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La opinión del lector: Falta de disciplina vial en medios de transporte masivo en Niquero

Accidente de tránsito en Niquero. Foto: Inés María Castro/ Facebook.

Resido en La Habana pero soy natural de Niquero, donde viven mis padres. Hoy mismo 3 de septiembre llegué a La Habana luego de estar durante 15 días en mi municipio natal, donde compartí con mis padres y amigos, visité en varias ocasiones las comunidades de Las Coloradas, el Hondón, Palma de la Cruz, Belic, Cabo Cruz y otras donde residen la mayoría de las víctimas. Recorrí varias veces esta carretera.

Quedé conmocionado al llegar a La Habana y mientras me comunicaba con mi madre, me dio detalles del fatídico suceso, que conoció mientras apoyaba a los lesionados en el Hospital municipal, donde trabaja como enfermera. Es muy triste el hecho, en el que la mayoría son jóvenes estudiantes del Instituto Politécnico y el Pre de la localidad, que regresaban a sus casas luego de concluir las clases.

El tractor y la carreta pertenecen a Salud Pública Municipal, y al parecer iba muy cargado de personal, además de ser una carreta demasiado grande para el tractor, lo que provocó que esta se desconectara y, según versiones de personas que estaban en el lugar, dio dos vueltas antes que quedar paralizada.

Como todo niquereño, siento muy de cerca el dolor de estas humildes familias campesinas. Les transmito mi apoyo, ánimo y confianza en que sus familiares se recuperarán gracias a la atención de nuestros médicos, quienes pondrán todo su empeño.

Quiero hacer un llamado a las autoridades municipales, para que incrementen la exigencia de la disciplina vial. En estos 15 días fui testigo presencial de hechos que denotan irresponsabilidad, falta de disciplina e irrespeto a las normas de seguridad vial en algunos conductores de medios de transporte masivo en Niquero.

Pondré algunos ejemplos con el ánimo de hacer un reclamo para que las autoridades competentes de la localidad, analicen esta situación:

1) Un día de la pasada semana me trasladé junto a un grupo de campistas desde el campismo Las Coloradas, hacia la comunidad de Cabo Cruz en un recorrido. La guagua que puso la base de ómnibus municipal para esta actividad, estaba en malas condiciones técnicas. Con los baches, se podía ver como el parabrisas se movía casi de forma independiente a la parte delantera del techo (es decir, uno de los dos, el techo o el parabrisas, estaba casi suelto).

La parte del techo que estaba más al centro de la guagua, se movía hacia abajo y arriba, como si estuviera suelta. Por si fuera poco, el chofer, un muchacho joven que quizás no llegue a los 30 años de edad, conducía la guagua por la sinuosa carretera con temeridad y a una velocidad..., que varios pasajeros bromeaban preguntándose si la guagua llegaría "entera" a su destino.

2) Otro día mientras regresaba desde Cabo Cruz en la guagua que viaja a esa localidad dos veces por semana, aprecié que el chofer iba a una velocidad demasiado alta. Comprobé esto con una APK que permite calcular la velocidad a la que nos trasladamos, y esta arrojó que íbamos a una velocidad superior a los 90 k/h, lo cual me pareció peligroso para una guagua (de las ensambladas en Guanajay) llena de pasajeros transitando por una estrecha carretera en una zona rural donde, lo mismo aparece un animal de imprevisto, que un carretón de caballos, una persona caminando por borde de la carretera, etc.

3) Otro día me trasladaba desde la playa Las Coloradas hacia Niquero en un porteador privado, el cual me pareció que cumplía correctamente las normas del tránsito. En un momento en que su chofer aminoró la velocidad para evitar aplastar un animal en la vía, se suscitó entre algunos de sus pasajeros una conversación en la que comentaron sobre uno de los choferes de guagua que habitualmente traslada campistas en el campismo Las Coloradas. Según mencionaron, este siempre anda a altas velocidades y "animal que se meta delante de la guagua, animal que mata, porque según él, la carretera no es para los animales".

Esto lo comprobé ayer 2 de septiembre, cuando casualmente me trasladé en dicha guagua cargada de campistas hasta Manzanillo. Resulta que saliendo de Niquero, en una comunidad rural a unos kilómetros de esta cabecera municipal, dos cerdos que cruzaban la carretera juntos, murieron bajo las ruedas de la guagua, aun cuando fueron vistos por el chofer a suficiente distancia como para esquivarlos. Sin embargo este ni siquiera disminuyó la velocidad, ni hizo un ademán por evitar aplastarlos. Simplemente les pasó por arriba y continuó la marcha como si nada hubiese pasado.

Dicen algunos choferes que estos animales tienen los huesos del cráneo tan fuerte que pueden perforar las gomas de los vehículos, y provocar accidentes. Sin embargo, al parecer esto no es tenido en cuenta por este temerario chofer.

Por otro lado, durante estos 15 días no vi en el municipio ni un solo policía de tránsito, aunque sé que existen.

Aprecié otro hecho que, aunque no constituye una premisa de accidente, si es una falta de ética e irrespeto hacia los pasajeros. Resulta que en una de las ocasiones en que me trasladaba desde Cabo Cruz hacia Niquero, donde fui a disfrutar de su mar, sol y comida típica de esa localidad, el chofer de la guagua que, como antes les mencioné, viaja dos veces por semana a este poblado, luego de montar al personal en la primera parada del "Cabo", como se conoce también este sitio, se bajó y dejó el vehículo, lleno de personas (había niños y ancianos), al sol durante alrededor de 10 minutos. Permaneció todo ese tiempo conversando cordial y despreocupadamente una casa de la localidad. A pesar de lo molesto del hecho, nadie protestó esta primera vez.

Continuamos el viaje y, en la localidad de Dos Mareas, realizó una segunda parada, la que sí comenzó a suscitar comentarios y quejas entre los pasajeros. Me llamó la atención uno de ellos que afirmó jocosamente que "verás como ahora sale de esa casa cargado de viandas, yo lo conozco porque viajo mucho en esta guagua y siempre hace lo mismo". Y así fue. Unos minutos más tarde salió el chofer de una vivienda cargado de plátanos y algo en una jaba en su otra mano.

Continuamos el viaje, y cuál sería mi sorpresa al ver que más adelante hizo otra parada. Entró a una casa a orillas de la carretera y cuando llevaba alrededor de 8 minutos, los niños comenzaron a llorar por el calor, las madres manifestaron su enojo de las maneras más cubanas posibles, y uno de los pasajeros se bajó de la guagua y fue hasta el portón de entrada de la casa, donde comenzó a vociferarle al chofer algunas "verdades" a su manera, quien según el pasajero, estaba sentado esperando un café. Finalmente salió el susodicho chofer... con una jaba que contenía algo similar a un trozo de queso, mientras intentaba justificarse diciendo que "todos tenemos que resolver", comentario que incrementó más el disgusto y la repulsa de todos los pasajeros. Finalmente, luego de este último incidente algo indecente, logramos llegar a nuestro destino.

Me he extendido demasiado, pero creo que era necesario para reflejar de alguna manera, problemas que evidencian insuficiente control y disciplina en la transportación de pasajeros en Niquero, y que de no solucionarse, puede provocar accidentes como el que hoy lamentamos. Todos los hechos que he narrado aquí han ocurrido ante varias residentes de la localidad. Pueden verificarse simplemente montándose en las guaguas y escuchando los comentarios de los pobladores.

Lo que aquí describo me duele como a todo cubano que ama su patria, y aún más como niquereño que hoy sufro junto a los accidentados y sus familiares, y que lo que más deseo es que todos se recuperen, y que no se repitan estos accidentes.