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Cuentapropista avileño crea un dispensador de líquidos para la desinfección de las manos

La idea no es del todo innovadora, sin embargo, el contexto en que surge agradece la búsqueda de soluciones rápidas y eficaces.

El ingeniero moronense Alberto Gómez Abreu vuelve a ser noticia en medio de la recuperación post COVID-19 en Ciego de Ávila, gracias a un proyecto con impacto directo en la salud. Pero esta vez, aclara, le debe la idea original a su colega Álex Barreda, avileño también.

Se trata de un dispensador de líquidos para la desinfección de las manos, que funciona por medio de una fotocelda capaz de detectar la proximidad de las manos, lo cual suprime la necesidad de tocar el equipo y contribuir al contagio del virus.

"En este momento el próximo paso es obtener la certificación por parte de la dirección de Higiene y Epidemiología, trámite que puede agilizar la puesta en marcha de la producción, con perspectivas de que se instalen ejemplares en los hospitales e instalaciones turísticas", explica Alberto.

La idea no es del todo innovadora, sin embargo, el contexto en que surge agradece la búsqueda de soluciones rápidas y eficaces.

Y precisamente desde una perspectiva práctica se sitúa la creación del primer dispensador: "este está pensado para una escuela de aproximadamente 300 alumnos que se desinfecten cuatro veces al día, porque imagino que es una opción más segura y eficaz que dedicar un trabajador a esa función", comenta, y piensa en su hija de seis años que, como todos los niños cubanos, incorporará la desinfección a su rutina diaria a partir de septiembre.

Para hacerlo posible, Alberto esboza el encadenamiento productivo entre el sector estatal, que debe importar los materiales necesarios, y los talleres de Servtes y Led Manía, que dirige Álex Barreda.

"Se necesita el acrílico, que escogimos porque es una de las superficies más inocuas al virus y fácil de limpiar; una fotocelda óptica y una pequeña bomba plástica de alta tecnología, capaz de dispensar cuarenta litros por hora."

Aunque él no lo añada a la lista de materiales, sí cuentan el ingenio y las capacidades de adaptación a las circunstancias adversas, que ya habían quedado demostradas en las tantas colaboraciones del ingeniero con sectores priorizados como la Salud y la Industria. El nuevo proyecto solo prueba que el ingenio no se gasta.

(Con información de Invasor)