Imprimir
Inicio »Noticias, Sociedad  »

Eusebio Leal: “Mi Patria es donde luche y no solamente donde nazca”

| 34
Es la sexta vez que lo tengo frente a mí y parece la primera.

Es la sexta vez que lo tengo frente a mí y parece la primera.

Después de Fidel, quizás uno de los intelectuales más enfocados —en las últimas décadas— por el lente mediático y “buscado” en Cuba por la prensa, sea mi interlocutor de ahora.

Encanta con la palabra, penetra con su inteligencia. Es un sembrador en el corazón adoquinado de una ciudad. Casi siempre se le ve vestido de gris o de oscuro, si se mira por fuera. A quien le mira dentro, le quema el (cont)acto de la luz que le (re)viste el alma.

Es la sexta vez que lo tengo frente a mí y parece la primera. A un hombre como él quisieras hacerle mil y una preguntas, y al mismo tiempo no sabrías por dónde empezar, porque una cosa es escuchar la historia de un tiempo o de una urbe contada por él y otra, bien distinta, es entrar en el mundo y en la historia —contada en primera persona— de Eusebio Leal Spengler.

Usé entonces el pretexto y honores de un gran evento para encontrar las respuestas a la altura de un sexto piso en la Lonja del Comercio, para conocer al hombre que habita epidermis adentro, para llevar su sensibilidad y grandeza al lienzo, el único que tengo: el de las palabras y el sentimiento. Pero, sobre todo, con la avidez de dilucidar el misterio de un escritor que escribe libros para ser escuchados; libros impresos en la memoria, en el oído y hasta en el viento.

¿Cómo (y cuándo) llegó el primer libro a las manos de Eusebio?

Los primeros libros fueron un descubrimiento casi arqueológico. Mi mamá era sirvienta en casa de una familia de la clase media. Cuando iban todos los años de vacaciones, mi mamá se hacía cargo de la casa y me llevaba con ella. Yo era muy pequeño (…) y era una casa muy bonita, en la calle San Lázaro. Subíamos por una escalera de servicio de la casa porque el resto estaba cerrado con llave. Entrábamos en el universo, mi mamá abría las ventanas superiores, comenzaba a limpiar y había ciertos lugares a los que no entrábamos, pero en la habitación de los niños ellos habían expresamente autorizado que yo podía jugar con sus cosas.

Había un mueble extraño (…) en una esquina. Detrás de ese pequeño armario descubrí un león, un tiraflechas y el arco, y con eso me entretuve algunos días. Pero había una puerta misteriosa que nunca se abría y, desobedeciendo a mi mamá, abrí la puerta y me encontré cuatro grandes libreros, —de arriba abajo— solo con libros infantiles. Ahí estaban Robinson Crusoe, Edgar Allan Poe, Alejandro Dumas, Julio Verne; estaba una colección que se llamaba El tesoro de la juventud. Y a partir de ahí lo fascinante eran las ilustraciones. Había muchos libros de cuentos con cromos. Y entonces esos son los primeros libros.

Como vivía en la calle Hospital entre Salud y Jesús Peregrino, la escuela quedaba muy cerca de Carlos III, de la calle Castillejo, La Lomita y la biblioteca de la Sociedad Económica. Ya yendo a la escuela, en primaria fui a la biblioteca y me recibieron con la mayor amabilidad del mundo. Ese edificio, para mí, es entrañable, con sus enormes medallones dorados como monedas antiguas de Carlos III, el busto de Gertrudis Gómez de Avellaneda a la entrada, un jardín con una fuente y, al final, la pequeña escalera que ascendía a la biblioteca infantil.

Allí, también, los primeros libros… y, a partir de esos primeros libros, comenzó el mundo. Ahí sí aparecieron los grandes autores, apareció El Conde de Montecristo y todas esas obras maravillosas de la literatura. Por ahí fue el camino.

¿Qué espacio ha ocupado y ocupa hoy en su vida la lectura? ¿Hábito, pasión, necesidad?

Los libros casi me sacan de mi casa. Entre el año pasado y el antepasado doné la mitad de mi biblioteca al Colegio Universitario San Gerónimo y a la biblioteca de Arquitectura de la Oficina del Historiador. Entre ambos conjuntos forman un aproximado de 8 000 libros.

Sin embargo, ayer meditaba que era necesario sacar de mi cuarto cuatro o seis libros que se habían ido acumulando al lado, en una mesita. En la mesa de comer en este momento hay como doce o catorce, subiendo la escalera hay varios y tengo que meditar si debo incorporarlos al librero o devolverlos o entregarlos a la biblioteca que fundé. ¿Por qué? Porque ya no tendría tiempo de leer, ahora lo que hago son consultas: leo, consulto y siempre estoy leyendo un libro…. Voy terminando ese y tomo otro, tomo otro… pero ya no hay tiempo material —contando días, meses y años— para leer. Entonces, lo demás es una especie de recreación hedonista en los libros. Por eso hay parte de los libreros que ya están vacíos.

Un close-up al Eusebio intelectual con huella indeleble en las Ciencias Sociales (de hecho, Premio Nacional en este acápite) y al Eusebio escritor, más allá de la palabra escrita…

Hay una escuela en Cuba que a veces resulta como que no está de moda: la oratoria pública. Cuando alguien irrumpe en ese ámbito, resulta que causa una especie de sorpresa, en algunos casos hasta inquietud porque jamás he leído nada. Sin embargo, siempre estudio y me preparo con la gran tribulación de que —en último momento— la emoción de la palabra me prive de decir algo que era fundamental.

Estudio siempre, hasta un momento, no soy de los que están detrás de la puerta esperando leer el último párrafo para el examen. La noche anterior ya doy por terminado el asunto y digo que lo que no está en mi cabeza, ya no está. Lo otro lo reservo a lo que sabe el espíritu.

Cuando dicto cartas, por ejemplo, trato de que nunca sean iguales, aunque sea para dar respuestas administrativas. Algunas han sido tan originales que han causado escándalo ciertas respuestas… Te diría que trato de hacer eso. Igual que al dedicar libros. Me abstengo de hacer dedicatorias parecidas, tienen que ser siempre creativas; salvo cuando alguna persona me trae un libro que no he escrito y me pone en un compromiso. Me dice: “no, es solo porque quiero tener un recuerdo de usted”, entonces solamente firmaría una página. Pero, de ninguna manera, obra que no sea mía.

¿Las obras mías?  Las que recogió la memoria. Por ejemplo, mi biógrafa Magda Resik ha estado semanas transcribiendo unas palabras mías que dije en determinado escenario muy importante. Y lógicamente, muy pocas personas tienen como ella la capacidad de poder editar a un orador y no a un escritor. Porque a veces la idea se repite y se retoma; porque una cosa es mirando los ojos al público, tratando de ejercer una obra persuasiva sobre las conciencias, y otra es sentar razonablemente. Entre otras cosas, porque no utilizo computadora. Hace dos años y medio abandoné el teléfono celular y no quiero oír hablar de él. Por lo tanto, estoy desconectado de esa realidad tecnológica. La admiro. Claro, he tenido la suerte de que otros me buscan las noticias… Pero por lo general, todo es lo que conserva mi memoria, las fichas. Todavía ahora puedo separar un trabajo que debo dictar sobre un tema histórico y decir: “búsquenme en el libro tal, tal cosa, búsquenme en la obra tal o más cual o aquello que leí, o vamos a sacar el exergo de tal lado, de acuerdo con la conceptualización de la idea.

Cuando le anunciaron que la 27 edición de la Feria Internacional del Libro estaría dedicada a la personalidad del doctor Eusebio Leal Spengler… ¿qué sentimientos lo habitaron?  ¿Cuál fue la reacción al conocer tan merecida noticia?

Mira, los honores ni se piden, ni se pueden rechazar. Sería un acto de vanidad. Lo segundo, no se me ocurriría decir: “no lo merezco”, porque sería desconsiderar el tribunal.

Me sorprendió muchísimo y me emocionó mucho. Se lo dije sinceramente a Juanito (presidente del Instituto Cubano del Libro) y sinceramente a Edel. Me emocionó mucho por una sencilla razón: porque durante varios años sé que mi causa fue presentada y mi vida se ha dedicado a la preservación de las fuentes: archivos, bibliotecas… Por ejemplo, la fototeca de la Oficina del Historiador tiene hoy 1 500 000. Bibliotecas son varias. En la histórica, de Francisco González del Valle que era de Emilio Roig, a mí me fueron entregados cien libros; hoy hay miles, pero además libros muy valiosos. El Archivo Histórico tenía solamente las Actas Capitulares. Durante los momentos más difíciles adquirimos por donación cientos, miles de documentos. También, adquiriéndolos económicamente.

Pero no se fundó solo esa biblioteca. Fundé la Alfonso Reyes, de la Casa de México; la Vicentina Antuña (…) en lo que es hoy la Dante Alighieri; la biblioteca de Arquitectura, dedicada a los arquitectos ilustres Mario Coyula y Fernando Salinas; la Biblioteca Bolivariana, por citarte algunas…

Entonces conservar el patrimonio nacional conllevaba un acto de memoria histórica, un acto de cultura, compartido por mí —modestamente— con colaboradores míos que están y que no están, y sobre todo con mis predecesores.

Mi causa fue presentada ahí a veces y siempre alguien me dijo: “la votación no permitió que fueras el Premio de Literatura”. Y el Premio de Ciencias Sociales me agradó mucho, me alegró mucho. Deseo el premio y me alegro, porque es el premio a una obra, no a una persona. Sobre todo por la razón de que con todo cariño me lo dieron cuando casi todo el mundo pensaba que me moría. Como no me podía ir sin ese pergamino, el jurado —conmovido— me lo otorgó. Pero me alegro, porque he vivido para verlo. Y voy a vivir para poder presentarme, modestamente y con mis modestos libros en la Feria del Libro, y trataré de estar en todos los lugares que pueda…

Mi gratitud es eterna para el Instituto, para Juanito, para Edel, para el ministro Abel y, desde luego, para el jurado, formado por personas respetables y maravillosas; todas las cuales me agasajaron el día de la noticia, con el mayor entusiasmo y afecto.

La Historia en general y La Habana en particular han absorto casi la mayor parte de su vida. ¿Podría decirse que es una relación de amor-necesidad y de oxígeno-amor? De cara al aniversario 500 de la fundación de esta urbe, en medio de lo que usted ha llamado un “movimiento perpetuo de acciones” por esta Ciudad Maravilla,  ¿en qué radica, para el doctor Eusebio Leal, la Maravilla de La Habana?

Siempre fue maravillosa para mí: La Habana que conocí, La Habana que cambió, La Habana actual. La Habana en su esplendor, en sus pequeñeces. La Habana en sus zonas oscuras, redimidas; La Habana en sus zonas oscuras, no redimidas. La Habana en sus zonas deterioradas y que se reconstruye, como un acto de amor y, desde luego, de recursos materiales. No olvidemos que la restauración requiere dinero, dinero y más dinero… y ¿hasta qué punto el país puede disponer de lo que se requiere? Es el peor momento para desear lo que no se puede. El peor momento. Pero si todos ponemos un poco de nuestra parte, se logrará.

Cuando veo que personas adquieren una casa y la restauran bien, me alegro. No cuando veo que van surgiendo arrabales dentro de la ciudad y que, al parecer, nadie se da cuenta de que va surgiendo una arquitectura de la necesidad, mal orientada, porque bien orientada podría ser modesta pero bella. La Habana tuvo siempre barrios más sencillos (…), pero cuando veo esa arrabalización que surge, veo la ciudad en peligro y veo que es más fácil a veces demoler que reconstruir. Me alarmo muchísimo.

Yo nací en un solar en Centro Habana, por tanto sé los encantos de la vida de una comunidad… ordenada. El lugar en que yo nací —Hospital 660— era un lugar muy humilde, donde solamente teníamos una habitación, no teníamos baño ni cocina; sin embargo, reinaba un orden, reinaba una disciplina…

Esas son las cosas del pasado que hay que recuperar: ese sentido de la honradez y la decencia que viene desde los más humildes y que no admite ese desprecio con que a veces, en un ómnibus, sube una mujer con un niño y no hay uno que se levante. En ese pasado —por tantas razones, ominoso;  por tantas razones, digno— resulta ser que te montabas en una guagua y se levantaban todos los hombres, como una especie de danza…

Esa es (también) La Habana… La Habana del cine, La Habana de los teatros, La Habana de los parques y jardines, La Habana de los monumentos y estatuas. Qué dolor restaurar un monumento ahora y que de pronto vengan con un graffiti (que lo hacen además con un material nuevo que penetra en el mármol abierto y hay que desbastar un milímetro) y que después que termines, vuelvan de nuevo.

O un monumento satanizado porque se considera del pasado. Bueno, figúrate qué habría pensado Lenin de todo eso cuando le encargó a Krupskaya, a Lunacharsky y a Dzerzhinsky que cuidaran los monumentos de Rusia, y los preservaran de los movimientos telúricos que supone una revolución verdadera.

Hay que cuidar el ornato de la ciudad, su limpieza, su decoro. ¿Cómo es posible salir a la calle en camiseta? (…) La Habana es una capital, no una aldea. Y una capital de una gran nación: Cuba. Esa es La Habana.

Usted es mucho más que el Historiador de esta ciudad; del mismo modo en que Habana Radio es la voz del patrimonio, Eusebio Leal es voz y patrimonio de gran parte de nuestra Historia. Su gestión denota que La Habana tiene mucho de usted, ¿cuánto tiene de La Habana, entonces, Leal Spengler? 

Todo. Independientemente de que con el tiempo me hice más universal, por tanto más ecuménico. (…) Si me nombran mañana Historiador en Baracoa —después que se me pase el susto— me sentiré baracoano, como si me nombran en Santiago, en Camagüey, Gibara o en Pinar del Río.

Mi Patria es donde luche y no solamente donde nazca.

Yo creo que eso es así, además he aprendido que en mujeres, en temas de cultura, en temas de amistad, no se puede hacer nunca comparaciones. Que cada cosa tiene su encanto, que cada cosa es diferente, que cada cosa es singular.

Santiago es distinto a Ciego de Ávila. Por suerte Ciego de Ávila es diferente a Camagüey, siendo el mismo gran territorio agramontino que va desde un río a otro. Son identidades. Una cosa es la división político-administrativa y otra cosa es la Historia, otra cosa es la Cultura.

¿Cómo imaginar de otra manera a Cuba? Es una unión de identidades. Y La Habana es igual. Cuando yo nací, eran 48 barrios. Me recreo cuando entro por las calles destruidas del Cerro, buscando la antigua Sociedad del Pilar, buscando todo aquel barrio que conocí porque ahí estaba la escuela donde mi mamá era conserje.

Pero Centro Habana… ¿tú quieres algo más imaginativo, más bonito? Donde el eclecticismo floreció de una manera increíble: pájaros en las fachadas, atlantes que sostienen balcones, cariátides que cargan columnas. Eso es lo increíble. La ciudad de las columnas de Carpentier… pasear por los portales, entrar protegiéndote del agua, del Sol, conversando… (La maravilla de) La Habana.

Como acérrimo defensor que es de la cultura, de la identidad, de la nación, quisiera conocer su percepción sobre la tríada historia-literatura-cultura… ¿Cuán clave es esa sinergia para la defensa de una nación en general y, en especial, para la defensa de la memoria, el patrimonio y la identidad de Cuba hoy?

Son las escamas del pez, las escamas metálicas acorazadas del caballero. Para defenderte debes tener una coraza y la cultura es la coraza. Pero no es una coraza que te priva del diálogo; cuando estás entre amigos, entre hermanos, naciones, personas, instituciones, te quitas la coraza pero tienes el alma.

Tienes entonces la música, la poesía, la literatura, las expresiones del arte —antiguo, moderno, contemporáneo—, la arquitectura, los “decires” populares, la identidad de cada cual.

Cuando tú recorres la Isla de Cuba, desde Pinar del Río hasta Oriente, vas viendo cómo el idioma va oscilando y se va convirtiendo en un discurso unitario, donde las palabras adquieren un significado a veces diferente, sutil, poético. En Oriente se le llama pluma, aquí le llamamos llave, por ejemplo. Y tú vas recorriendo el camino y vas teniendo esos rasgos… y todo eso, un cosmos, es identidad.

Dentro de la América, las Antillas forman una identidad. Y junto a ellas, el Caribe, que tiene otras raíces pero se unen armónicamente a partir de una historia común de sufrimiento, de creación, de expectativa, de sueños de libertad, de armonía. Y, desde luego, siempre hemos querido ser América, independientemente de que somos insulares y, como tales, vivimos siempre al lado de la orilla del mar.

Nosotros tenemos que ver el mar. Cuando entras en una ciudad de Cuba la gente sueña con el mar. Ver el mar. Es muy importante para nosotros. Tú paseas por el Malecón por la noche y tienes el mar. Porque del mar llegó todo. El homo cubensis no existe. El hombre cubano, el ser humano cubano se formó de emigraciones, cada una trajo su identidad. Vinieron por las islas un día los pueblos aborígenes, con todos sus sueños, su mística, su visión de la creación del mundo, del océano.

Atrás llegaron los que venían de Europa. Atrás llegaron los que venían de África diversa, con sus sueños también, con su arrebatada libertad, con su deseo de identificar cada árbol, cada criatura, cada pájaro; su mística propia. Atrás llegaron los del país del loto, como decía Dulce María (…), se fueron reuniendo en este mediterráneo y formando eso que somos los cubanos: una mulatez que nace del espíritu y no solo de la sangre. La sangre llama, pero la cultura determina.

Febrero de 2018 no solo trae el mayor evento cultural del país, sino un momento definitorio —un ejercicio de democracia— con unas elecciones generales en las que faltarán nombres clave de la generación histórica… ¿Expectativas, desafíos que vislumbra perentorios para nuestra nación?

Está en manos (la nación), complejamente, de la nueva generación y de las generaciones que han coincidido con la histórica o que están ya inmersas en la realidad cubana. La validez del legado está en su capacidad de administrarlo. La validez del legado está en comprender cuáles han sido los elementos clave por los que hemos luchado, soñado, padecido, vivido, muerto y resucitado. Quiere decir: la soberanía nacional, la integridad de Cuba, el derecho a la integridad de la nación, el derecho a la libre determinación, el derecho a la prosperidad —que es muy importante—, el derecho a ir hacia delante que es, en definitiva, el destino de todo pueblo y de toda generación.

Si la que nos precedió —y el legado que nosotros ayudamos a acumular— se ha transmitido, eso es lo más importante. No como quien cree en una consigna o lo cree un dogma, no sea que ocurra como aquel general del imperio que —herido de muerte— dijo estas palabras: “decidle al emperador que me presento ante la posteridad con las manos vacías”.

Ni la generación histórica encabezada por Fidel, ni la mía, se presentan a la posteridad con las manos vacías. Algo hemos depositado. Ahora, lo demás es cuestión de ustedes.

Eusebio y Fidel, en la cercanía, en la cultura… ¿se atrevería a retratar en palabras al Fidel intelectual? ¿Cómo sería entonces ese retrato?

En aquel Congreso de la UNEAC, memorable, en medio de la gran posibilidad de un enfrentamiento mortal con nuestro adversario, él dijo: “lo primero que tenemos que salvar es la cultura, porque es la que va a preservar a la nación, es la que hará surgir hasta un Ave Fénix de una montaña de cenizas”. Esa es la cultura: un Ave Fénix.

Él creyó firmemente en eso y, para eso, afirmó categóricamente la cultura —porque la tenía— y las ideas, porque las defendía y las supo defender, a tal punto que como dice la canción de Raúl Torres, que es tan bella, “no hay un solo altar sin una luz por ti”, pero también dice que ahí delante va “lentamente sin jinete, un caballo para ti”. Ese es el legado: que ni la muerte cree que ha muerto. El legado es haber sabido trascender, sin necesidad de estatuas ni monumentos, ni de tratar de forzar o empalagar con su memoria. Ni de crear una religión de su memoria. Fidel era (es) un hombre de ideas. Y es imposible borrarlo del tiempo histórico que le tocó vivir, y será imposible borrarlo de la historia de América y del mundo.

Si Eusebio Leal fuera un libro, ¿qué título tendría, cuál sería el prólogo que escribiría a manera de fe escrita sobre cómo desea que lo recuerden las nuevas generaciones de cubanas y cubanos? 

Tu pregunta es la más difícil del mundo. Figúrese, qué quisiera ser yo, qué acto de vanidad tan grande imaginarme que escribiría un libro que fuera trascendente. Qué exergo podría colocar en ese libro, ¿qué exergo? Pues mira, francamente, no lo sé.

Y la mejor respuesta se asiló entonces en un silencio fecundo, un silencio suscitado por la voz interior de una modestia que se resiste a ver la altura de su nombre. Que se empecina a ver, con ojos propios, la estatura de su obra… ya en los libros escritos para ser leídos —que son los menos—, ya en la agradecible colección de libros que ha recitado para que los escuche el tiempo.

Le adiviné una sonrisa en la mirada, tras compartirle ese amor tan suyo por esta ciudad que le regalé en una Balada pasajera para un romance eterno. Y es que, en materia de mujeres, hay una que le sacude el pavimento, le persigue en cada esquina, le erige mil monumentos. Una que le delinque —con reincidencia febril— las horas de sueño, lo devuelve a los libros para que le reinvente piropos. Una que se le ha tatuado en 500 rincones y es exergo en el libro de sus desvelos: La Habana, le dicen, La Habana de Eusebio.

Ese es el escritor que late en el interior del hombre para quien el hábito de lectura debe ser un compromiso de “inducción temprana”, como el “juguete primero” en la más verde infancia. El escritor que, por falta de tiempo —dice— ha debido limitarse a “recoger lo que digo o a dictar lo que hago”. En todo caso, qué fortuna la de lectores y oyentes.

Un disparador de futuro con las balas de gloria de un pasado ineludible, el más Leal de los guardianes de su historia, el Quijote acorazado de fe y con más fe después de la coraza y el alma, que encara a los molinos del salitre y el desequilibrio de muros roídos por el tiempo.“Siempre vigilante”, pronto al reencuentro.

Desde hace mucho la posteridad le agradece por las manos repletas. Le agradece la sobrevida. Y el pulseo constante con los almanaques para que, con cada piedra restituida, se le devuelva a cada muro la dignidad, como quien restaura un sueño. Arqueólogo de la cultura misma, arquitecto del futuro mejor que merecemos. Pausada la palabra y desenvainado el criterio, me devuelve entonces la mirada con un optimismo que se dibuja en verso. Solo habría espacio ahora para una Dulce María que evoca a “medirle el amor” (de todos) a Eusebio: “con una cinta de acero: Una punta en la montaña. La otra… ¡Clávala en el viento!”.

(Tomado de CubaLiteraria)

Se han publicado 34 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • senelio ceballos dijo:

    Prof.LEAL//// Estoy muy agradecido por leer vuestro articulo aqui en cubadebate.cu....PADRE...no solo es aquel que ..HIZO / CREO/ ENGENDRO AL CHIQUILLO......Padre es aquel que lo educa, cria, amamanta le da los primeros consejos y ejemplos en la vida.......Patria no es solo aquella ..donde nacimos....Es aquella por la que luchamos, es aquella que te ha dado educacion, cultural y vida social....BRAVO MAESTRO!!

  • feg dijo:

    Una "confesión familiar" al margen: soy el que friega la vajilla de la comida en mi núcleo hogareño...
    Puede resultar un mal hábito desde el punto de vista del ahorro energético, pero la tele está en esos momentos conectada y yo escucho y lavo. Eventualmente una noticia más importante que otras, me saca de mis labores y corro a captar imágenes y voz.
    Todas las relacionadas con el ínclito Eusebio, sea protagonista o referente, me llevan ante el televisor...sufrí y morí un poco más con su enfermedad y obviamente no la aceptaba y de manera tozuda pensaba y soñaba que una potencia médica no iba permitir así como así que un polígrafo símbolo de nuestra cultura se fuera antes de la expectativa de vida alcanzada.
    He disfrutado su recuperación, sobre todo en el tono grave y convincente de su voz que ya vuelve a deleitarnos con su magisterio.
    Felicidades al cubano universal ilustre por los reconocimientos y felicidades para Cuba y el mundo por tenerlo alumbrándonos el camino.
    Gracias Sheyla por tu acercamiento a un grande de la cultura universal.
    saludos

  • yojannier dijo:

    Excelente entrevista. Gracias, profesor Eusebio

  • Luis dijo:

    Eusebio: decirlo ya refleja a Cuba, su gente y su historia. Mil gracias doy por haber compartido tiempo con tan excelsa figura. Hoy y siempre, será uno de los mejores defensores de la auténtica cubanía; maestro de maestros y como una libro, si, para tenerlo siempre de la mano.

  • habana dijo:

    Eusebio Leal el novio mayor de nuestra Habana .. lo admiro tanto!!!!! , mucha salud y bendiciones para usted... muy merecida esta Feria dedicada a su figura y a su obra.

  • Baby dijo:

    Hermosa entrevista, pues Eusebio se ha ganado un lugar en la gloria, en la memoria y en la historia de Cuba, que Dios lo bendiga, le de salud y ojalá podamos clonar su integridad, su honradez y hacer muchos Leal, para preservar esta Habana de todos los Cubanos, los de adentro y los de afuera.

  • Alina Puig dijo:

    Gracias Sheyla! guerrera-poeta de la palabra por este retrato hablado tan hermoso e

    inteligente de este cubanazo que tanto admiramos y amamos.Salud!

  • JPP dijo:

    Eusebio.
    Mi madre decia que se podia andar surcido pero limpio, que la pobreza no indicaba pobredumbre.
    Le recuerdo, aunque usted no a mi, cuando iba a dar conferencias en la Escuela de Arquitectura, invitado por el profesor Segre, en una juventud activa e inquieta, se podia escuchar el sonido de una mosca que volara por el Salon Rojo de la escuela, era un embelecimiento tal, de todos, que soñabamos despierto con la Habana que dibujabas con tus palabras y que despues nos has regalado, por esos momentos de ensoñacion me siento privilegiado.
    Gracia Eusebio y mucha salud.

  • sergio dijo:

    SABIDURIA,INTELIGENCIA,HUMILDAD,PATRIOTISMO,CUBANIA,FIDELIDAD TODO ESO EN UNA PERSONA ES DIFICIL DE ENCONTRAR Y EUSEBIO LEAL LAS LLEVA MUY DENTRO.MUCHOS AÑOS DE VIDA CON SALUD LE DESEO.

  • Mario dijo:

    Compañero Leal, mi respeto y admiración por lo que usted y su equipo de trabajo hace en favor de nuestra Habana.
    De la entrevista que le hizo Sheyla Delgado Guerra di Silvestrelli este Diciembre tomo la siguiente cita, motivo de este comentario: “… La Habana del cine, La Habana de los teatros, La Habana de los parques y jardines, La Habana de los monumentos y estatuas. Qué dolor restaurar un monumento ahora y que de pronto vengan con un graffiti (que lo hacen además con un material nuevo que penetra en el mármol abierto y hay que devastar un milímetro) y que después que termines, vuelvan de nuevo.”
    Efectivamente Leal, QUE DOLOR! , mientras se construye, restaura y embellece, hay otros que destruyen, promueven lo feo, lo vulgar, lo chabacano.
    Todos los días recorro el Malecón habanero camino hacia mi trabajo, miro hacia el mar y disfruto el maravilloso espectáculo, pero mi felicidad no es completa, bajo mi mirada y aparecen grandes números pintados en el muro de nuestro querido malecón que se extienden desde la entrada de la bahía hasta el túnel de 5ta Avenida. Quien es el responsable de este insulto a la ciudad y sus moradores?, hace algún tiempo alguien me dijo que el responsable era la empresa de Carnavales de La Habana. Mal por los Graffiti, pero que una empresa estatal sea autora de algo semejante es inaudito.
    Estoy completamente seguro de que usted ha sufrido esto tanto o más que yo, pero ¿tendrá solución el capítulo de los números pintados en el muro del malecón habanero?

  • Taran dijo:

    Magnifico articulo, Eusebio siempre espectacular hablando sobre algo que esta pasando lastimosamente de moda, la lectura, la joven generacion no lee, no digo toda, digo el 99,9 %. Quiza el cro. Eusebio seria el indicado para hacer una lista de los mejores 100 libros que todo cubano deberia leer para ser medianamente culto. Oi una vez que Mannach hizo una lista similar para Enrique Nunnez Rodriguez. Gracias.

  • K1K2 INDUSTRIALES dijo:

    Eusebio.... se define en una sola palabra, en su nombre, toda la extencion de su nombre para mi significa un todo..... hombre, amigo, familia, hermano, presidente de todos los cubanos que amamos tu obra, que amamos tu persona.
    Gracias por existir........ maestro.

  • maguy dijo:

    Excelente entrevista, muchas gracias al Dr. leal por este regalo de enseñanza, amor, sencillez y dedicación. Gracias también a la peridiodista por este excelente trabajo.

  • Isabel-Pinar dijo:

    Leer a Eusebio Leal y leer sobre él es un privilegio, es una bendición. Gracias.

  • manuel dijo:

    honor a quien honor merece, Eusebio es el artífice de la hermosa obra de restauración de La Habana.

  • odalis-edupinar dijo:

    Eusebio Leal es un ejemplo de hombre culto, sencillo y patriota de pura cepa.
    Defensor genuino de la cultura, el patrimonio y de los valores más representativos de la nacionalidad cubana.

  • f dijo:

    Felicidades por las preguntas inteligentes, gracias por las maravillosas respuestas, del Sr. Leal, ferviente criollo y defensor de la identidad nacional, por sobre todas las cosas, pupilo de la letra de Varela, Saco y Martí, impulsor de la restauración de los ideales, de la historia, de La Habana, que aunque a veces, en la mayor parte de los lugares, esté fea y los cubanos ensucian sin importancia del cuidado del entorno, es la Habana, la capital de la Isla.

  • Heem Gondes dijo:

    La Habana de Eusebio!!!!!!!! , bien dicho....

    Como en este artículo, videos, etc, etc donde está nuestro Gran Historiador Nacional ahí estoy yo para leerlo, verlo repetidamente. Tiene un magisterio único muy especial que cautiva y hasta nuestros ojos se humedecen cuando habla de Cuba y los cubanos!!!!!!
    Bendiciones maestro y le pedimos se cuide extremadamente por que lo necesitamos mucho..!!!!!!
    Un fuerte abrazo y muchísimas gracias de parte de una familia cubana que lo quiere y respeta desde lo más profundo de nuestros corazones!!!!!!!!
    Viva Cuba Libre!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

  • Julio César dijo:

    Gracias, Profesor por las clases magistrales que das, no me pierdo un programa suyo, por donde quiera que vas trasmite cultura para todos, para mi no eres el Historiador de la Habana, sino de Cuba, porque hablas con pasión de cualquier Ciudad y nuestros martires, me has enseñado a amar en estos 49 años que tengo la Historia de Cuba, Usted como siempre siendo uno de los alumnos más aventajado de nuestro Lider historico Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, que el año 2018 le de mucha saludo querido Hermano.

  • Oscar R. Verdeal Carrasco dijo:

    Una bella entrevista, no podía ser de otra forma para que estuviera a la altura del entrevistado. Martí decía que HOMBRE es en la vida difícil y pocas veces lograda carrera. Eusebio Leal está graduado con honores en esa carrera. Los habaneros en particular y todos los cubanos en general le agradeceremos por siempre su VALOR al enfrentar la gigantesca tarea de enfrentar la desidia, el desorden y no se cuantas otras cosas, para lograr lo que ha logrado. Y hablando de Martí, una vez le escuché a Leal una conferencia sobre La Habana de Martí (como parte de un Seminario Juvenil de Estudios Martianos), ojalá la haya escrito, porque sería estupendo poder leerla. Se honrará la Feria del Libro con el homenaje. Gracias Leal.

  • la lluvia dijo:

    que decir del maestro , le conosco y se de su sencilles profunda de su forma de solidaridad eres un luchador , tu Habana querida nuestra de todos lleva por siempre tus huellas.
    gracias y cuidese mucho

  • Maribel Torres Raventó dijo:

    Un honor para esta periodista nuestra haber tenido la posibilidad de dialogar con esta personalidad cubana. Ojalá que lo tengamos por muchos años más. Es uno de nuestros orgullos. Felicidades para él en el nuevo año.

  • Santiago dijo:

    No he tenido tiempo todavia de leer el articulo, pero por este medio quiero reconocer la grandeza de este cubano que cada vez que se expresa nos da una leccion de modestia, cubania, lealtad, en resumen un patriota digno de admirar, respetar y seguir su ejemplo. gracias Eusebio por existir....

  • Néstor del Prado Arza dijo:

    La entrevista es uno de los géneros literarios más maltratados aquí, allá y acullá. Uno de los grandes entrevistadores cubanos-lamentablemente fallecido-, decía que si el entrevistador intenta competir con el entrevistado va seguro al fracaso. No quiero decir que Sheyla haya intentado competir con su entrevistado; pero si Luís Báez resucitara seguramente diría, que hay excepciones, como el caso que nos ocupa. Sheyla además de preguntas inteligentes y cruciales, nos ha regalado una bella pieza literaria. Ya sabemos que intentar opacar a Eusebio sería un desatino, no solo por su proverbial cultura e inteligencia, sino por su humildad, la de los grandes al sentirse feliz con la brillantez virtuosa de los demás. Espero que podamos disfrutar de esta entrevista en forma animada, en la pantalla de algunos de los tantos artefactos que abundan o por la Televisión Nacional.
    Es cierto que Eusebio es un símbolo de La Habana y de Cuba; pero yo les invito a meditar para no dejarlo en el meritorio y útil rol de historiador de tantas ciudades emblemáticas. Yo admiro a Eusebio en su rol de diputado; siempre alerta, siempre sincero, siempre buscador de la mejor verdad posible. Yo admiro a Eusebio en su rol de pensador valiente y valeroso; el que con palabras claras y contundentes hace una intervención perentoria en un Congreso de la UNEAC, o en un Congreso del PCC, o en una Conferencia Científica en que se discuten cuestiones de gran impacto para la Nación, para la Sociedad, para la Revolución.
    ¡Cuánto desearía que Eusebio tuviese varios discípulos! No digo alumnos, ya que va mucho más allá de la instrucción. Alguien habló de la clonación, yo prefiero hablar de la prolongación fecunda. Estoy seguro que muchos jóvenes podrían tener en Eusebio a un extraordinario maestro, para convertirse en nuevos Eusebios, no como calco, sino como protagonistas de continuidad de esencias y ruptura que los nuevos tiempos demandan.
    Fidel dijo una vez algo que nos marcó: ‘En el pueblo hay muchos Camilos”.
    No sentiríamos muy felices si pudiéramos afirmar: “En el pueblo hay muchos Eusebios”.
    Gracias Sheyla por tu excelente trabajo
    Gracias a Cubaliteraria por la iniciativa
    Gracias a Cubadebate por publicarla
    Gracias a Eusebio por seguir dándole a la vida flores.

  • M Rodriguez dijo:

    Un buen articulo, el protagonista lo merece, su labor admirable, por que esa alusion de indole politica.? Es imprescindible?

  • Taran dijo:

    Yo sigo diciendo que a ese sennor deberian darle por lo menos 2 o 3 horas semanales fijas en la television, que se siente comodamente en su butaca y nos hable de lo que sabe, como si es los domingos de 6 a 9 de la mannana, para que no digan que es un horario estelar y que choca con la boberia de la novela, una especie de misa sobre historia de Cuba bien temprano, no me perderia ninguna.

  • Roger Obregón Tejeda dijo:

    He leído a Eusebio Leal infinidad de veces, en los llanos de Apure me acompañaban sus libros, comparo su verbo y su oratoria con la del Maestro...es cautivante. El "Gigante" lo disfrutaba y le gustaba sobremanera escucharlo. Parafraseando a Benedetti: "Gracias por el fuego"

  • nicanor dijo:

    Don Eusebio Leal, un cubano impresicindible... su vida y obra trascenderán por siglos... Dios le de salud y muchos años de vida.

  • Eva dijo:

    Lo ha visto caminando por su Habana, nuestra Habana, devolviendo el saludo a todos, entre ellos a mí , humilde transeúnte. Gracias por su entrega, por su sabiduría, por su empeño en cambiar la imagen de la Habana y devolverle su esplendor.
    Me emociono la entrevista. Gracias por darnos el placer de leer cosas bellas.

  • Pepe Valdez dijo:

    Eusebio.. La Habana es su gran monumento.. preservar La Habana es su gran obra, su tenacidad es tu gran medalla, su pasión es nuestro sueño por lo que queremos esta Habana nuestra, Habana por siempre.. La Habana de Eusebio

Se han publicado 34 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Sheyla Delgado Guerra Di Silvestrelli

Sheyla Delgado Guerra Di Silvestrelli

Periodista. Graduada en la Universidad de Camagüey "Ignacio Agramonte Loynaz" (2011). Periodista del diario Granma (2011-2016), de La Jiribilla y Cubaliteraria (2017-2018) y columnista en Cubainformación. Fue Consultora de Comunicaciones en la Oficina de la FAO en Cuba (2018).

Vea también