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José Manuel Cortina: “El pitcheo cubano vive su peor momento”

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Foto: Katheryn Felipe.

Foto: Katheryn Felipe.

Los hombres se dividen en dos bandos: los que callan y los que dicen sus verdades. La primera postura, tan de moda, es el canto pusilánime de los oportunistas. La segunda deriva en aprietos cotidianos, encontronazos, malos entendidos, pero al final recibe el premio de la vida. El pinareño José Manuel Cortina ha militado siempre en el partido de los que no se callan.

Ni siquiera una enfermedad que afectó seriamente sus cuerdas vocales ha podido silenciar a este oriundo de Minas de Matahambre. Dice que lo han catalogado de “incendiario”. Asegura que su afición por “hablar claro” le ha cerrado infinidad de puertas. Increíble: con tantos secretos que le sabe al pitcheo, Cortina nunca estuvo con el equipo Cuba y lleva años sin trabajar en Series Nacionales. A todas luces, apartarlo fue el modo más efectivo de ponerle la mordaza.

Lleva cuarenta años trabajando con el béisbol. Más o menos desde que se lastimó el brazo de lanzar. Desde entonces ha sido jefe de árbitros en la provincia, entrenó al staff de Forestales y Pinar, y una vez que tuvo sus primeras discrepancias “con la gente que no sabe de pelota”, pasó de Panamá a Isla de la Juventud (“de allí salieron Ariel Prieto, Carlos Yanes, Liván Hernández y Gervasio Miguel”), se fue a Italia y posteriormente prestó servicios en Matanzas, la selección de Italia y Santiago de Cuba.

A Cortina, no hay dudas, lo han valorado más por su personalidad que por la calidad de su trabajo. “Yo le digo a la gente lo que pienso –me confiesa. Nunca me he cohibido de decirlo. Nadie me puede decir a mí que yo no trabajo. A mí me gusta lo que hago, pero jamás me han dado la oportunidad de demostrarlo”.

El asunto es que tiene opinión propia, y eso pica. “Es mi forma de ser y soy muy respetuoso y ético. Por eso no enseño a nadie a hacer algo si antes su entrenador no le dio permiso, como me ocurrió hace unos años cuando enseñé a Ismel Jiménez a tirar el cambio. Pero eso sí, yo no le aguanto nada a nadie. Una vez en Italia un pitcher no quiso darme la bola cuando se la pedí y le dije al árbitro que me diera otra pelota, porque si él no salía del box iban a pitchear dos lanzadores. Luego cogí y me fui”.

Así, ¿sin más?

-Así mismo.

Bueno, mira, yo quiero hablar contigo sin que te quede nada por decir. ¿Podemos?

-Tú pitchea, que estoy listo.

Muy bien. ¿Qué opinión te merece el estado actual del pitcheo en Cuba?

-Este es el momento más malo del pitcheo en el período revolucionario.

¿Por qué lo dices?

-Para buscar el porqué habría que adentrarse muchos años atrás. Hay problemas que salen a largo plazo. La primera cosa es que en Cuba existió la mentalidad de retirar peloteros de entre 30 y 35 años. Hacías eso y los que venían atrás no mantenían el flujo. No había la misma cantidad de entradas que de salidas de peloteros; era como tener una tubería a la que le entraba una tonelada de agua y le salían treinta. Ese fue el primer error. Hubo otro gran error, muy puntual, que desangró al béisbol cubano, y fue la retirada violenta de ochenta y tantos peloteros, que nadie sabe quién la decidió. Eso fue lo más desastroso. Fíjate si fue una equivocación colosal que el pitcher de Industriales Lázaro Valle regresó después de eso al equipo Cuba, y también se reincorporaron con éxito el bateador habanero Luis Ignacio González y el relevista pinareño Orestes González, por citar solo dos ejemplos.

¿Eso es todo?

-No. Lo peor es otra cosa. Lo peor es que el béisbol habitualmente ha estado dirigido por personas que no saben de béisbol. Y ahora viene esta estampida de jóvenes que se nos están yendo. ¡Imagínate tú! No podemos subsistir. Es demasiado. Los americanos son los tipos más habilidosos del mundo porque están tomando del béisbol cubano productos terminados. No les cuesta prácticamente nada darles el acabado.

¿Jugadores de primer nivel a precio de costo?

-Algo así. Yo recuerdo que en los años ochentas, durante una conversación que sostuvimos en Panamá, el entonces manager de los Yankees, Billy Martin, me dijo: “No me voy a morir sin hacer antes un equipo de cubanos. Ustedes juegan a la pelota mejor que el resto del mundo”. Yo pensé que estaba borracho. Sin embargo, después del Primer Clásico me di cuenta de que lo que decía Martin era verdad. Nuestros peloteros juegan mejor a la pelota, pero el nivel de nuestro béisbol es muy bajo. Hay que poner la pelota profesional para que la gente vea el verdadero béisbol, no el nuestro. Y de eso tiene culpa a veces la prensa porque hay quienes hablan y escriben por ahí y tampoco saben nada de béisbol.

¿De quién aprendiste tú?

-Yo tuve dos profesores que para mí han sido los más grandes que ha tenido este país: Ramón Carneado y Juan Ealo. Charles Díaz y yo llegamos a La Habana a recibir información. Íbamos a casa de Juan Ealo y estábamos allí mucho rato, porque el béisbol hay que estudiarlo todos los días, es un juego de detalles y nuestra pelota ha adolecido de eso. En las Grandes Ligas se juega para 3.4 carreras de promedio por pitcher y nosotros promediamos ocho y pico por cada dos lanzadores. Eso es espantoso.

¿Qué problemas tienen nuestros lanzadores?

-Demasiados. Uno muy serio es que no saben batear. Si tú no sabes batear, ¿cómo vas a pitchear? Valle pasó por varias posiciones y en dos años se hizo lanzador del equipo Cuba porque sabía batear. Otros serpentineros que supieron batear fueron Roberto Valdés, Emilio Salgado, Gaspar “El Curro” Pérez, el propio Liván Hernández, que estuvo un montón de campañas en Grandes Ligas tirando 80 millas pero se burlaba de los bateadores porque sabía pensar como ellos. Pero resulta que la Comisión nuestra hace todo de buró, y en vez de atender a eso, se preocupa por los 100 lanzamientos. Yo estoy en desacuerdo con eso, aunque jamás han venido a preguntarme mi opinión. Usted debe dejar que el entrenador de pitcheo decida quién puede tirar 100; quién, 120; quién, 80. Sin embargo, eso lo deciden tres o cuatro personas que lamentablemente, a veces ni siquiera han jugado pelota.

¿Consideras que todos los pitchers de Grandes Ligas saben batear?

-Sí, los de la Liga Nacional.

Pero los de la Liga Americana no batean…

-Sí, por eso son más malos que los de la Nacional. Aunque ojo, esos lanzadores de la Americana tuvieron que batear aunque haya sido en las menores, y los pitchers de la Serie Nacional dejan de hacerlo a los 20 años. Luego pasan una temporada y dos y tres sin batear, y si usted no batea, no sabe pitchear.

¿Hay problemas en el pensamiento técnico-táctico, en la preparación física? ¿Dónde?

-No tanto en la preparación física como en la técnica. No hay un box que sirva. Independientemente de que tengan o no la altura requerida, existen hoyos delante del box, y ese lugar tiene que estar plano. ¿Cuándo tú has visto a un pitcher de Grandes Ligas abrir un hueco? Es una cadena: si tú no tienes un buen box, no puedes tener una buena mecánica; y si no tienes una buena mecánica, no puedes tener buen control; y sin control no es posible establecer algún elemento táctico. Lo primero que hay que arreglar en el pitcheo de este país son los box, en el bullpen y dentro del juego, para luego hacer lo otro.

¿Y la enseñanza cómo se comporta?

-Un gran futbolista, Andrés Iniesta, dijo en una entrevista que al terminar cada campeonato él pasa mes y medio practicando para mejorar los errores de la temporada. Aquí pasa año tras año y los lanzadores siguen teniendo las  mismas dificultades porque no hay tiempo para la enseñanza. Digamos, ¿de qué sirve un buen repertorio sin control? ¿Por qué la mentalidad de pitchear para huirle la bola al bateador en lugar de pitchear para enfrentarlo? Para colmo, aquí nos acostumbramos a dirigir el pitcheo desde el dugout y eso no debe ser así, el pitcher debe aprender a decidir por sí mismo. Mira a Noelvis Entenza, lleva muchos años en la pelota y todavía se va para adelante al lanzar. O a Darién Núñez, que sigue dando las mismas bases por bolas.

Y entonces, ¿no hay técnicos?

Hay técnicos, pero es necesario estudiar. Aquí está un caso: en el pitcheo influye decisivamente la selección de los lanzadores. Tú vas a la Academia de New York y no ves un pitcher chiquito, porque con poco tamaño sirve uno de cada mil, como Carlos Yanes. Pero para eso hay que tener un don grande de inteligencia.

¿Crees que la intensidad del trabajo no lastima el brazo?

-Por supuesto que no lo lastima. Lo dijeron Juan Marichal y Conrado Marrero, y también te lo puedo decir yo porque he arreglado unos cuantos brazos. ¡Ah!, el problema está en que uno no puede darle a un muchacho de veinte años el mismo trabajo que a un veterano. Yo tuve a Faustino Corrales desde los 17 años y lo ponía a tirar 200 lanzamientos para el home, pero luego le daba el descanso que llevaba. Ningún pitcher se lastima por tirar 200 lanzamientos. Eso es mentira. Y tampoco es el mismo descanso para todo el mundo. Es un trabajo diferenciado. Eso son los detalles que deben tener en cuenta los entrenadores de pitcheo.

¿Significa eso que los pitchers no se lesionan por tirar demasiado?

-No es por exceso de trabajo que se lesionan, sino porque no tiran. A veces les introducen lanzamientos desde muy jóvenes y es un error; por ejemplo, he visto a muchachos de 16 años tirando tenedor. El lanzador se lesiona por no tirar. He dedicado buena parte de mi vida a recuperar brazos lesionados (Rogelio García, Julio Romero, Jesús Guerra, Danny Betancourt, entre otros), y lo que hago desde el primer día es ponerlo a lanzar, pero todo lleva un volumen de trabajo. A los jóvenes debemos darles más días de descanso, no disminuirles lanzamientos. Y a medida que maduran les restamos descanso.

¿Por qué dan tantas bolas nuestros pitchers?

-Tenemos problemas con la actividad técnica de los lanzadores y el movimiento y la mecánica son malos. Si un pitcher tira mucha bola es porque no ha lanzado lo suficiente. Todo en la vida es habilidad y perfeccionamiento de habilidades. Los lanzadores cubanos tienen una aceleración muy alta en la preparación del lanzamiento. Se mueven muy rápido y con eso pierden el equilibrio, y sin equilibrio no hay control. Si total, por mucho que tú te apures, hasta que no pones el pie no puedes pitchear.

¿Cómo puede un pitcher mejorar su control?

-Tirando, pero con un trabajo adecuado. Para tener control hay que pitchear.

¿Y para tener velocidad?

-Para ganar en velocidad también hay que trabajar mucho y con el tiempo se gana en fuerza y coordinación.

¿Y por qué hay diez millas de diferencia entre los pitchers norteamericanos y los cubanos? ¿Por qué ellos tiran 95 y nosotros 85?

-Eso tiene que ver directamente con la alimentación. Nosotros tuvimos un Período Especial muy malo. Eso igual afectó la estatura y hoy tenemos la generación de esa etapa. Aparte, usamos mucho el rompimiento en las primeras edades, mientras los estadounidenses utilizan recta y cambio. Al pitcher mío que con 17 años yo lo vea tirando tenedor, le doy con la pelota en la cabeza. Como dijo el manager de los Yankees en el 86, cuando le preguntaron cómo enseñaba a los pitchers y respondió: “enseñándoles a tirar recta”.

¿Y entonces qué tú quisieras que tiraran?

-Recta y cambio hasta los 17 ó 18 años, y luego, en los primeros años posteriores, curva y slider.

¿Y los lanzamientos especiales?

-Es que esos casi no se usan porque acaban con el brazo. Lo que hay que hacer es ganar en fuerza.

¿Tú crees que la principal diferencia entre la generación de pitchers de los 70 y 80 y la de ahora, está determinada por la alimentación?

-No. A eso se suma que tenemos menos posibilidades de contar con pitchers altos. El Período Especial nos afectó en la altura. Mira a Rogelio García u Omar Ajete, que no eran altos, pero eran mulos, tenían mucha fuerza. Los dos eran como paredes. Los de ahora son pitchers muy débiles, flaquitos, no tienen peso corporal.

¿Ahí está la mayor diferencia?

-La mayor diferencia está en la selección y dirección de lanzamientos y en la captación de lanzadores. Primero, no saben batear, y segundo, tienen problemas en la mecánica. Y también hay que elegir pitchers grandes. ¿Dónde encontramos a Contreras? En aquellos tiempos, los entrenadores íbamos a los montes. Aparte de que no hay mucho de dónde escoger ahora, tampoco se va a todos los rincones a buscar. Otro gran problema es que tú haces un pitcher y se va al poco tiempo del país. ¿Cuánto tiempo te lleva hacer otro?

Dime alguna deficiencia específica del lanzador cubano...

-Los pitchers cubanos se van hacia adelante y pierden la fuerza al lanzar. Cuando tú ves que un pitcher se va de un lado para otro es porque toda la fuerza la perdió al inicio. No le ponemos interés al trabajo de las piernas y es tan importante como el de los brazos, ni sabemos transferir la fuerza de las piernas a los brazos y hacer que el pitcher pierda poca energía al tirar la bola.  Mientras más tú te alejes del centro de gravedad, menos energía tienes. Es lo mismo que decía Marrero de agrupar y desagrupar: venir de atrás hacia adelante. Hay que aprender a quedarse detrás y a venir bien hacia adelante. Nosotros perdemos mucho tiempo levantando la pierna y tú hasta que no te apoyes, no puedes tirar.

¿Entonces no hacían falta aquellos movimientos elegantes de Norge Luis Vera o el Duque Hernández?

-No, eso es otra cosa. Yo te estoy hablando de enseñanza y eso era un estilo. Eso uno lo va a ganar después, no en el trabajo inicial. Vera, por ejemplo, logró su estilo parándose a lanzar delante de un espejo. Ese es otro problema, que a veces queremos correr sin poder caminar. Así pasa con la selección de lanzamientos. No es lo mismo lograr un estilo que enseñar. Por ejemplo, yo no estoy de acuerdo con que el calentamiento sea el mismo para todos los pitchers. Eso yo no lo hago. Los pitchers míos tienen que calentar de manera individual. Las fisiologías no son las mismas. Hay un solo bullpen, pero el calentamiento general es diferente. El pitcher que no sepa ser independiente está muerto. Siempre será mejor frenar a un loco que empujar a un bobo. El pitcher tiene que ser agresivo, determinado, creativo, y eso no te lo pueden dar las señas desde el dugout. ¿Y si un bateador es habilidoso y se te pegó más, lo sabe el manager desde donde está? Es el pitcher quien tiene que estar observando los detalles. El pitcher es un creador. Más bien, un pintor, tiene que pintar el juego de pelota. Debe tener una memoria magistral para llevar el juego antes y después de su salida. Tiene que conocer a los bateadores. El pitcher es un profesional completo. El entrenador debe tener una relación muy cercana con el pitcher, y decirle cuatro cosas cuando hay que decirlas, y alabarlo cuando haya que hacerlo. Y no maltratarlo, no ofenderlo, para que confíe en ti. Pero para eso hay que ser un enamorado. Fue José de la Luz y Caballero el que dijo que solo un evangelio vivo puede educar y es así. Si tú no amas tu trabajo, no eres bueno. El béisbol hay que llevarlo, estudiarlo, analizarlo, correr riesgo. Yo no soy un tipo que tenga miedo a la confrontación. Así me he ganado el respeto.

Me han comentado que te vas a retirar...

-En diciembre. He trabajado desde hace tres o cuatro años en una Academia de Beisbol personal, pero es hora de decir adiós.

Y si luego de que te retires te proponen trabajar en el equipo de Pinar del Río, ¿lo harías?

-No. Ya yo terminé. No se puede arar en el mar. Yo en diciembre termino.

¿Ni si te lo piden encarecidamente?

-Por lo menos en este momento, no vale la pena. En nuestro deporte desechan la experiencia, y hay muchos mediocres viviendo de eso. Entonces, ¿voy a martirizarme, a maltratarme, a sentirme mal? Eso sería no hacer las cosas bien y a mí me gusta respetar a mis atletas.

¿Será cierto que el béisbol cubano goza de buena salud?

-Yo digo que no.

Pero hay gente que dice que sí...

-Bueno, yo digo que no. Nosotros le caíamos a palos a todo el mundo y ahora hemos estado 24 innings sin anotar una carrera. El pelotero cubano es muy bueno, se adapta rápido, pero tenemos muy serios problemas. Ahora el equipo Cuba tiene un camarero y una tercera base sin posición fija. ¿Cuándo un equipo nacional ha estado así? Métete para que veas cuántas irregularidades tenemos en el equipo Cuba. Antes eso no pasaba. Tú me preguntabas hace poco que quién era hoy el mejor pitcher de Cuba y tuve que pensarlo.

Si tuviste que pensarlo es porque no hay un líder definido...

-Claramente. Nosotros tuvimos a Vinent, pero también a otros muy buenos. Estaban Rogelio, Julio Romero, Changa Mederos, etcétera. Después tuvimos a Contreras, Vera y Lazo. Actualmente no tenemos pitchers y, sin embargo, desechamos a Lazo, que todavía podría ser cerrador del equipo Cuba. ¡Ah!, pero lo mandaron para México. Es otro gran dislate de la Comisión nuestra, que se la ha pasado haciendo proyectos equivocados. Ese fue el caso de mandar para Colombia, Japón, Nicaragua, a los terceros hombres de los equipos. Para hacer eso bien hay que mandar a los mejores. Los peloteros protestaron por eso. Hasta en eso fuimos malos.

¿Dices que hace muchos años ya defendías la idea de que los cubanos debían jugar fuera?

-¿A cuántos hubiéramos mandado para Japón? ¿Cuánto dinero hubiera entrado en este país? Ahora lo vamos a hacer. ¿Por qué no lo hicimos hace 20 años? La pelota hay que pensarla 24 horas al día, porque no es cosa de oficina. Yo no lo digo ahora, lo digo hace rato. Pero, ¿sabes qué decían de mí? Que era un problemático. Una vez un director del INDER en Matanzas dijo que los peloteros eran de 22 a 23 años y me tuve que parar y decirle que no estaba de acuerdo con eso. El béisbol es un deporte de reflexiones, pero para reflexionar hay que tener experiencia e inteligencia. Hay que saber pensar para jugar beisbol. El pelotero bueno llega con treinta años o más.

¿Y qué me dices de la famosa especialización en el pitcheo cubano?

-Esa es una manera de tomar de los americanos la forma y no el contenido. Los buenos cerradores son los tipos que fueron tremendos abridores. Para esa función hacen falta mucha inteligencia, habilidad, maestría, experiencia. Cuando el Clásico Mundial, el manager de Venezuela aseguró que cuando Lazo salió a pitchear él sabía que no podían ganarle. Argumentó que se dio cuenta que estaban delante de un monstruo que frotaba la pelota porque disfrutaba lo que hacía. Esa seguridad hace falta en el cerrador y eso solo lo da la experiencia.

Pero habitualmente con 25 años se tira más duro que con 35...

-Yo le dije una vez a un comentarista deportivo que la velocidad en un pitcher es lo último. Primero están el conocimiento del bateador, poder poner la bola donde se quiere, convencer al bateador de un lanzamiento y tirar otro, y, por último, la velocidad. Yosvani Torres es el lanzador que mejor lo hace en el team Cuba porque sabe ponerle y quitarle, tira bajito y tiene control. Pero ya ves, cogen a Freddy Asiel, lo ponen de primer abridor y nunca les da resultado.

¿Y cuáles han sido los mejores pitchers para ti?

-El pitcher que más he disfrutado fue Juan Carlos Oliva, pero igual tengo que mencionarte a Jesús Guerra, a quien podría llamar Capablanca porque era un ajedrecista del béisbol. Otro infaltable sería Julio Romero, ya que no se podrían valorar los estragos que hacía su curva. También eran muy peligrosos los zurdos Jorge Luis Valdés, Ajete y Faustino Corrales... Norge Luis Vera fue magnífico igualmente. Y Braudilio Vinent es la excepción. Ese es el mejor. Tenía una slider terrorífica, pitcheaba bajito y no le daba tiempo de prepararse al bateador.

¿Crees que a lo largo de los últimos años la Comisión Nacional ha sido receptiva?

-La Comisión Nacional ha tenido el defecto de que jamás se reúne para escuchar las opiniones de quienes realmente saben de pelota. Nunca le ha preguntado nada, por ejemplo, a Pedro García Lupiáñez, que es una lumbrera. Es muy fácil que yo siendo el manager del equipo Cuba, vengan y me digan: “Oye, Cortina, esto y esto”, y que yo lo haga porque si digo lo que pienso me botan del equipo. No puede haber compromiso con nadie. Mete allí a gente que de verdad sepa de béisbol y verás cómo se solucionan los problemas de nuestra pelota. Es así de sencillo.

Foto: Katheryn Felipe.

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Se han publicado 175 comentarios



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  • ANTRAX666 dijo:

    MUCHISMAS GRACIAS CORTINA POR TUS SABIAS PALABRAS. GENTE COMO TU SON LAS QUE NUESTRO BEISBOL REALMENTE NECESITA. GRACIAS

  • raymundo dijo:

    Para mi es la mayor realidad que leído sobre los problemas del Picheo en la pelota cubana, algo que debería no solo publicarse en este sitio, desgraciadamente no todos pueden llegar a él. Me gustaría que se publicara en la prensa escrita, por ejemplo Juventud Rebelde. Coincido en lo criticado y creo que hay que oír a las personas que saben no solo sobre la pelota si no sobre los demás deportes. Muy cierto que se pone a dirigir en ocasiones y no pocas a personas que no dominan con excelencia, son muchas veces escogidas personas por otras razones y no precisamente por el deporte que van a dirigir.
    Sigo optimista aunque reconozco que estamos lejos de alcanzar aquellos años de alegres momentos.
    ¨ Un análisis consiente y sabio levanta inspiración en los hombres ¨.

  • hala madrid dijo:

    que clase d entrevista!!!

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Michel Contreras

Michel Contreras

La Habana, 1973. Periodista especializado en temas deportivos.

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