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Nobel Alternativo a líder indígena reconoce lucha por la biodiversidad y la cultura en la Amazonía

En la Amazonía chocan hoy una visión desarrollista y antiambientalista con grupos que tratan de salvar el mayor bosque tropical del planeta y comunidades indígenas que defienden la naturaleza y sus sistemas de vida y culturas. Foto: Getty.

El líder indígena yanomami Davi Kopenawa y la organización que cofundó en 2004, la Asociación Hutukara Yanomami, han recibido este miércoles oficialmente en Estocolmo el Premio Nobel Alternativo como reconocimiento a su lucha para proteger los bosques y la biodiversidad de la Amazonía y las tierras y la cultura de los pueblos autóctonos que pueblan el mayor bosque tropical del planeta.

Este galardón distingue así una lucha de más de tres décadas que ganó relevancia después de que los yanomani, una de las etnias más numerosas de Brasil y que pueblan el territorio indígena más grande del mundo, fueran invadidos en 1987 por garimpeiros (buscadores de oro), lo que diezmó una quinta parte de su población en siete años.

La campaña liderada por Kopenawa y la ONG Survival International logró en 1992 la demarcación de más de 96 000 kilómetros cuadrados de la Amazonía, lo que hizo que la situación mejorase “bastante”, pero el del garimpo (minería a bajo escala) es un problema recurrente.

“Aunque los garimpeiros se fueron, el mal, no. Trajeron muchas enfermedades como la malaria o la gripe. Y en 2014 volvieron los invasores. Calculamos que su número ahora es de 25 000 o más”, ha declarado Kopenawa.

Una comisión yanomami viajó en julio a Brasilia a presentar a las autoridades estatales y federales y a la Fundación Nacional del Indio (Funai) un plan de gestión territorial y ambiental redactado por los indígenas para tratar de revertir la situación.

“Pedimos que se retirasen a los garimpeiros. En septiembre y octubre salió la mitad, pero poco después entraron de nuevo: esa es la historia del garimpo”, dijo el líder indígena.

El líder indígena yanomami Davi Kopenawa. Foto: Telesur.

Sobre él, al argumentar la entrega del premio, la fundación sueca Right Livelihood Award destacó que es “uno de los líderes indígenas más respetados de Brasil”, condición que ha adquirido tras décadas de lucha como portavoz de los yanomami, una comunidad que sufre el acoso de los taladores ilegales de árboles en la Amazonía.

El mes pasado, un maderero ilegal mató a tiros a un protector forestal indígena llamado Paulo Paulino Guajajara en la Amazonía.

Este fue el último incidente en una ola de violencia contra los protectores de tierras indígenas desde la elección del presidente de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, el año pasado.

Hace un mes, grupos de derechos humanos advirtieron en una carta abierta que los últimos pueblos indígenas de la Amazonía se enfrentan al “genocidio”, en medio de intensos incendios y crecientes incursiones en sus territorios.

El Consejo Misionero Indígena de Brasil dice que el número de invasiones de territorios indígenas se ha duplicado bajo Bolsonaro, con más de 150 incidentes de este tipo desde enero

Kopenawa aseguró que el apoyo internacional ha sido vital para que los yanomami sobreviviesen al acoso que sufren en Brasil.

“Si ustedes (extranjeros) no llegan a hacer un buen trabajo por nosotros, nuestro pueblo habría muerto, no estaría protegido. Brasil nos presta muy poco apoyo. El pueblo brasileño no valora a mi pueblo, no le interesamos, solo le interesa la minería, el oro, robar tierras o ensuciar ríos”, afirmó.

El premio Right Livelihood fue creado en 1980 por el germano-sueco Jakob von Uexkull, que fue eurodiputado ecologista, tras la negativa de la fundación Nobel a crear un premio para el medio ambiente y el desarrollo.

La guerra de Bolsonaro contra las ONG ambientalistas en la Amazonía

Jair Bolsonaro. Foto: O Globo

Una tranquila población se ha convertido en el escenario de la creciente hostilidad entre el presidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro, y grupos ambientalistas, tras la detención de varios bomberos voluntarios a los que el mandatario acusa de provocar incendios en la selva, señala la AP.

El episodio hizo que los líderes de nueve organizaciones no gubernamentales denunciaran este martes la persecución de activistas, académicos y científicos desde que Bolsonaro ganó las elecciones el año pasado. Los grupos han criticado la campaña de Bolsonaro para desarrollar a toda costa el bosque tropical más grande del mundo.

“El gobierno considera al tercer sector, la sociedad civil brasileña, como enemigo del país”, dijo Ricardo Borges, director ejecutivo de Pact for Democracy en una videoconferencia con periodistas en la que también participaron las delegaciones brasileñas del Fondo Mundial de la Naturaleza y Amnistía Internacional.

La policía acusó el mes pasado a varios bomberos voluntarios de provocar incendios para conseguir financiamiento a través de las ONG locales en Alter do Chao, una ciudad de menos de 10 000 habitantes a la orilla del río Tapajos, en el estado de Para.

La Fiscalía Federal no tardó en decir que su investigación no había hallado pruebas al respecto, el oficial de policía local que dirigía las pesquisas fue apartado del caso y un juez ordenó la liberación de los bomberos.

Aun así, Bolsonaro, excapitán del Ejército, respaldó públicamente las acusaciones de la policía contra los bomberos y las ONG. Para algunos, las imágenes emitidas en televisión de policías haciendo las detenciones y registrando las sedes de las ONG sirvieron como confirmación de los cargos. Bolsonaro incluso acusó a DiCaprio de financiar a las ONG, algo que el actor negó.

En declaraciones junto a su frondoso jardín, Caetano Scannavino, coordinador de Salud y Alegría, una de las organizaciones sin fines de lucro investigadas por la policía local, dijo que la retórica incendiaria ha creado un clima de terror y que sus consultores de seguridad le han recomendado abandonar la localidad lo antes posible. El activista ya había dejado de dormir en su casa.

Los bomberos voluntarios y las organizaciones sin fines de lucro niegan las acusaciones y afirman que la investigación tiene motivaciones políticas. El Gobierno del estado de Pará indicó que no haría comentarios sobre un caso abierto hasta que concluyera la investigación policial. Las oficinas de prensa del presidente y el ministro de Medio Ambiente no respondieron a peticiones de comentarios de la AP.

Bolsonaro ha acusado a las ONG de vivir de la “industria de las multas” en el sector medioambiental brasileño, y prometió que no volvería a dirigir fondos procedentes de multas a organizaciones sin fines de lucro. El ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, también anunció este año que suspendería temporalmente el financiamiento a las ONG mientras se completaba una auditoría de los contratos y acuerdos del Estado para buscar posibles irregularidades.

Los grupos sin fines de lucro no han sido los únicos en el punto de mira.

En agosto, en medio de la indignación internacional por los incendios en la Amazonía, Bolsonaro acusó al jefe del Instituto Nacional de Investigación Espacial, Ricardo Galvão, de manipular datos de imágenes por satélite sobre la deforestación para socavar a su gobierno.

Galvão rechazó públicamente las acusaciones y fue despedido.

El reporte anual brasileño sobre deforestación, publicado en noviembre, mostró un aumento de casi 30% en comparación con el año anterior. Aunque el Gobierno terminó reconociendo que la tala había crecido, la comunidad académica se quedó conmocionada por un despido tan público en una institución científica,

“En el Gobierno de Bolsonaro hay un grupo que tiene una visión claramente negativa de la ciencia”, comentó Galvão en una entrevista telefónica.

En noviembre, un grupo internacional de académicos publicó un estudio en la revista Global Change Biology desmontando las afirmaciones del Gobierno brasileño de que los incendios amazónicos de agosto estaban dentro de lo normal. Varios de los autores del reporte mantuvieron el anonimato por miedo a represalias como la que sufrió Galvão, indicó a AP la coautora del estudio, Erika Berenguer.

En Alter do Chao, la detención de los bomberos no fue la primera controversia que alteró la vida tranquila de la localidad. En julio, el ministro brasileño de Educación estaba comiendo en la plaza central con su familia cuando activistas indígenas hicieron una breve manifestación junto a su mesa. El ministro respondió tomando un micrófono que había cerca para dirigirse a la multitud.

“Solo quiero mostrarles la diferencia entre la izquierda y la gente que no está a la izquierda”, dijo. “Estoy aquí con mi familia en mis vacaciones, una semana al año, tres niños pequeños, y ustedes intentan humillarme delante de mis hijos. ¿Es eso? ¿Es eso lo que son?”

La situación derivó rápidamente en una discusión a gritos y las imágenes del incidente se hicieron virales en todo el país.

Dos días después empezó a circular en grupos de WhatsApp una lista con nombres de ONG, activistas y profesores de la región supuestamente responsables del “maltrato al ministro”, según una periodista local que escribe bajo el pseudónimo de Hellen Joplin, y que también trabaja con activistas locales. Ella también estaba en la lista, descrita como persona anti-Bolsonaro e “izquierdista de la peor clase”.

“Era una caza de brujas total: dad con ellos y castigadlos”, dijo Joplin en una entrevista.

Esa noche, cuatro policías fueron a su casa con las luces rojas del auto encendidas cuando ella acogía una reunión de activistas indígenas. Los aterrados asistentes saltaron la cerca trasera de Joplin y se escondieron en la selva, mientras los agentes que estaban ante la puerta de Joplin la advertían sobre un supuesto robo de motocicletas en la zona y miraban dentro de su casa, según explicó en la oficina de AP en Río de Janeiro.

Ella abandonó la ciudad con sus dos hijos pequeños y solo volvió para gestionar el traslado definitivo de sus cosas.

Por ahora, los bomberos voluntarios y las organizaciones sin fines de lucro siguen bajo investigación en Alter do Chao. Para Ana Torrellas, que ayuda a gestionar un restaurante en la plaza de la ciudad, el proceso parece una persecución arbitraria.

(Con información de Telesur, AP y EFE)