Cubadebate

Estimado Oro, coincido con Ud. El mundo ha cambiado: el hecho de que quizás el más arrogante de los presidentes que haya tenido EE.UU. se vea abligado a sentarse con el líder de un país pequeño al que odia viceralmente es muestra fehaciente del cambio. En esa parte del mundo se entrelazan sustanciales intereses geopolíticos de estos tiempos, en particular de EE.UU., China, Rusia, Japón y por supuesto, de ambas Coreas entre otros países. La RPDC pudiera obtener muchos beneficios, como Ud. dice, pero a mi juicio, solo si mantiene una política muy inteligente junto a una posición firme; de lo contrario puede sucederle como a Libia, que es el camino que abiertamente han declarado funcionarios estadounidenses. La tan anhelada y necesaria reunificación de ambas Coreas, también pudiese ser un escabroso camino para la RPDC. Pienso que pudiera ser un proceso de negociaciaciones que requiere, como Ud.. ha afirmado en otras ocasiones, de garantías internacionales, que habrá que ver cuáles son en un mundo en que se han echado por tierra, por los propios EE.UU. las garantías internacionales de pactos multilaterales. Quizás sea un proceso tan largo, que incluso rebase la presidencia de Trump.
Por lo pronto, prefiero contentarme con que hay conversaciones, lo que sin dudas es positivo y esperar la marcha de los acontecimientos.
Mis saludo respetuosos.

(Continúa)
Libia es un país multiétnico con una mayoría de bereberes arabizados de diferentes etnias y dialectos, árabes y turco-descendientes en la costa. Trabajadores de otros países son el 15%+ de la población. Libia compró desde 1969 a 2011 una enorme cantidad de armamento sobre todo de origen soviético, ruso y francés. Pero las fuerzas armadas libias eran solo poderosas en el papel, por su bajo nivel de entrenamiento, pobre mantenimiento de la técnica militar. Desarrollaron programas de armas químicas y de armas nucleares que no iban a ningún lugar. Libia tiene la décima reserva de petróleo y gas del mundo, de gran calidad (crudos ligeros y bajos de azufre). Además tiene enormes recursos minerales, y quizás la mayor cantidad de agua subterránea de todos los países saharianos. Nunca estuvo Libia ni cerca de tener armas de exterminio en masa. Gadaffi era miembro de la tribu Gaddadfa, una rama de la extendida etnia Houara, muy poderosa en el Alto Egipto, en la costa de Libia, en menor medida en Túnez, Argelia y Marruecos. La creación de la Jamahiria fue una idea unitaria de elevar los Consejos tribales a un Consejo nacional. La revuelta fratricida y homicida de las tribus libias contra Gadaffi (a quien asesinaron y poco después al embajador de los EE.UU. también), promovida ilegalmente y apoyada de una forma militarmente aplastante y vergonzosa, por los EE.UU. y sus aliados de la OTAN, no tiene tanto que ver con el abandono del programa nuclear. Libia estaba muy, pero muy lejos, de producir un arma nuclear, la que de cualquier manera no podría utilizar contra las tribus del país.
La RPDC posee un extraordinario desarrollo militar convencional y ahora un real arsenal nuclear, dispone de misiles de corto y medio alcance y está desarrollando los de largo alcance y las tecnologías para aparear las armas nucleares con los misiles.
Todos los habitantes de la RPDC son coreanos y hablan coreano. A diferencia de Libia, que había tenido conflictos y guerras con todos sus vecinos, la RPDC tiene fronteras con la RPCh y con Rusia que son sus tradicionales aliados y con quienes hoy, al menos comparte al mismo adversario. Corea del Sur no quiere arriesgar su bienestar económico en el altar del unipolarismo estadounidense, y la elección del actual presidente Moon es para precisamente evitar una guerra.
De más está decir que la RPDC quiere y hasta cierto punto necesita que se quiten las sanciones, reducir su presupuesto militar y desarrollar la economía, más bienestar para el pueblo que ha enfrentado denodadamente enormes sacrificios, más y mejores relaciones con Corea del Sur e iniciar un camino que conduzca en el futuro a la reunificación de la península. Pero para ello no van a sacrificar su soberanía y esta Cumbre es un primer paso, de extraordinaria significación sin dudas, de un camino escabroso y más lleno de baches que la Carretera Central.