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A 52 años de la muerte de Edith Piaff

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Edith Piaf, icono de la canción francesa, es recordada hoy por los más importantes medios noticiosos del mundo,  este año en que cumplirá 100 años de su nacimiento el 19 de diciembre, y 52 de su muerte, este 11 de octubre.

Edith, que empezó cantando en la calle y en cabarets y acabó como artista consagrada que llegó a actuar en lo alto de la Torre Eiffel,murió hace cincuenta y dos años, un aniversario con el que se rinde homenaje a una de las grandes voces de la música francesa.

El éxito musical fue acompañado de una cierta leyenda en torno a su figura: en el número 72 de la rue de Belleville de París hay una placa que recuerda el nacimiento de Piaf «en los peldaños de esta casa» cuando, en realidad, nació en un hospital cercano, según su partida de nacimiento.

Sin embargo, es cierto que la artista francesa tuvo una niñez dura: fue abandonada por su madre y vivió con su padre, a quien acompañaba pasando el platillo cuando este actuaba como contorsionista en la calle.

Durante la infancia, Piaf también convivió con su abuela materna, que trabajaba como domadora de pulgas en un circo, y con su abuela paterna, que regentaba un prostíbulo en Normandía.

A los 15 años, la joven parisina empezó a cantar en la calle, donde fue descubierta por el dueño del cabaret Gerny's, Louis Leplée, quien rebautizó a Edith Giovanna Gassion como la «môme» (muchacha) «Piaf» -que, en lenguaje familiar, significa gorrión- y le dio la oportunidad de actuar en su local.

La carrera musical de este icono de la música francesa levantó el vuelo en los cabarets y «music halls» parisienses, donde consiguió un gran reconocimiento y llegó a actuar en salas emblemáticas como Pleyel y Olympia.

Sin embargo, detrás su éxito musical se escondían las dificultades, como la muerte de su única hija, Marcelle, a la que tuvo con 18 años, víctima de una meningitis a los 2 años.

«Edith Piaf cantaba su vida», señaló Marchois, quien considera que estas experiencias vitales hicieron que en lugar de interpretar temas «divertidos y alegres» optara por canciones sobre el amor, algunas de ellas tan conocidas como «La vie en rose».

Los triunfos profesionales fueron acompañados de una vida tumultuosa e intensa, con mudanzas constantes, dos maridos y numerosos amantes, aunque su gran amor fue el boxeador francés de origen argelino Marcel Cerda, de quien se enamoró en Nueva York, una ciudad en la que Piaf siguió forjando su leyenda y donde cosechó grandes ovaciones, como las del Carnegie Hall.

(Con información de ABC. es y agencias)