos.

La joven es una entre cientos de personas que aprovechan las oportunidades abiertas a formas de gestión diferentes. Mientras algunos solo comercializan; otros, producen con sus propias manos y, en no pocos casos, lo hacen con materias primas recicladas, buscando ser sostenibles, ecoamigables y socialmente responsables.

Estas iniciativas, diversas en formas, modelos y dimensiones, encuentran su espacio en los diferentes festivales y bazares que organiza la Quinta de los Molinos, un espacio de promoción del desarrollo sostenible y la economía circular dentro de la capital.

De la idea al hecho

En el emprendimiento familiar D´casa, producen piezas de madera de todos los tamaños: desde un estante hasta un pequeño juguete, bajo el principio de que sea reciclada, de pallets o restos de talas y podas, y siempre cortada en la fase adecuada de la Luna, explica Eduardo Aguilar.

Según el artesano, “la idea es buscar diseños creativos, darle algún sentido a la comodidad de la casa, en función de las necesidades y la interpretación del cliente: lo que para mí puede ser un expositor de plantas, otros lo utilizan para colocar adornos”.

El “bichito” por trabajar la madera se ha filtrado a la generación más joven de la familia.

Brenda Aguilar, graduada de diseño industrial y trabajadora de Expocuba, aprovecha la recortería. “Es reciclar lo reciclado, le doy vida útil a cualquier recorte, en base a su dimensión, diseño juguetes didácticos para la niñez”, dijo.

Doctora Galletica es una idea que apenas da sus primeros pasos. Ariané Cañas, estudiante de Medicina, y su madre, médica y diplomada en nutrición, apuestan por una iniciativa de alimentación inclusiva. “Creamos esta alternativa con las galleticas de yuca –con la masa cocinada–, saborizadas con jengibre, maní, coco,
canela, y horneadas; y las galletas de mantequilla de maní, en colaboración con el emprendimiento Puro maní”, comentó Cañas.

Además de reportarles ingresos, les provoca una satisfacción mayor: “es una alegría cuando nos escriben: una mamá que tiene una niña que no puede consumir ni huevo ni leche, personas celiacas o diabéticas u otras que buscan tener una alimentación sana”, dice.

También se estrenan Andrea Labrador y Magyuliett Reyes, amas de casa, quienes emplean ropas que ya no usan o algún muñeco desgastado para hacer juguetes. “Queremos utilizar el tiempo en algo útil y lo hacemos
de manera muy reducida en nuestro barrio, Santos Suárez, en un proyecto que desarrollan allí un grupo de mujeres adultas mayores que hacen muñequería”, dicen, aún sin nombre para su iniciativa económica.

La Librería de Yndias es un emprendimiento de venta de libros de uso que funciona mediante las redes sociales desde hace tres años. Mientras otros se enfocan en imprimir o comercializar volúmenes nuevos, este emprendimiento los obtiene de bibliotecas privadas.

“Nos venden los libros por cantidades y los clasificamos”, dijo Haziel Scull.

No se trata de cualquier libro, su foco está en las novelas, poesía y ensayos, no así libros para la enseñanza ni técnicos. Con esta idea, apuestan por la “revitalización del libro, que no muera en la casa cuando se leyó, sino que llegue a otra persona, que tal vez no lo habría obtenido por otra vía”, dijo, y lo consideró
una alternativa, en medio de los precios actuales de los libros.

Por diversos caminos, las personas buscan acomodo para sus economías. A algunas, la mezcla de necesidad e imaginación les ha dado resultado, cuando decidieron, en ocasiones con recursos mínimos, no sentarse a
esperar por tiempos mejores o que alguien les diera nada. Tal vez la clave está en pensar, buscar y estudiar hasta hallar la idea que podría funcionar.

(Tomado de Tribuna de La Habana)