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Woody Allen y Jacques Audiard en la televisión cubana

Woody Allen.

Woody Allen.

Por Reynaldo Lastre

Ya en otras ocasiones hemos reconocido el cambio renovador que se ha operado en el espacio nocturno del sábado (La película del sábado), que antes de que diversificaran las propuestas cinematográficas de la televisión cubana, jugaba un rol vital, estrenando y reponiendo excelentes obras cinematográficas que no por ser de alta sofisticación ni por estar firmadas por reconocidos directores, estaban reñidas con el entretenimiento en su sentido más  convencional. Pero luego vivió una época de horror vacui, donde le fue colgado el sambenito de “paquete” a prácticamente todo lo que acogía de buena o mala gana. Tener más violencia y lenguaje de adultos que ese espacio era una broma callejera que resignificaba los eventos marginales o a determinadas situaciones engorrosas en los espacios públicos. De hace apenas un año, posiblemente gracias a los planteamientos sobre el tema en los recientes congresos de la AHS y de la UNEAC, la situación ha venido cambiando.

Es desde esa plataforma de cambio que puede entenderse y acogerse con regocijo la propuesta que el próximo sábado tiene este espacio, Un hombre irracional (The irrational man, 2015), del veterano Woody Allen. Todos lo que aman el séptimo arte, aunque sea un poco, tienen en buena consideración al director neoyorkino. Aunque persista en estrenar una vez al año, conociendo que recientemente acaba de cumplir sus 80, todos nos abocamos a sus nuevos trabajos porque sabemos que, en mayor o menor medida, veremos una buena película. Y esta vez se suma Joaquin Phoenix, un actor devenido de culto, a la larga lista de “elegidos” que han trabajado con el maestro.

Como es de esperar, Allen regresa sobre uno de sus tópicos preferidos, y que con los años ha privilegiado frente a otros como la muerte, Dios o el sexo: el amor. Es el amor el componente irracional que bordea esta historia, pero de una manera poco usual, como siempre es de esperar en Allen, ya que Lucas (Phoenix), un profesor de filosofía con problemas existenciales, se empeña en racionalizar la ejecución de una transgresión aparentemente irracional, el asesinato sin móvil a la vista. Muy alejada de sus propuestas anteriores, Allen regresa al mundo del asesinato, que había tratado muy eficazmente en Match Point (2005), pero que ya usaba solo de manera eventual. La posibilidad de ver esta película, cuando aún no ha sido siquiera estrenada en las salas comerciales del país, es un lujo y una posibilidad que brinda el recuperado espacio nocturno del sábado.

Es curioso que el nombre de Jacques Audiard se repita en esta semana que comienza, pues dos reconocidos espacios de la televisión repondrán obras suyas. El director francés, premiado recientemente con la Palma de oro en Cannes por Dheepan (2015), se caracteriza por incorporar a sus trabajos un interesante uso de la violencia y se detiene a construir refinados y contundentes personajes. En Espectador crítico (8:30, sábado por el Canal Educativo), se presenta Un héroe muy discreto (Un héros très discret, 1996), otra de sus incursiones en el entramado histórico de su país, esta vez volcado en la II Guerra Mundial y un insólito capítulo, poco estudiado, donde el director sondea las posibles relaciones amistosas entre el ejército francés y el régimen hitleriano. Acostumbrado a estrenar en el festival de Cannes, esta cinta no fue una excepción, aunque la crítica de ese país, a diferencia de la extranjera acreditada allí, no le proporcionó una buena acogida. Seguramente destapar la caja negra cuando era más sencillo pasar por víctima que por aliado, aunque fuera solo como un desliz temporal, no les cayó nada bien. El filme se basó en la novela homónima de Jean-François Deniau.

En el especio de reposición Grandes éxitos de la Séptima puerta, que cada domingo aparece por Multivisión sobre las 9:30 pm, exhibirá De óxido y hueso (De rouille et d'os, 2012), de este director. Es posiblemente una de sus películas menores, pero contiene una relación amorosa de altos quilates. Se trata de la historia de Alí, que enfrenta su primer gran conflicto al tener que hacerse cargo de su hijo Sam, de 5 años, que apenas conoce. Pero el hecho que marca el verdadero tema de la película no es ese, sino la llegada a su vida de una bella joven, interpretada además por Marion Cotillard, con la que comienza a vivir una intensa historia sexual. Pero esto no resultara extraño, hasta que, en uno de los primero planos de la cinta, donde aparece la pareja en la cama, vemos a Stéphanie (Cotillard), con las piernas amputadas, hecho que luego relacionaremos con su oficio de domadora de orcas. La documentación de la vivencia de esta relación, intensa, hermosa y demasiado carnal, conforme al hambre sexual de su protagonista masculino, es el gran mérito de este filme, que posiblemente sea el más intimista de los realizados por su director.

Es justo recomendar también otro espacio que se ha logrado imponer desde la singularidad de sus propuestas. Se trata de Cine Flash, que tiene su horario los jueves a las 7:00 pm por el Canal Educativo 2. Allí se programan una serie de cortos (género poco visto, pero donde hasta los grandes directores se han probado), escogidos con extrema delicadeza. Esta semana se analiza el tópico de la repetición en las técnicas de la animación, con un trabajo del cineasta experimental Virgil Widrich, Filme veloz, donde las imágenes son el asunto mismo que se trata, y Repetición, de Micaela Pavlatova, donde se reconstruye la repetición de costumbres y hábitos en las personas, a partir de determinados personajes.

Otro programa que sigue marcando la diferencia es Pantalla documental. Esta semana estrena un material del importante cineasta inglés Ken Loach, El espíritu del ´45 (The Spirit of '45, 2013), que recrea el extraño estado de bienestar de la Inglaterra de posguerra. Interesado por las cuestiones políticas de su país, Loach documenta el fin de la era Churchill y la apertura que proporcionó el nuevo electo, Clement Attlee, sobre todo en los servicios médicos, ganancia para las mayorías que duró hasta que Margaret Thatcher entrara en escena. Interesante documental, construido sobre todo a base de entrevistas a sobrevivientes de esa época histórica, donde se edificó una de las más interesantes redes de protección ciudadana.

Cerramos este texto, esperando que estas líneas contribuyan a que determinadas películas no dejen de verse por falta de promoción, sobre todo esas que no se terminan con la palabra fin, sino que siguen girando en la cabeza de los espectadores, generando preguntas y propiciando debates.