Cubadebate

Foto: Martin Bureau / AFP.

Katie Ledecky iba a por ella. Y ganó. No hay más rival para ella que ella misma. Ni siquiera su sombra es digna de ello. Si alguien la busca, seguro que la encuentra hundida en el fondo de la piscina. La estadounidense, protagonista de la natación actual, icono de su selección, batió su propio récord del mundo en el 1.500 libre, el que rompió sin querer hace un día con cara de niña buena y que hoy ha rebajado en dos segundos: de 15:27.71 a 15:25.48 de hace un rato.

En dos años, desde Barcelona, lo ha rebajado en 11 segundos, para hacerse una idea. Una auténtica salvajada, tal cual. La de este martes es la novena plusmarca planetaria de esta chica de 18 años, tez blanquecina, pelo revoltoso y concentración extrema. Nada como si no nadara, moviendo los pies en contadas ocasiones, braceando con una contundencia elegante, como si a uno le dieran un bofetón y no le dejaran las marcas de los dedos pero sí el daño. Cómo será, que Lauren Boyle, una de las grandes damas de las grandes distancias del crol de la pileta, se contentó con la plata ya que por una de las cuatro esquinas se quedó sin metal Lotte Friis. La distancia entre la ganadora y la segunda fue de 15 segundos. Una vida.

Y además, no contenta con su gesta, 29 minutos después buscó la clasificación para la final de finales de este Mundial, el 200 libre donde aguardan Federica Pellegrini, Missy Franklin, Shen Duo y Katinka Hosszú, y la consiguió. En su serie fue sexta, con un tiempo de 1:56.76, tras ser última en los primeros 100 metros y remontar hasta la tercera plaza de su carrera en los otros 100. Una hora de locura. Normal que Missy la animara al llegar a la pared mientras la chica resoplaba.

Ritmo demencial en el 'milqui'

El esfuerzo previo en el 'milqui' ya había sido gigantesco. Desde el primer instante, Ledecky impuso un ritmo demencial. Al tiempo que iba aumentando la distancia con la danesa y recortando segundos a su propia marca, la que ha destrozado cuatro veces en su vida. Y las que quedan. Esta vez era evidente que el récord no llegaría por un despiste, por emocionarse. Más bien porque quería. De ahí el golpe que asestó al agua, esa cara de rabia contenida en la pared que domesticó para marcharse a suavizar a toda velocidad porque tenía que seguir compitiendo en esta jornada.

Suyas son dos de las siete plusmarcas del Mundial. Aunque, al tercer día, comenzaron a aparecer los récords del mundo masculinos. Eso sí, condensados en la misma prueba y en forma de duelo psicológico. Básicamente porque, en pocas horas, la marca establecida en el 50 braza tembló y se derrumbó dos veces. En la matinal rusa fue Cameron van der Burgh quien hizo añicos el reloj de la prueba con un tiempo de 26.62. Por la tarde, Adam Peaty no enseñó músculo en la semifinal del 50 braza, su festejo habitual cuando gana, aunque su plusmarca planetaria de 26.42 le confirma como uno de los protagonistas de este campeonato.

De momento, ya ha lanzado un aviso a sus rivales. Este combate acuático acabará en la final, donde uno de los dos ascenderá al principal escalón del podio. Para llegar ahí, han aumentado la renta de récords del mundo del Mundial, tras los cinco conseguidos entre Sarah Sjostrom (dos en 100 mariposa), Katie Ledecky (dos en 1.500 libre) y Katinka Hosszú (200 estilos). Siete en tres días. Más que en todo el Mundial de Barcelona.

La nueva victoria de esta jovencilla estadounidense no evita que aparezcan interrogantes en la delegación norteamericana. No en vano, esta jornada de martes comenzó con una de las carreras más apasionantes, con una horquilla de nadadores de gran nivel aspirando al podio en el 200 libre. Partía con ventaja Ryan Lochte junto a su novedoso viraje, un volteo subacuático de espaldas para salir potente en el crol, como principal protagonista. Sin embargo, y pese a dominar en muchos lances, el final derrumbó su potencial.

Sorpresa de James Guy

No fue Sun Yang, el todopoderoso chino, quien le adelantó, sino el joven James Guy, quien le devolvió la jugada tras arrebatarle la victoria en el 400 libre. El británico, en un final colosal, dejó en la estacada el sueño del asiático, que deseaba ganar todos los oros en sus pruebas de crol, del 200 al 1.500 libre. En tercera posición finalizó el alemán Paul Biedermann, plusmarquista mundial, tras una remontada soberbia.

La sorpresa de Lochte se sumó a la de Missy Franklin. La estadounidense, tras recolectar seis oros en Barcelona, fue quinta en el 100 espalda, donde era la actual reina de la distancia. En una prueba en la que Emily Seebohm marcó el ritmo, demencial ya que se quedó a 14 centésimas del récord del mundo al nadar en 58.26. Es decir, que la cosecha norteamericana está, ahora mismo, famélica. Sólo tres metales preciosos, con Katie Ledecky salvando los muebles de su selección tras su nueva victoria en el 1.500 libre.

(Con información de El Mundo)