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La historia de Adolfo Rivera: el ingeniero cubano que construye su propio avión experimental

Por Yosley Carrero.

Para lograr su objetivo ha enfrentado los más diversos obstáculos, desde la incredulidad de quienes lo han tildado de “loco” hasta las complejidades para abrirse camino en el mundo de la innovación tecnológica. El ingeniero mecánico Adolfo Rivera ha dedicado toda su vida a echar a volar un sueño, y, al parecer, cada vez está más cerca de alcanzarlo.

Foto: Yoslei Carrero.

Tras varios proyectos acometidos desde la década del sesenta, este cubano nacido en la provincia de Cienfuegos da por estos días los últimos toques a un avión biplaza de madera con un solo motor hecho durante los últimos 8 años en el garage del edificio donde reside en el barrio capitalino de Miramar.

Todo comenzó en febrero de 2012 cuando las autoridades de aviación en la isla dieron luz verde para que Rivera siguiera adelante con su idea luego de exponer su proyecto ante el asombro de no pocos.

Con conocimientos de aviación y experiencia como piloto deportivo, hasta entonces el innovador cubano ya se había aventurado en 8 proyectos de aeronaves, entre ellos cinco planeadores y tres aviones ultraligeros monoplazas que lograron alzar vuelo.

Foto: Yoslei Carrero.

“Lo más complejo esta vez fue encontrar la madera adecuada. En este caso fueron empleados cerro rojo para los largueros del ala, así como pino blanco y caoba para la estructura primaria del avión”, precisó Rivera, quien aguarda por el revestimiento de tela para dejar listo el AR9 ULM, como ha nombrado a su nueva creación, atendiendo a las siglas de su nombre, el número de intentos y la denominación en inglés para los modelos ultraligeros (Ultra Light Model).

Mientras desempolva las fotos y recortes de prensa celosamente guardados en su garaje, el emprendedor admite que no le interesa competir con los grandes productores de aviones a nivel mundial sino ofrecer soluciones locales para diferentes sectores de la vida económica y social en el país.

Foto: Yoslei Carrero.

La fabricación del avión también precisó del uso de componentes importados con la ayuda de sus hijos que viven fuera del país, así como del Club de Aviación de Cuba que le donó un motor ROTAX 582 de 64 caballos con el cual opera este tipo de aeronave.

Rivera, quien trabajó como profesor universitario en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, preferiría volar su avión, pero ha dejado tal misión en manos de dos pilotos profesionales dispuestos a llevar el AR9 ULM sobre los cielos de Cuba.

Cuando su esposa Teresa Pentón lo conoció pensaba que “estaba loco”, e intentó infructuosamente persuadirlo de abandonar la construcción artesanal de aviones. “Hice todo lo que pude, pero fue imposible.  A veces él dedicaba más tiempo a los aviones que a mí, pero con el tiempo aprendí también a enamorarme de lo que hace”, asegura la cubana de 76 años mientras sirve una taza de café.

Con peso máximo de 400 kilos, 6 metros de largo y envergadura de 9,20 metros, el avión de Rivera, en teoría, pudiera volar alrededor de 60 minutos con velocidades mínimas y máximas de 61 km/ h y 145 km/ h, respectivamente.

El presidente de la Federación Deportiva de Cuba, Miguel Angel Armas, comentó que el AR9 ULM cumple con los requerimientos técnicos y la producción de estas aeronaves pudiera ser viable en la nación caribeña.

Foto: Yoslei Carrero.

“Es un avión pequeño, económico. Puede ser usado no solo para la práctica deportiva sino también la inspección forestal y en el patrullaje de costas. Con esto demostramos que este modelo de aeronave puede ser hecho desde aquí”, resaltó el funcionario.

El avión de madera y partes estructurales metálicas, ha sido expuesto a sistemáticas inspecciones por parte del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba, a tono con los estándares y protocolos internacionales seguidos para la fabricación de aviones experimentales.

Por lo pronto, Rivera continúa trabajando a la espera de que su aeronave pueda ejecutar las primeras pruebas de vuelo en el aeródromo del Club de Aviación de Cuba, en las áreas del antiguo aeropuerto de Varadero, en la provincia de Matanzas.

A las puertas de su garaje devenido taller, ante la pregunta sobre cuál sería el próximo paso si la aeronave de madera finalmente no levantara vuelo, el innovador aeronáutico afirma que no hay espacio ni razones para el pesimismo.

“Va a volar, todo está hecho para que vuele. No tengo ninguna duda de que lo vamos a lograr. Soy un soñador.”, concluyó.

Foto: Yoslei Carrero.

Foto: Yoslei Carrero.

Foto: Yoslei Carrero.