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Sobreviviente de Nagasaki cuenta sus recuerdos de la tragedia

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"Las heridas de los sobrevivientes" de Nagasaki y Hiroshima "continúan en el presente y el futuro", aseguró este miércoles la escritora japonesa Kyoko Hayashi, una de las sobrevivientes de aquel crimen que encontró en la literatura el modo de recordar la tragedia.

Tiene 85 años, no usa computadora, todavía escribe a mano y es muy reservada.

Kyoko Hayashi es una mujer especial, su vida misma es testimonio, sobre todo en estos días en que Japón y el resto del mundo recuerdan, o mejor dicho están obligados a recordar.

La anciana es una escritora pero sobre todo una hibakusha, como llaman a los sobrevivientes de la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki lanzada entre el 6 y el 9 de agosto de 1945 por Estados Unidos para acelerar la rendición de Japón.

¿Cómo logró sobrevivir física y psicológicamente en una tragedia tan indecible, más allá de la cuenta de los muertos, entre 100 mil y 200 mil, casi exclusivamente de civiles?

Las heridas espirituales de los hibakusha continúan en el presente y también en el futuro. Las sustancias radioactivas absorbidas por el organismo se adhieren a los órganos internos y, hasta que no se agotan del todo, seguirán emitiendo radiaciones por un tiempo muy largo.

Este 'enemigo interno' persiste en la vida de los hibakusha. El 6 y el 9 de agosto son fechas definidas, justamente porque las sustancias radioactivas absorbidas continúan estando, ya sea que se desarrollen en tumores u otras otras enfermedades, o no. Por eso no es posible superar las heridas: hay que convivir con ellas.

¿Usted se convirtió en una autora-testigo. Escribir sobre el bombardeo atómico qué significa para usted?

El problema de la bomba atómica no se termina con una generación sino que continúa en sus hijos, sus nietos. Es un problema de supervivencia de las generaciones futuras. Poco después del estallido de la bomba atómica huí de la fábrica en la cual me encontraba y me dirigí hacia el epicentro.

En medio de la gran cantidad de cadáveres, me sentí agradecida de estar viva. Es terrible ver los muertos en torno a mí, pensar que otras compañeras mías tal vez no lo habían conseguido, pero estaba feliz de estar viva, de haber tenido suerte de lograr salir incólume. Salir viva de la destrucción total me dio la fuerza para escribir.

Usted no tenía siquiera 15 años, iba a la escuela superior femenina y en esa etapa de la guerra fue convocada a participar del esfuerzo bélico yendo a trabajar a una fábrica de armas, 52 de sus compañeras murieron, como cuenta en "Nagasaki". Un hecho tan grave marca inevitablemente la existencia. ¿En estos años quiso recordar manteniendo contacto con otros sobrevivientes?

En la época hablar de la bomba atómica era un tabú y sobre todo, cuando era joven no lograba hacerlo. Era una experiencia personal pero hablar de eso significaba involucrar a las personas cercanas, y también para los familiares tenía consecuencias negativas.

No había alguna comprensión frente a los hibakusha. No queríamos hablar ni siquiera entre compañeras de escuela porque hubiera significado recordar cómo nos habíamos puesto a salvo, quien había escapado primero, qué enfermedades habíamos tenido y cosas de ese tipo. Así que no permanecí en contacto con los otros hibakusha.

Con los años me di cuenta que el 6 y 9 son un problema demasiado grande porque se trata de la relación entre el hombre y la bomba nuclear, y era necesario reflexionar y superar el miedo a la discriminación. Aunque no encontrara a otros hibakusha, sobre todo mientras escribía 'El lugar del rito', me llegaban noticias de mis amigos que morían. Eran las sustancias radioactivas que seguían matando, la bomba atómica no había terminado.

¿Siente cosas para decir a los jóvenes que probablemente no tienen conciencia de cuán monstruoso fue ese crimen de 1945?

Después de la guerra, Japón caminó un largo recorrido trazado por nuestra Constitución pacifista cuyo artículo 9 renuncia por siempre a la guerra y al uso de la fuerza como instrumento para resolver las controversias internacionales. Muchos jóvenes recientemente hicieron sentir sus voces para protestar contra el intento de interpretar el artículo 9 de modo distinto y vaciarlo de su significado.

Estoy muy contenta de que los jóvenes se interesen en este problema, es el testimonio de que la democracia que plantó raíces después de la guerra produjo sus efectos. Lo que siento para decir es considerar también el 6 y el 9 de agosto como un problema que los involucra personalmente.

¿En su opinión, en el mundo hubo una remoción colectiva de Hiroshima y Nagasaki?

Al menos en Japón hay conciencia, pero no al punto de sentirlo como un problema personal. El 6 y el 9 son un problema de todos nosotros, de cada persona. No tiene nada que ver con el concepto de Nación o con la ideología, está relacionado a nuestra sobrevivencia de hombres.

(Tomado de ANSA)