Por Abel Castillo Noriega
Las principales ligas europeas culminaron su accionar pero el espectáculo futbolístico no se detiene y ahora los seguidores del más universal de los deportes se aprestan a seguir las incidencias de un torneo que ha sido controversial desde sus orígenes.
El evento de selecciones más antiguo del mundo se ha caracterizado por una enorme irregularidad en las fechas y el número de participantes (en un solo año, 1959, hubo dos ediciones).
En sus inicios, careció de regulación siendo celebrado de manera intermitente hasta que en el año 1986 la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) decidió establecer el torneo de asistencia obligatoria para sus diez federaciones miembro, realizado en una sede fija.
Desde 1993 cuenta con los equipos asociados a esta entidad y se insertaron otras selecciones invitadas, usualmente de la Confederación de Fútbol Asociación de Norte, Centroamérica y el Caribe (CONCACAF), habiendo ocurrido una única excepción en 1999, año en que fue invitado Japón, una selección de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC).
Este torneo que al principio se llamaba “Campeonato Suramericano de Selecciones” cambió de nombre a su actual denominación en 1975 aun cuando no participan el resto de países que conforman CONCACAF.
Pero yo me pregunto ¿Sería válido unificar la Copa de Oro y América para proclamar un único vencedor de esta área geográfica aun cuando en un mismo continente coexisten dos confederaciones futbolísticas?
Me arriesgo a enunciar que es acertado que disfrutemos de lo más prominente en materia futbolística de nuestro continente y no nos limitemos a presenciar lo que podría ser una reedición de las eliminatorias sudamericanas.
Aun cuando en la Confederación Sudamericana de Fútbol se reúnen los tres gigantes de nuestro continente dígase Brasil, Argentina y Uruguay, la participación de las naciones de la Concacaf en las principales citas de este deporte es una muestra del alza que la región ha experimentado en esta disciplina en las últimas décadas.
El ex internacional alemán y seleccionador de Estados Unidos, Jurgen Klinsmann, manifestó sobre el tema que la participación de las selecciones de la Concacaf en la Copa América aporta más al torneo porque "son muy buenos" e indicó que estos equipos han logrado establecerse a base de la experiencia de sus jugadores en Europa.
Para reforzar la idea de que el fútbol de esta área geográfica tiene un nivel considerable vale con mirar la tabla de posiciones de la más reciente Copa del Mundo Brasil 2014 en la cual las selecciones de Costa Rica, México y Estados Unidos quedaron por encima de potencias como España, Inglaterra e Italia.
Un acercamiento a este tema que tiene varios matices lo realiza el periodista Carlos Eduardo Olavarría en el texto La copa que NO es de toda América, en el que plantea que en esta decisión prima el interés económico de los grandes consorcios que dominan los patrocinios de los grandes eventos deportivos que se suceden en el mundo.
En su estudio el analista señala que el mercantilismo actual del fútbol está empujando a un nuevo globalismo futbolístico en el cual no importa de dónde vengas ni cuáles sean tus identidades, sino que lo que prima es el dinero. Todo ello está condicionando a un deporte que ha dejado de ser un simple juego para convertirse en negocio.
Un primer paso se está dando en la conmemoración del Torneo Copa América Centenario, que representa una muestra de lo que sería una verdadera Copa América.
Este certamen es un reclamo de la comunidad futbolística del continente que desea que América sea una sola, desde el Río Bravo hasta la Patagonia y que las futuras ediciones de esta cita futbolística cuenten con la participación de las selecciones nacionales de Norte y Centroamérica.
La Copa América aun cuando se le ha querido quitar relevancia, es uno de los tres eventos futbolísticos más importantes a nivel de selecciones, junto a la Copa Mundial y la Eurocopa en la que además de consagrar a la mejor selección de este continente, corona implícitamente a una de las más importantes del mundo.