A mediados del siglo XIX los gimnasios se afianzaron en Europa y en Estados Unidos extendiéndose la conciencia popular de los beneficios médicos del ejercicio para la salud, en una época en la que el estilo de vida sedentario aumentaba debido a las nuevas profesiones en una sociedad que se industrializaba de manera acelerada.
Gran parte de los aparatos de aquellos gimnasios fueron diseñados por un médico de origen sueco, llamado Jonas Gustav Wilhelm Zander quien quiso facilitar el trabajo de realizar ejercicio a quienes por circunstancias excepcionales o por comodidad no realizaban los duros y disciplinarios ejercicios gimnásticos de la época.
En el año 1860 funda el Instituto Zander y comienza a crear diferentes aparatos para realizar ejercicios específicos que ayudasen a fortalecer de una manera eficaz partes determinadas de la anatomía. Basándose en los primitivos medios utilizados por los deportistas de la Antigua Grecia y en un artilugio creado en 1796 por Francis Lowndes, el Gimnasticón, comenzó a desarrollar máquinas que fuesen capaces de ayudar a realizar cualquier tipo de ejercicio físico y que incidieran en la parte concreta de la anatomía que se necesitase reforzar. Sus primera máquinas eran operadas manualmente por la fuerza muscular. En 1868 añadió motores de vapor y en la década de 1890 fueron reemplazados por motores eléctricos.
En 1876 presenta sus máquinas de ejercicio en la Exposición del Centenario en Filadelfia y consigue ganar la medalla de oro. Mas adelante, en el año 1892, publica “Medico Mechanische Gymnastik” que contiene ilustraciones dignas de una mirada atenta a las opciones de sastrería de la época victoriana.
Zander publicitó sus máquinas como “un preventivo contra los males engendrados por una vida sedentaria y el aislamiento de la oficina” y las lanzó de manera explícita como una experiencia de lujo y por lo tanto disponibles en propiedad sólo para las élites de la sociedad.
Sus máquinas de ejercicio se exportaron a decenas de países y en 1911 existían 300 Institutos Gimnasios Zander por todo el mundo. Hasta el Titanic contaba con un gimnasio repleto de aparatos del médico sueco.
(Tomado de iBytes)