Mi sillón. Foto: Gema Sánchez Nájera.
Cuando compré mi sillón no creí que otorgara poderes, simplemente lo necesitaba para ver TV. Pero descubrí que bastaba con sentarme para recibir multitud de ideas y soluciones ingeniosas. Ese era mi secreto. Patenté mis inventos, y me hice tan popular, que comenzaron las citas para consultarme. Al avecinarse la guerra el presidente me llamó a ser su consejero. Todo marchó bien hasta hoy, cuando nos evacuaron de urgencia para este búnker. El presidente y los generales esperan mi respuesta. Mas no sé que hacer, pues cuando empezaron a llover bombas, no hubo tiempo de traer mi sillón.
Autor: Rando Santos