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Las manos autoras de los grados del Comandante en Jefe

Por: Luis Hernández Serrano
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Lucia Lucinda Betancourt, bordadora de las charreteras del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, conversa con Juventud Rebelde acompañada de su hermana Raquel Betancourt, el martes 24 de enero de 2017, en La Habana, Cuba. Foto: Calixto N. Llanes/ Juventud Rebelde.

Lucia Lucinda Betancourt, bordadora de las charreteras del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, conversa con Juventud Rebelde acompañada de su hermana Raquel Betancourt, el martes 24 de enero de 2017, en La Habana, Cuba. Foto: Calixto N. Llanes/ Juventud Rebelde.

Las humildes hermanas habaneras Lucía Lucinda y Raquel Betancourt Montenegro, a los 13 y 12 años, respectivamente, aprendieron a bordar con máquina y aro, gracias al empeño de una señora llamada Josefina, de cuyo apellido ellas ya no se acuerdan. No presentían entonces que ese oficio las haría protagonistas de una tarea apasionante.

En 1960 estas hermanas entraron sin saberlo a la historia de Cuba, porque empezaron a garantizar el bordado de los grados militares que llevaría en sus hombros el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al frente del país y la Revolución. Lucía Lucinda bordaba y Raquel la apoyaba y acompañaba en todo lo necesario para cumplir bien esa encomienda.

Lucía Lucinda tenía que mantener en secreto su labor como bordadora del Jefe de la Revolución Cubana, y por eso pasó a ser «Dinorah», seudónimo que ella, sanamente orgullosa, sigue aceptando con honor todavía.

Antes de hablarnos de cómo acometieron el discreto encargo, las dos hermanas —sobre todo Raquel, que es una suerte de historiadora, psicóloga y ayudante de su hermana— nos pide que digamos que sufrieron tempranamente la pérdida de tres hermanos, el desequilibrio mental de su madre y la muerte de su padre, «por culpa del capitalismo».

—Dinorah, ¿cuál fue su primer trabajo como bordadora?

—Bordé en La Habana, de 1950 a 1959, para los dueños de la firma Arará y Granda, situada en la calle Villegas, que eran vendedores de pañuelos de caballeros y corbatas. Mi hermana y yo éramos bordadoras de aquel taller, de seis de la mañana a 11 de la noche, por solo unos centavos al día. Nuestra madre traía y llevaba los bordados que hacíamos.

Después de 1959 empecé a trabajar con ropa de canastilla en un taller de confecciones de la industria ligera, ubicado en 23 y 24, en El Vedado.

—¿Cómo empezó a bordar los grados del Comandante?

—Fueron al trabajo mío, preguntaron por una bordadora capaz de hacerlo bien y alguien dio mi nombre y mi dirección. Vinieron a mi casa. En 1960, sin que nadie lo supiera, bordaba la estrella blanca sobre el rombo rojinegro del 26 de Julio. Y cuando me jubilé, a los 55 años de edad, en 1986, empecé en mi propia casa a bordar los nuevos grados del Comandante, más bellos todavía, con las dos ramitas amarillas de laurel y de olivo.

—¿Con qué técnica?

—Con una máquina, el aro, tres tipos de puntadas, y mucha exactitud, responsabilidad, disciplina y paciencia.

—¿Por una muestra no se podían hacer las demás?

—No, las insignias se hacían independientes unas de las otras. Fidel usaba dos en su chaqueta, y debajo otras dos en una camisa verde olivo de hilo: eran cuatro bordados cada vez que los necesitaba.

Las humildes hermanas habaneras Lucía Lucinda y Raquel Betancourt Montenegro bordaban las charreteras de Fidel. Foto: Cubahora.

Las humildes hermanas habaneras Lucía Lucinda y Raquel Betancourt Montenegro bordaban las charreteras de Fidel. Foto: Cubahora.

—¿Cada qué tiempo les pedían estos trabajos?

—A veces con cierta premura, si él tenía recorrido era lógico que yo tuviera que bordar con una mayor presión y producir una reserva.

Raquel recuerda que su hermana, aunque tuviera fiebre, catarro y se sintiera mal, nunca dejaba de cumplir esa tarea, a veces de un día para otro. Ella bordaba hasta la madrugada.

«Pero un día Dinorah se enfermó de conjuntivitis —cuenta Raquel— y estaba desesperada, porque no podía bordar así. Me decía: “Ay, mi madre, no puedo hacer el bordado. Qué va a pasar ahora”. Y yo la animaba: “No va a pasar nada, él no se va a dar cuenta de eso ni se va a poner bravo”. Y resulta que según nos hizo saber una compañera después, el Comandante al ver su camisa y su chaqueta, que habían tenido que llevárselas a otra persona, notó algo diferente al vestir y dijo que esos grados no se los había bordado Dinorah».

Raquel no olvida el día en que alguien en el centro de trabajo de Dinorah se atrevió a decir que esa labor que ella realizaba rompía el flujo de producción del taller y que su hermana, completamente indignada, le respondió con fuerza: «Mire, mientras yo tenga salud, vida y vista, los grados del Jefe de la Revolución los bordo yo».

—¿Qué tiempo le llevaba en condiciones normales un bordado?, le pregunto a Dinorah.

—Hacer dos, cuatro horas, pero habitualmente hacía cuatro. Eran ocho horas. Y todos quedaban igualitos.

—¿Tuvo la posibilidad de hablar alguna vez con Fidel?

—Sí, en una ocasión: el martes 27 de diciembre de 1994, en el Salón de Recepciones del Palacio de la Revolución, cuando me entregó un diploma firmado por él. Se lo concedió, además, a 49 trabajadores del Consejo de Estado con más de 30 años de servicios. Fidel me hizo entrega del Diploma. Yo  laboraba por entonces en el área de Asuntos Especiales de ese órgano.

—¿Qué memorias le acompañan de aquel encuentro?

—Recuerdo que me acerqué a él y le dije: «Ay, Comandante, mi hermana Raquel y yo le vamos a ser fieles hasta el fin de nuestras vidas». Le pedí una foto. Me dio su mano derecha primero y, sosteniéndola así, puso también su mano izquierda, las dos, sobre la mía y antes de irse, me dijo: «Dinorah, ¡la foto va!». Y la foto fue.

Las hermanas Dinorah y Raquel siempre leales a Fidel. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Las hermanas Dinorah y Raquel siempre leales a Fidel. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

(Tomado de Juventud Rebelde)

Se han publicado 9 comentarios



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  • Adrian!!! dijo:

    Que bonita historia... quedará claro está!

  • Manuel dijo:

    Entraron en la Historia por la puerta Grande. Que honor.PERO QUE CLASE DE DIGNIDAD,HUMILDAD Y LEALTAD.NUNCA PIDIERON NADA PARA SU BENEFICIO PERSONAL,SOLO EL MEJOR TRABAJO POLÌTICO IDEOLÒGICO ,QUE ES CONCIENTIZAR CON SU LABOR , EL DIARIO CUMPLIMIENTO DEL DEBER.ESTÀS DOS HÈROES ANÒNIMAS DEBEN TRANSMITIR SU VIDA Y OBRA A TODA ESA GENERACIÒN QUE POR LEY BIOLÒGICA Y LÒGICA,TIENEN QUE SEGUIR BORDANDO LAS CHARRETERAS DEL FUTURO DE NUESTRA PATRIA. SIN DUDAS SIENTEN UN GRAN VACÌO CON LA PARTIDA FÌSICA DE SU COMANDANTE,PERO, DEBEN DE ESTAR SATISFECHAS CON LA LABOR REALIZADA.

    • Juan dijo:

      Entendemos la emoción Manuel, pero se escribe "heroínas" por lo demas coincido plenemente con tu opinion, y me hago una pregunta ¿Cuántas personas más permanecen en el anonimato de ocultas aun cuando le han servido la vida entera a nuestra Revolución? Cubadebate nosotros los lectores los exhortamos a que sigan buscando historias como estas, la juventud cubana lo agradecera. Saludos.

  • Yaniel dijo:

    Linda labor, me enorguece ver estas historias y sobre todo comparto una vivencia parecida "la foto va". Mucha felicidades para esas señoras que desde el anonimato hacian tan humilde labor.

  • Rebeca dijo:

    Qué bello artículo, que bellas señoras!!!

  • ARIEL DAGO dijo:

    Me alegra verlas y que esten bien, las conoci muy bien aqui en el hotel Pinar del Rio donde trabajo, pero no vienen desde el 2008, es increible lo bien que se ven,, muchos saludos...

  • Mario dijo:

    Una hermosa historia llena de humildad, amor y lealtad.

  • alex dijo:

    siempre escuchar y leer estas historias uno se siente mas comprometido con nuestra historia, estas son tambien heroinas de la revolucion,fieles exponentes de nuestras luchas.

  • JUAN ANTONIO dijo:

    .... La igualdad de todos los ciudadanos a la salud, la educación, el trabajo, la alimentación, la seguridad, la cultura, la ciencia y el bienestar, es decir, los mismos derechos que proclamamos, cuando iniciamos nuestra lucha, más, los que emanen de nuestros sueños de justicia e igualdad, para los habitantes de nuestro mundo, es lo que deseo a todos., con las mismas ideas, o muy superiores, pero en la misma dirección.
    FIDEL CASTRO RUZ

    agosto 13 de 2016

    POEMA
    " SUEÑOS Y REALIDADES "
    IV
    La ignorancia es el mayor
    pecado, para no educar
    y a pueblos esclavizar,
    hombres carentes de honor.
    Cuentan, cerca de un batey
    ahí, en la zona de Yara
    hace siglos, una luz vaga
    en pena, por un rebelde "HATUEY"
    Las leyendas alimentan
    la historia en ocasiones
    buscando en ella razones
    la historia propia, nos alienta.
    Muchos, con sana quietud
    buscamos en el pasado
    comparando lo logrado,
    no existe similitud.
    Solo media la centena
    de años extraordinarios
    creando en lo diario
    obras, con sus manos buenas.
    Contamos con la igualdad
    para cada ciudadano
    ciencias, equilibrio, creatividad
    y nuestro pan cotidiano.
    La educación es la clave
    que al conocimiento aporta
    resultados que transporta
    a CUBA en gran enclave.
    La solidez de la cultura,
    el bienestar que contamos
    razón más, por la que amamos
    mi patria, como ninguna.
    Soy de la generación
    que alcanzó el triunfo hecho
    y tenemos el deber y el derecho
    de fortalecer nuestra REVOLUCIÓN.
    FIDEL, siempre preocupándonos
    ¡no enferma! ¿De qué está hecho?
    el enigma atormentándonos
    ¿quién retira lanzas de su pecho? EL PUEBLO
    El de mente enferma goza
    al ver a mi soldado herido
    Hienas, guarden sus alaridos,
    lo curan, hijos y esposa.
    Al hablar de emancipación
    del virtuoso del continente
    tus sueños siguen vigentes,
    continuamos en la lucha.
    Sueños, realidad y leyenda
    gracias a tí, libro en mano,
    contarán que en esta hacienda
    vivió un guerrero espartano.
    Gracias FIDEL! POR HACER REALIDAD TUS SUEÑOS
    Autor: Juan Antonio Quesada
    Misión Venezuela

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