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Fabio Wajngarten, jefe de la Secretaría de Comunicación Social junto a Jair Bolsonaro. Foto: Ueslei Marcelino / Reuters.

El presidente Jair Bolsonaro, y Fabio Wajngarten, jefe de la Secretaría de Comunicación Social.Ueslei Marcelino / Reuters.

La lucha contra la corrupción, una de las banderas principales que alzó el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, para ganar el puesto de la presidencia en el gigante suramericano, no parece avanzar en ese país en la misma dirección que el discurso de su mandatario.

Uno de los últimos escándalos que se ha levantado en ese sentido es el que involucra a Fabio Wajngarten, jefe de la Secretaría de Comunicación Social (Secom) de la Presidencia, a quien la Policía Federal de Brasil abrió una investigación por “corrupción pasiva, desvío de fondos y patrocinio administrativo”.

El diario Folha de S. Paulo informa de que la investigación fue solicitada la semana pasada por el Ministerio Público Federal (MPF) y estará dirigida por la Superintendencia de la Policía Federal de Brasilia.

Wajngarten es socio de la empresa FW Comunicación, y según el diario, recibe dinero de emisoras de televisión, de agencias contratadas por la Secom, los ministerios, así como de empresas estatales que dependen del Gobierno.

El funcionario destacó en una nota enviada a la prensa que demostrará que no cometió ninguna irregularidad en su administración al frente de la Secom desde abril del año pasado. Asimismo, acusó en Twitter a Folha de S. Paulo de llevar a cabo “una campaña persecutoria, inaceptable e incompatible con lo que determina la ética y las buenas costumbres de un buen y serio periodismo”.

En medio de toda esa polémica, Bolsonaro afirmó este miércoles a la salida de su residencia en Brasilia que Wajngarten “sigue más firme que nunca” en su cargo, declaraciones que han atizado el debate sobre la transparencia de la “lucha” del mandatario contra la malversación en ese país.

Lo cierto es que las promesas electorales del ultraderechista en ese ámbito no se han traducido en avances concretos durante su primer año como presidente, sino que ha resultado ser todo lo contrario.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ante los evidentes retrocesos por parte del Ejecutivo pero también del Poder Judicial y del Legislativo en esa nación envió una misión en noviembre.

Varios casos han “sonado” en los últimos meses: la decisión por el presidente del Tribunal Supremo de paralizar las investigaciones sobre el primogénito del presidente, el senador Flavio Bolsonaro, quien estaba siendo investigado, y de otras 900 personas.

El comunicado que el grupo de trabajo de la OCDE contra los sobornos difundiese luego de su visita en noviembre, es preciso y contundente:

“Estamos bastante alarmados de que lo que Brasil había logrado en los últimos años en la lucha contra la corrupción puede verse ahora seriamente comprometido”.

En ese sentido, la misión añadió que el propósito de Brasil debía ser debía reforzar los mecanismos anticorrupción, “no debilitarlos”.

Recientemente Transparencia Internacional difundió la serie histórica sobre la percepción de la corrupción en el mundo, donde la nación suramericana se ubicó en el puesto 106 de una lista que encabeza Dinamarca; a pesar de las grandes promesas de reformas contra este flagelo.

Una de las mayores críticas a Bolsonaro, justamente es su marcada hostilidad contra la prensa y la sociedad civil, dos sectores esenciales si se quiere librar una lucha franca contra la corrupción.

(Con información de RT y El País)