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Impactante discurso de Francisco en el Congreso de EEUU: "Es mi deber construir puentes" (+ Fotos y Video)

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El Papa Francisco se dirige al Congreso en el Capitolio en Washington. Foto: AP/Carolyn Kaster

El Papa Francisco se dirige al Congreso en el Capitolio en Washington. Foto: AP/Carolyn Kaster

Señor Vicepresidente,

Señor Presidente,

Distinguidos Miembros del Congreso, Queridos amigos:

Les agradezco la invitación que me han hecho a que les dirija la palabra en esta sesión conjunta del Congreso en «la tierra de los libres y en la patria de los valientes». Me gustaría pensar que lo han hecho porque también yo soy un hijo de este gran continente, del que todos nosotros hemos recibido tanto y con el que tenemos una responsabilidad común.

Cada hijo o hija de un país tiene una misión, una responsabilidad personal y social. La de ustedes como Miembros del Congreso, por medio de la actividad legislativa, consiste en hacer que este País crezca como Nación. Ustedes son el rostro de su pueblo, sus representantes. Y están llamados a defender y custodiar la dignidad de sus conciudadanos en la búsqueda constante y exigente del bien común, pues éste es el principal desvelo de la política. La sociedad política perdura si se plantea, como vocación, satisfacer las necesidades comunes favoreciendo el crecimiento de todos sus miembros, especialmente de los que están en situación de mayor vulnerabilidad o riesgo. La actividad legislativa siempre está basada en la atención al pueblo. A eso han sido invitados, llamados, convocados por las urnas.

Se trata de una tarea que me recuerda la figura de Moisés en una doble perspectiva. Por un lado, el Patriarca y legislador del Pueblo de Israel simboliza la necesidad que tienen los pueblos de mantener la conciencia de unidad por medio de una legislación justa. Por otra parte, la figura de Moisés nos remite directamente a Dios y por lo tanto a la dignidad trascendente del ser humano. Moisés nos ofrece una buena síntesis de su labor: ustedes están invitados a proteger, por medio de la ley, la imagen y semejanza plasmada por Dios en cada rostro.

En esta perspectiva quisiera hoy no sólo dirigirme a ustedes, sino con ustedes y en ustedes a todo el pueblo de los Estados Unidos. Aquí junto con sus Representantes, quisiera tener la oportunidad de dialogar con miles de hombres y mujeres que luchan cada día para trabajar honradamente, para llevar el pan a su casa, para ahorrar y –poco a poco– conseguir una vida mejor para los suyos. Que no se resignan solamente a pagar sus impuestos, sino que –con su servicio silencioso– sostienen la convivencia. Que crean lazos de solidaridad por medio de iniciativas espontáneas pero también a través de organizaciones que buscan paliar el dolor de los más necesitados.

Me gustaría dialogar con tantos abuelos que atesoran la sabiduría forjada por los años e intentan de muchas maneras, especialmente a través del voluntariado, compartir sus experiencias y conocimientos. Sé que son muchos los que se jubilan pero no se retiran; siguen activos construyendo esta tierra. Me gustaría dialogar con todos esos jóvenes que luchan por sus deseos nobles y altos, que no se dejan atomizar por las ofertas fáciles, que saben enfrentar situaciones difíciles, fruto muchas veces de la inmadurez de los adultos. Con todos ustedes quisiera dialogar y me gustaría hacerlo a partir de la memoria de su pueblo.
Mi visita tiene lugar en un momento en que los hombres y mujeres de buena voluntad conmemoran el aniversario de algunos ilustres norteamericanos. Salvando los vaivenes de la historia y las ambigüedades propias de los seres humanos, con sus muchas diferencias y límites, estos hombres y mujeres apostaron, con trabajo, abnegación y hasta con su propia sangre, por forjar un futuro mejor. Con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo. Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad. Estos hombres y mujeres nos aportan una hermenéutica, una manera de ver y analizar la realidad. Honrar su memoria, en medio de los conflictos, nos ayuda a recuperar, en el hoy de cada día, nuestras reservas culturales.

Me limito a mencionar cuatro de estos ciudadanos: Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton.

Estamos en el ciento cincuenta aniversario del asesinato del Presidente Abraham Lincoln, el defensor de la libertad, que ha trabajado incansablemente para que «esta Nación, por la gracia de Dios, tenga una nueva aurora de libertad». Construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiaridad y solidaridad.

Todos conocemos y estamos sumamente preocupados por la inquietante situación social y política de nuestro tiempo. El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere. Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar. Y, por otra parte, puede generarse una tentación a la que hemos de prestar especial atención: el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; permítanme usar la expresión: en justos y pecadores. El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos.

Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. A eso este pueblo dice: No.

Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia. Se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy. También en el mundo desarrollado las consecuencias de estructuras y acciones injustas aparecen con mucha evidencia. Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común.

El reto que tenemos que afrontar hoy nos pide una renovación del espíritu de colaboración que ha producido tanto bien a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La complejidad, la gravedad y la urgencia de tal desafío exige poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia.
En estas tierras, las diversas comunidades religiosas han ofrecido una gran ayuda para construir y reforzar la sociedad. Es importante, hoy como en el pasado, que la voz de la fe, que es una voz de fraternidad y de amor, que busca sacar lo mejor de cada persona y de cada sociedad, pueda seguir siendo escuchada. Tal cooperación es un potente instrumento en la lucha por erradicar las nuevas formas mundiales de esclavitud, que son fruto de grandes injusticias que pueden ser superadas sólo con nuevas políticas y consensos sociales.

Apelo aquí a la historia política de los Estados Unidos, donde la democracia está radicada en la mente del Pueblo. Toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad. «Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad» (Declaración de Independencia, 4 julio 1776). Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas. La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social. No subestimo la dificultad que esto conlleva, pero los aliento en este esfuerzo.

En esta sede quiero recordar también la marcha que, cincuenta años atrás, Martin Luther King encabezó desde Selma a Montgomery, en la campaña por realizar el «sueño» de plenos derechos civiles y políticos para los afro-americanos. Su sueño sigue resonando en nuestros corazones. Me alegro de que Estados Unidos siga siendo para muchos la tierra de los «sueños». Sueños que movilizan a la acción, a la participación, al compromiso. Sueños que despiertan lo que de más profundo y auténtico hay en los pueblos.
En los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad. Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes.

Trágicamente, los derechos de cuantos vivieron aquí mucho antes que nosotros no siempre fueron respetados. A estos pueblos y a sus naciones, desde el corazón de la democracia norteamericana, deseo reafirmarles mi más alta estima y reconocimiento. Aquellos primeros contactos fueron bastantes convulsos y sangrientos, pero es difícil enjuiciar el pasado con los criterios del presente. Sin embargo, cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado. Debemos elegir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los «vecinos», a todo lo que nos rodea. Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad, dando lo mejor de nosotros. Confío que lo haremos.

Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar. A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste. Recordemos la regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes» (Mt 7,12).

Esta regla nos da un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros. La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo.

Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito. Recientemente, mis hermanos Obispos aquí, en los Estados Unidos, han renovado el llamamiento para la abolición de la pena capital. No sólo me uno con mi apoyo, sino que animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación.

En estos tiempos en que las cuestiones sociales son tan importantes, no puedo dejar de nombrar a la Sierva de Dios Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico. Su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio, en su fe y en el ejemplo de los santos.

¡Cuánto se ha progresado, en este sentido, en tantas partes del mundo! ¡Cuánto se viene trabajando en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza! Sé que comparten mi convicción de que todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional. Al mismo tiempo, quiero alentarlos a recordar cuán cercanos a nosotros son hoy los prisioneros de la trampa de la pobreza. También a estas personas debemos ofrecerles esperanza. La lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan. Sé que gran parte del pueblo norteamericano hoy, como ha sucedido en el pasado, está haciéndole frente a este problema.

No es necesario repetir que parte de este gran trabajo está constituido por la creación y distribución de la riqueza. El justo uso de los recursos naturales, la aplicación de soluciones tecnológicas y la guía del espíritu emprendedor son parte indispensable de una economía que busca ser moderna pero especialmente solidaria y sustentable. «La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común» (Laudato si’, 129). Y este bien común incluye también la tierra, tema central de la Encíclica que he escrito recientemente para «entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común» (ibíd., 3). «Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos» (ibíd., 14).

En Laudato si’, aliento el esfuerzo valiente y responsable para «reorientar el rumbo» (N. 61) y para evitar las más grandes consecuencias que surgen del degrado ambiental provocado por la actividad humana. Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que los Estados Unidos –y este Congreso– están llamados a tener un papel importante. Ahora es el tiempo de acciones valientes y de estrategias para implementar una «cultura del cuidado» (ibíd., 231) y una «aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza» (ibíd., 139). La libertad humana es capaz de limitar la técnica (cf. ibíd., 112); de interpelar «nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder» (ibíd., 78); de poner la técnica al «servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral» (ibíd., 112). Sé y confío que sus excelentes instituciones académicas y de investigación pueden hacer una contribución vital en los próximos años.

Un siglo atrás, al inicio de la Gran Guerra, «masacre inútil», en palabras del Papa Benedicto XV, nace otro gran norteamericano, el monje cisterciense Thomas Merton. Él sigue siendo fuente de inspiración espiritual y guía para muchos. En su autobiografía escribió: «Aunque libre por naturaleza y a imagen de Dios, con todo, y a imagen del mundo al cual había venido, también fui prisionero de mi propia violencia y egoísmo. El mundo era trasunto del infierno, abarrotado de hombres como yo, que le amaban y también le aborrecían. Habían nacido para amarle y, sin embargo, vivían con temor y ansias desesperadas y enfrentadas».

Merton fue sobre todo un hombre de oración, un pensador que desafió las certezas de su tiempo y abrió horizontes nuevos para las almas y para la Iglesia; fue también un hombre de diálogo, un promotor de la paz entre pueblos y religiones.

En tal perspectiva de diálogo, deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado. Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo. Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad. Un buen político es aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el momento con un espíritu abierto y pragmático. Un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios (cf. Evangelii gaudium, 222-223).

Igualmente, ser un agente de diálogo y de paz significa estar verdaderamente determinado a atenuar y, en último término, a acabar con los muchos conflictos armados que afligen nuestro mundo. Y sobre esto hemos de ponernos un interrogante: ¿por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas.

Tres hijos y una hija de esta tierra, cuatro personas, cuatro sueños: Abraham Lincoln, la libertad; Martin Luther King, una libertad que se vive en la pluralidad y la no exclusión; Dorothy Day, la justicia social y los derechos de las personas; y Thomas Merton, la capacidad de diálogo y la apertura a Dios. Cuatro representantes del pueblo norteamericano.

Terminaré mi visita a su País en Filadelfia, donde participaré en el Encuentro Mundial de las Familias. He querido que en todo este Viaje Apostólico la familia fuese un tema recurrente. Cuán fundamental ha sido la familia en la construcción de este País. Y cuán digna sigue siendo de nuestro apoyo y aliento. No puedo esconder mi preocupación por la familia, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior. Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no sólo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia.

De modo particular quisiera llamar su atención sobre aquellos componentes de la familia que parecen ser los más vulnerables, es decir, los jóvenes. Muchos tienen delante un futuro lleno de innumerables posibilidades, muchos otros parecen desorientados y sin sentido, prisioneros en un laberinto de violencia, de abuso y desesperación. Sus problemas son nuestros problemas. No nos es posible eludirlos. Hay que afrontarlos juntos, hablar y buscar soluciones más allá del simple tratamiento nominal de las cuestiones. Aun a riesgo de simplificar, podríamos decir que existe una cultura tal que empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de oportunidades de futuro. Sin embargo, esa misma cultura concede a muchos otros, por el contrario, tantas oportunidades, que también ellos se ven disuadidos de formar una familia.
Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King; cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos, como hizo Dorothy Day en su incesante trabajo; siendo fruto de una fe que se hace diálogo y siembra paz, al estilo contemplativo de Merton.

Me he animado a esbozar algunas de las riquezas de su patrimonio cultural, del alma de su pueblo. Me gustaría que esta alma siga tomando forma y crezca, para que los jóvenes puedan heredar y vivir en una tierra que ha permitido a muchos soñar. Que Dios bendiga a América.

El Vocero del Congreso John Boehner, de Ohio, en el encuentro con el Papa Francisco en el Capitolio. Foto: Bill Clark/Roll Call/ via AP, Pool

El Vocero del Congreso John Boehner, de Ohio, en el encuentro con el Papa Francisco en el Capitolio. Foto: Bill Clark/Roll Call/ via AP, Pool

El Papa habla ante el Congreso. Foto: Evan Vucci/ AP

El Papa habla ante el Congreso. Foto: Evan Vucci/ AP

El Papa habla ante el Congreso. Foto: AP Photo/Susan Walsh

El Papa habla ante el Congreso. Foto: AP Photo/Susan Walsh

El Papa habla ante el Congreso. Foto: Pablo Martinez Monsivais

El Papa habla ante el Congreso. Foto: Pablo Martinez Monsivais/ AP

Se han publicado 105 comentarios



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  • Paulina Hernàndez Mezonet dijo:

    Cuàntas enseñanzas y sabiduría ha llevado el papa al Congreso de E.U. Ellos necesitaban mucho de esas palabras, de ese mensaje de "esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia" de ese llamado a."... tener el coraje y usar la inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy" "sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia".
    Còmo no amar el mensaje de un hombre que sin apartarse de su misión religiosa, no està haciendo trabajo proselitista para incrementar los miembros de la iglesia, sino que nos està convocando a la unidad, a la inclusión y a que "Toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad" Esas son reglas de oro para formar y desarrollar un mundo mejor, solo sobre esas bases es posible concretar el sueño de un mundo mejor. Aùn cuando en los E.U. prevalecen los cristianos de denominaciones protestantes, la iglesia católica tiene gran fuerza, pero ademàs el mensaje que su santidad ha estado divulgando, es el del Evangelio, es el mensaje de Cristo Jesùs, y si realmente los cristianos allí aman verdaderamente y sinceramente a Cristo, deberán ser los primeros abanderados de ese mensaje de amor, unidad, entrega planteado en el 1ro y 2do mandamiento: "Amar a Dios por encima de todas las cosas", que a su vez implica cumplir su voluntad y amar al prójimo como a sì mismo que entraña la solidaridad, la ayuda mutua, despojar el odio y el rencor de nuestros corazones, es decir propiciar que el hombre pueda acceder a la vida y libertad plena que le permita alcanzar la "felicidad" como plantea el Papa en su discurso. Lo que màs me ha gustado de todos los pronunciamientos del Papa es la demostración de la coherencia que existe entre el mensaje de Cristo y los preceptos que han sido defendidos històricamente por la Revolución cubana y lo que debe llevar a reflexionar a aquellos que han querido culpar a nuestro Comandante en jefe y a la polìtica de la Revolución, de no haber propiciado el acercamiento con los Estados Unidos y de no haber aceptado desde el inicio, a la iglesia. Ha sido gratificante escuchar de boca del propio Papa algo que nuestra Revolución siempre defendió, y fue el derecho y libertad del cubano de practicar cualquier religión y si en algún momento hubo de tomarse alguna medida rígida con respecto a este tema tambièn guarda relación con determinadas actitudes asumidas en determinados momentos por algunas religiones que requirieron de respuestas por parte del PCC y la Revolución, porque cada momento y cada circunstancia también exigen determinadas medidas, que pueden luego interpretarse erróneamente fuera del contexto, no obstante también se ha sabido rectificar cuando ha sido necesario y han existido las condiciones objetivas. Espero que el Congreso de E.U. sepa darle el valor que tienen las palabras del Papa y demuestren con hechos concretos que han reflexionado sobre sus errores y son capaces de rectificarlos y ser consecuentes con la invitación del Papa cuando expresó: "Construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiaridad y solidaridad" Ojalá que cada cristiano sea un potavoz de este mensaje!

  • franklin dijo:

    El Papa hablo de muchas cosas positivas para lograr la paz mundial ,para que cada cual mantenga una esperanza y una fe en la vida,pero me voy a referir a las palabras que utilizo para corejir aquellas personas que hoy por hoy son prisioneros del espiritu del egoismo,magnifica expresion ,espero que estas palabras le sirvan a los Congresistas que estan en contra de eliminar el bloqueo,es mejor predicar el amor y no el odio,ojala no sean tan tercos y que se dejen guiar por el amor que Cristo profesa.a veces yo creo que hacen las cosas pensando que va a existir un juicio final. que Dios los perdone.

  • Olga Lidia Vila Oquendo dijo:

    Olguita dijo: Interesante Discurso, lo catalogo como el mejor discurso pronunciado en estos últimos tiempos, sus palabras fueron durante todo el mismo muy alentadoras no sólo para los presentes allí si no para el pueblo de Cuba.
    Papa Francisco yo resó por usted, que Dios lo bendiga siempre.

  • dunior dijo:

    muy bien

  • NRR dijo:

    preciosas y magistrales palabras, hace falta llevarlas a la practica en todos los sentidos, principalmente con los jóvenes, ahí están reflejados todos los jóvenes del mundo, que dios lo bendiga y le de mucha salud y años de vida

  • Yoandris D. C. dijo:

    Gracias Cuba debate por darnos la oportunidad de leer íntegramente el discurso de su santidad ante el congreso de los Estados Unidos, creo que son el único medio de prensa cubano que lo ha hecho. Gracias.

  • May dijo:

    Magistral discurso. Qué valentía la de este gran hombre! Sus palabra fueron precisas sin tratar directamente los temas que agobian al mundo, espero que en el congreso sus palabras llenen de sensibilidad a muchos, por el bien de la humanidad...

  • estrella fermin dijo:

    que inteligente es el papa pronuncio un discurso al dedillo.

    fuerza que rezamos por usted como siempre pide. ya esta sera tambien el parte para
    new york viva, Raul. viva el Papa, viva Obama, vivan los Pueblos.
    paz y prosperidad en el mundo.

  • Ramon dijo:

    Ha sido un discurso genial y muy directo sobre lo que necesita esta humanidad en los momentos actuales. Dialogo, tolerancia, comunicacion, paz, entendimiento. Larga vida para usted papa Francisco. Que Dios lo Bendiga siempre.
    Cuba lo ama por siempre.

  • NRR dijo:

    bellas y emotivas palabras, hace falta que se lleven a la practica, magistral esa intervención del papa, donde refleja la situación de los jóvenes de todo el mundo, que dios lo bendiga y le de mucha salud y años de vida

  • MIGUEL dijo:

    MUY BUEN DISCURSO MUY INTELIGENTE Y VALIENTE, LOS CONGRESISTAS TIENEN QUE HABER ENTENDIDO EL MENSAJE, Y POR TANTO LOS CATÓLICOS TIENEN QUE HACER UN VERDADERO ESFUERZO PARA PONER DELANTE ESTA FE AL DINERO Y A LOS INTERESES PERSONALES E INDIVIDUALES. Y CUMPLIR CON SU MANDATO DE UNIR LA SOCIEDAD TANTO NORTEAMERICANA COMO AMERICANA O MUNDIAL, Y APOYAR LOS ACUERDOS A FAVOR DE IRÁN. NO SEGUIR APOYANDO A ISRAEL CON ARMAS PARA MASACRAR A LOS PALESTINOS, DEJAR TRANQUILO AL GOBIERNO DE VENEZUELA Y SU PUEBLO Y ELIMINAR LA POLÍTICA DE BLOQUEO HACIA CUBA, ENTRE OTRAS TAMBIÉN IMPORTANTES. PARA QUE CUMPLAN TAMBIÉN CON EL PAPA.

  • Maria dijo:

    Papa Frnacisco, no me olvido de Orar por usted, que Dios lo Bendiga y lo siga iluminando. Sus palabras inspiran al amor, a la paz , a la reconciliación, ojalá lleguen al corazón de todos ...GRACIAS

  • Cubanito Siempre dijo:

    Excelente el discurso del Santo Padre que con inteligencia ubica en el centro de sus palabras los principales problemas del mundo de hoy. Es un líder a seguir y se comprende perfectamente las razones por las cuales los elementos más reaccionarios de la sociedad norteamericana, aquellos que huelen a azufre como dijera Chávez, no han dudado en colgarle los peores calificativos. De esos personajillos mañana no hablará la historia; pero del papa Francisco, sí.

  • Yuyo dijo:

    Otra clase majistral, sin duda, otro hijo de esta tierra americana, que ha visto y sufrido, y tambien reosijado. Grasias Fransisco

  • Albert dijo:

    Excelente discurso.

  • ovet dijo:

    único..

  • RF dijo:

    Es un discurso con sentido del momento histórico, que llama a tratar y ser tratado como un ser humano y no hacerle a prójimo lo que no queremos que nos hagan, llama a proteger a nuestro planeta, con audacia e inteligencia llama a eliminar las causas de las guerras, nada que como no soy creyente le deseo mucha salud, fuerzas y que la claridad de pensamiento que lo ilumina lo acompañe por siempre y a los hombres que lo rodean que lo cuiden por que como él y nuestro Fidel no hay muchos.

  • nelson dijo:

    Ha sido un discurso excelente, sería bueno que se publicara por otros medios para que muchas más personas pudieran leerlo, pudiera ser un magnífico material de estudio, que bueno que muchos jóvenes lo leyeran y lo debatieran.

  • Leopoldo dijo:

    Este papa está escapao y quizás tenga algo que ver con sus orígenes, la falta que le hacía al mundo un papa americano. muchas felicidades a los católicos por su nuevo lider, con él dios tendrá un poco menos de trabajo

    .

  • Angel Labrada Quiala dijo:

    Las palabreas del Papa al Congreo de los Estados Unidos, fue un ejemplar discurso; les expresó ideas que deben haber calado en lo más hondo del corazón de todo un político. Fue inmenso cuando les expresó que con las armas que exportan se convierten en dinero que le llega lleno de sangre. No es posible que no lo escuchemos y no le hagamos caso, lo hace por todos y el bien de todos. Los hombres de buena voluntad en el Congreso deben de tratar de frenar esa carrera desenfrenda armamentista que a nada conduce. Pocos se ha atrevido a hablales a no ser Fidel y Chávez de ese modo a los más poderosos de la tierra. Debemos de seguir sus ideas y creo que se podrá más tarde que temprano entre todos construir la paz. !No olvideis que con la vara que mides serás medido! Eso les quiso decir, y todos podemos ayudar en ello. Amén.

  • Angel Labrada Quiala dijo:

    Un discurso enérgico, sin herir llamó las cosas por su nombre. Demostró con bastantes argumentos el papel que ha jugado y el que deberá jugar Estados Unidos a partir de ahora. Creo que tenemos que seguir sus palabras y en todos los escenarios seguir denunciando donde quiera que se cometan violaciones, de los DD.HH. por los que lo hagan. Basta ya de guerras y maltrato a los emigrantes y racistas. Mucha paz, y larga vida para el PAPA.

  • AURORA dijo:

    QUE DIOS BENDIGA A ESE PAPA QUE DISCURSO MAS BUENO E INTELIGENTE POR PARTE DE EL, FELICIDADES PAPA FRANCISCO MUCHAS GRACIAS

  • Doy dijo:

    Fabuloso mensaje. Sin dudas oraremos por su persona, usted nos a comprometido a eso. Dios le bendiga.

  • roli dijo:

    EXCELENTE DISCURSO DEL PAPA.MAGISTRAL,CON UNA ENSEÑANAZA INMENSA PARA TODOS POR EL BIEN DE TODOS.ESTE DUSCURSO SIN LUGAR A DUDAS QUEDARÁ PARA LA HISTORIA O DESEO HAYA MOVIDO EL SENTIMIENTO Y LA RESPONSABILIDAD INMENSA QUE TIENE EL CONGRESO NORTEAMERICANO EN SU PAIS Y EN LA POLITICA EXTERIOR HACIA EL MUNDO.NECESITAMOS UN MUNDO MEJOR DONDE PRIME LA SOLIDADRIDAD,EL CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE,EL DESARROLLO SOSTENIBLE Y LA ERRADICACION DE LA POBREZA.ENTONCES SE PODRÁ TRANSITAR POR UN CAMINO MAS JUSTO PARA TODOS Y EN BUSCA DE LA PAZ PARA CADA UNO DE LOS QUE HABITAMOS EN ESTE MUNDO NUESTRO,LA TIERRA.

  • Jose M. Estevez dijo:

    El hecho de ser Papa no le da ninguna herramienta distinta que al resto de los seres humanos, pero en la mayoria de los casos le da la posibilidad de usarla en beneficio de ellos y de la casa donde todos vivimos.

    Lo que he visto y leido sobre el papa Francisco me hace sentir mas seguro que el sera un instrumento muy valioso en la solucion de los gravisimos problemas que se estan produciendo en esta tierra supuestamente de todos.

  • cubano dijo:

    Muy buen discurso, como todos los que ha dado en estos días el Papa Francisco. Pero yo no diría que fue “impactante”, de hecho en comparación con el resto de sus intervenciones, fue muy conservador. Esperaba que fuera más contundente por ser la primera vez que un Papa da un discurso en el Congreso del Imperio. No obstante hay que reconocer que fue muy valiente hay hablar en las propias entrañas del monstruo, de temas como la preservación del medio ambiente y las negociaciones con países que ellos consideran “enemigos”. Eso hay que reconocerlo…

  • ducardenas dijo:

    Un discurso muy interesante, dijo las verdades donde se tenían que decir, vi a casi todas las personas que estaban en el Congreso de los EU aplaudir tan Importante discurso, digo a casi todas las personas aplaudir, Si porque La Malvada, La loba feroz, el Diablo en Persona, Si, Si Ileana Ros Letenier, ella no aplaudió al discurso del Papa, fíjense en la Foto donde se ven las personas de pie que l única que no aplaude es ella, está con pulóver rojo

  • Julio dijo:

    No soy creyente, pero rezaré por el Papa Francisco a mi manera

  • Marianela Casulo Leyva dijo:

    Gracias Señor, por nuestro Papa Francisco, bendice su vida, sus palabras y acciones, permite que todos sepamos entender y acoger sus palabras con respeto y fe y dale mucha salud. Amén

  • egp dijo:

    Es verdad, es un hermoso discurso por la vida, la reconsiliacion entre los pueblos y la paz, un discurso inteligente,si fuera creyente diria que dios puso en la mente de Don Francisco toda la inteligencia necesaria para llegar a convencer al congreso que mas guerra han desatado y mas muertes han causado en el mundo, es un pais imperialista, interventor, explotador y hasta asesino con su propia gente. Ojala las palabras de Don Francisco hallen eco en las mentes obtusas de todos los congresistas. !!VIVA FIDEL Y RAUL!!

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