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Cuba conmemora el aniversario 30 de la independencia de Namibia

Namibia obtuvo su independencia el 21 de marzo de 1990. Foto: Swapo Party.

A treinta años de la independencia de Namibia, Cuba se une a la celebración, y así, hace suyo cada aniversario de los hechos que dignificaron a la población de este hermano país. En su suelo un día como hoy, el 21 de marzo de 1990, se arrió la bandera de la Sudáfrica ocupante y racista de aquellos años y se izó la namibia. El Secretario General de las Naciones Unidas, el Sr. Javier Pérez de Cuellar, tomó juramento al Dr. Sam Nujoma como Presidente del nuevo estado independiente.

Nacía la añorada independencia de los monumentos vivos de la larga lucha por la liberación nacional, como los llamara el segundo presidente de Namibia independiente: Hifikepunye Pohamba, dirigiéndose a su pueblo, conmemorando el 35 aniversario de la masacre de Cassinga.

En su gesta descolonizadora, Cuba empeñó la sangre de valiosos hijos que propiciaron beneficios continentales, entre ellos la independencia de Namibia.  En la etapa final de la guerra en Angola, en el año 1988, fuerzas de la 40 Brigada de Tanques que avanzaba en dirección a Calueque, chocaron en Donguena con las tropas avanzadas que ocupaban a Namibia, derrotándolos y obligándolos a retirarse hacia Calueque. Lugar en el que meses después, dos escuadrones de nuestra aviación asestaron un golpe demoledor sobre un Batallón sudafricano dislocado en la hidroeléctrica, causándole grandes pérdidas en personal, técnica y armamento. Este hecho fue un puntillazo en el terreno militar. Se recuerda por un soldado sudafricano que escribió en la conductora de agua una frase lapidaria: “Los Mig 23 nos partieron el corazón”.

En el plano diplomático, durante años, los Estados Unidos se habían negado a que los cubanos participaran en las negociaciones respecto a la situación de Namibia, que pendía de la Resolución 435 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, incluso cuando aspiraban a la retirada de nuestras tropas. Pero frente a la fuerza moral militar cubana, se vieron obligados a ceder.

Antes, ya habíamos transitado por el llamado linkage, que supeditaba la retirada sudafricana de Namibia a la salida de las tropas cubanas de Angola; hechos para nada semejantes, toda vez que este último había solicitado ayuda de Cuba y los namibios luchaban por expulsar a Sudáfrica que ilegalmente ocupaba su país.

Además, los racistas se resistían a la posibilidad de otorgarle la independencia a Namibia a partir de la realización de elecciones auspiciadas por Naciones Unidas, sin antes conseguir los títeres cuyos hilos conducentes pudieran manipular. Washington y Pretoria se negaban incluso a la inserción de la SWAPO en las negociaciones, argumentando que solo los estados podían participar, aun cuando Namibia estaba en el centro del asunto y esta organización era según la propia  Asamblea General de las Naciones Unidas, el representante legítimo de su pueblo.

Fue entonces cuando luego del combate inolvidable en Cuito Cuanavale tuvo lugar en diciembre de 1988 la reunión cuatripartita. Coexistieron en la mesa de negociaciones: Sudáfrica, Angola, Estados Unidos y Cuba, para la firma de la Resolución 435, irrespetada por años.

Los aspirantes a la retirada de nuestras tropas de Angola, al conocer que la ofensiva cubana hacia el sur estaba llamando poderosamente la atención de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, sorprendidos por la magnitud de su despliegue; cayeron en la duda de que si Cuba detendría o no el avance de sus tropas en la frontera entre Namibia y Angola. Para ellos, saberlo, implicaba nada más y nada menos que “leerle el pensamiento a Castro, algo que es muy difícil aún en las mejores circunstancias” como lo ha documentado el profesor, investigador y escritor italonorteamericano Piero Gleijese en el análisis de la visión norteamericana *.

Ante el desconcierto del gambito estadounidense-sudafricano, Jorge Risquet Valdez, con la valentía que exhalaba desde el humo desafiante de su tabaco, respondió que la única forma de garantizar que nuestras tropas se detuvieran, sería logrando un acuerdo sobre la independencia de Namibia.  Al respecto expresó: “No puede haber avance sin la aceptación total, en letra y espíritu de la Resolución 435… Solo su plena implementación desataría el nudo gordiano del conflicto en África sudoccidental”.

Y así fue. El 22 de noviembre de 1988, los acuerdos de Nueva York convinieron que Namibia obtendría su independencia, que el Ejército sudafricano saldría de ese país en tres meses, que Pretoria cesaría de brindar ayuda a la UNITA de Savimbi, y que las tropas cubanas saldrían de Angola en un plazo de 27 meses. Lo consiguió la astucia de nuestros representantes en la mesa de negociaciones, con el respaldo de un despliegue militar sin par.

A partir de estos hechos la dirección del Comité de la SWAPO, en coordinación con el ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados), organizó el regreso de los cerca de sesenta mil refugiados namibios desde los campos de acogida en Angola y Zambia. También los estudiantes que habían sido recibidos por la RDA, Checoslovaquia, la URSS y Cuba, volvieron para ejercer su derecho al voto en las elecciones que tuvieron lugar del 7 al 11 de noviembre de 1989 y que fueron ganadas por la SWAPO.

Luego de la toma de posesión del líder histórico y padre fundador de la nación: Dr. Sam Nujoma, en el marco del establecimiento de relaciones diplomáticas, el primer embajador no africano en presentar sus cartas credenciales, fue el diplomático cubano Ángel Dalmau Fernández, quien junto a su esposa, desde entonces, cultivan el amor que profesan los namibios hoy día, como la más genuina representación de Cuba, sus líderes, su gente.

La diplomacia namibia para con Cuba es especial. Embajadores como Claudia Grace N. Uushona, Jerobeam Shaanika y más recientemente el excelentísimo Embajador Extraordinario y Plenipotenciario Sr. Samuel Hendrik Goagoseb, por citar ejemplos; en su gestión diplomática no omiten el mensaje de agradecimiento eterno, así lo expresan en el apoyo a todos nuestros proyectos y el pertinente llamado a preservar la historia que nos une.

Conmemorar juntos el día de la independencia de Namibia, el día nacional, es ocasión para brindar por nosotros mismos, por nuestros mártires y líderes, es apoyarnos en cada foro por la justicia y la solidaridad, es alimentar la cultura de paz mundial con el ejemplo de nuestra historia común.

En la independencia de Namibia, Cuba empeñó la sangre de sus hijos. Foto: Prensa Latina.

Cuba y Namibia mantienen una estrecha relación de cooperación. Foto: Radio Reloj.

Nota:
*Piero Gleijeses. De Cassinga a Nueva York: la lucha por la independencia de Namibia. Revista Temas. No. 55. Julio - Septiembre de 2008