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Rusia, la verdadera cara antiterrorista en Siria

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Una tercera dirección de la estrategia de Moscú en Siria fue acompañar el combate contra el terrorismo con un proceso de negociaciones entre los grupos armados de la llamada oposición moderada y representantes del gobierno sirio. Foto: Prensa Latina

Al cumplirse dos años de la participación de Rusia en el conflicto sirio, queda claro que Moscú fue la verdadera cara del antiterrorismo en ese país levantino.

Cuando Damasco llamó a filas a Moscú para el apoyo con su fuerza aérea, las tropas gubernamentales estaban casi orilladas entre Damasco y Latakia, pese a supuestas operaciones de una coalición internacional contra el grupo Estado Islámico (EI).

Ahora, cerca del 89 por ciento del territorio sirio fue recuperado por el Gobierno de manos del EI y otras formaciones afines, que en el último quinquenio recibieron respaldo permanente desde el extranjero.

Más de un año de acciones de una coalición internacional, integrada por unos 60 países y encabezada por Estados Unidos, lejos de destruir y lograr el retroceso de los terroristas, como anunciaban, permitieron su proliferación y fortalecimiento.

La entrada de la Fuerza Aeroespacial (BKS) rusa en la confrontación siria puso al descubierto la hipocresía de Occidente al anunciar una misión antiterrorista, sin que ello tuviera la anuencia del gobierno sirio.

Uno de los canales principales de financiamiento de las formaciones terroristas, en especial, el EI y la agrupación Jabhat An Nusra, era el tráfico y venta ilegal de petróleo, obtenido en pozos bajo su control.

El estreno de Rusia en el conflicto fue, entre otras cosas, la destrucción de esa vía de suministro.

Tras dos años de operaciones, la fuerza aérea de este país destruyó 212 pozos petroleros en manos de los terroristas, 184 refinerías y 132 estaciones de bombeo de gasolina para camiones cisternas, según el ministerio de Defensa.

En la eliminación de los objetivos terroristas por la agrupación aérea rusa en Siria participaron bombarderos SU-24M, aviones de asalto Su-25SM, modernos bombarderos SU-34, cazas SU-30SM y los nuevos SU-35.

A ello se unieron las acciones de los bombarderos estratégicos TU-95SMS y TU-170, los helicópteros MI-24, MI-35, MI-8AMTSM, MI-28N y KA-52, así como buques y submarinos de las flotas del Norte, mar Negro, Báltico y la flotilla del Caspio.

Desde las embarcaciones rusas fueron lanzados decenas de modernos cohetes alados Calibre que junto con el resto de las BKS eliminaron a ocho mil 332 puestos de mando terroristas y 17 mil 194 puntos de apoyo y 970 campos de entrenamiento.

En 30 mil vuelos, la aviación de combate rusa efectuó 92 mil ataques aéreos, en la primera operación de envergadura de las fuerzas armadas en el extranjero desde la desintegración de la Unión Soviética.

El precio a pagar por formar un frente adelantado contra el terrorismo, que podría en algún momento amenazar el propio territorio ruso, fue el de 30 militares, incluido el teniente-general Valeri Asapov, el asesor de mayor rango en Siria.

Pero Rusia acompañó la eliminación de los grupos terroristas, que incluyó la liberación de la parte oriental de la ciudad de Alepo y la histórica Palmira, con la labor de su Centro de Reconciliación, que se encargó de la ayuda humanitaria.

Además, el mencionado centro coordinó la labor de zapadores rusos que en dos años desminaron cinco mil 295 hectáreas y destruyeron 60 mil 384 artefactos explosivos, sobre todo, en Alepo.

Una tercera dirección de la estrategia de Moscú en Siria fue acompañar el combate contra el terrorismo con un proceso de negociaciones entre los grupos armados de la llamada oposición moderada y representantes del gobierno sirio.

Astaná, capital de Kazajstán, se convirtió en la sede de esas pláticas que después de seis rondas, en medio de una tregua pactada el 30 de diciembre de 2016, logró avances como el funcionamiento de cuatro zonas de distensión en Siria.

Moscú propuso, incluso, un borrador de una Constitución para un periodo de transición política, para el cual en Astaná se prepararon acciones concretas, muy diferente a lo ocurrido en las conversaciones de Ginebra, iniciadas por Occidente.

De cualquier forma, las acciones en el terreno en apoyo a las tropas sirias, incluido el importante desbloqueo de la ciudad de Deir-Ezzor, en la provincia del mismo nombre, pareció cambiar el tono de las conversaciones en Astaná.

Rusia también logró consolidar un triunvirato con Turquía e Irán para unir esfuerzos en la búsqueda de una solución real al conflicto. En dos años cayeron leyendas y quedó al descubierto la verdadera cara del antiterrorismo en Siria.

(Con información de Prensa Latina)