Lionel Messi, de gran temporada en Barcelona, tiene otra vez la presión de ser la figura con su Selección.
La gente
Lionel Messi tiene que sellar un amor. Aunque la última pelota de la final del Mundial en Brasil lo haya tenido pateando un tiro libre difícil que él erró, la historia -su historia- con Argentina cambió. No por él, que, aunque alguna vez alguien se empeñó en señalarle que no cantaba el himno, siempre adoró a Argentina, al borde de vivir hace más de diez años en Barcelona y nunca abandonar la condición lingüística de ser rosarino y no hablar como catalán. Que cuando le ofrecieron jugar para la Selección de España se negó. Que nunca se negó a jugar con la camiseta de la patria que lo vio nacer, incluso viajando a amistosos sostenidos en él como eje de negocio. Cambió la historia en Brasil porque fue el goleador del equipo de Alejandro Sabella, porque su participación en la primera fase fue espectacular y porque el subcampeonato fue un resultado digno. Aún así, queda un capítulo para resolver. Aún así, Messi tiene que ganar un nuevo título (ya ganó Mundial juvenil y Juegos Olímpicos) para quedarse con el amor de la gente. En Chile, va por eso.
La confianza de Martino
Gerardo Martino llegó a Barcelona por un vínculo con el expresidente Sandro Rosell, pero no hubiera podido ser el entrenador si Messi no lo hubiera aceptado. Sin embargo, como sociedad, en palabras del propio director técnico, no les fue del todo bien. Ahora, el Tata generó una modificación importante, a la par de los movimientos que hizo Luis Enrique: puso a Messi de wing derecho, algo que no hizo en Barcelona, pero que es una elección suya clave. Ahí, Messi deberá rendirle al entrenador, con quien comparte la pasión por Newell's, con quien comparte la pasión por la misma ciudad donde nacieron, con quien podrá ganar un título que les quedó pendiente.
La historia
Messi jugó dos Copa América. La primera fue en 2007, en una Selección dirigida por Alfio Basile, conducida por Juan Román Riquelme, con un mediocampo brillante conformado por Juan Sebastián Verón y Javier Mascherano, con delanteros impresionantes como Hernán Crespo, como Diego Milito y como Carlos Tevez. Aquel equipo mantuvo un rendimiento futbolístico de lujo y Messi marcó un gol brillante contra México, que quedará para la historia. Sin embargo, en la final fue apabullado por Brasil, que le ganó 3-1. La segunda fue en 2011 y aquel equipo dirigido por el Checho Batista no logró tener un buen fútbol en la primera ronda, apenas ganándole a Costa Rica, empatando con Bolivia y con Colombia. Perdió en cuartos de final contra Uruguay, por penales, dejando un enorme enojo en el público. Esta será la tercera oportunidad: quizás, la vencida.
La madurez
El 10 de Barcelona llega con una madurez impresionante a esta Copa América. Jugará la competición con 27 años, quizás, la mejor edad para un futbolista. Ya lleva más de diez años en el profesionalismo y también diez años de su primer gol en primera. Ha pasado grandes momentos de gloria como las Champions League ganadas en Barcelona. Ha pasado momentos de frustración, como haber perdido tres mundiales con Argentina. Esta vez, esta Copa, lo atrapa en un momento fascinante de su carrera como futbolista, habiendo aprendido como futbolista cómo manejar sensaciones.
El nivel
A diferencia de lo que ocurrió en el Mundial 2014, cuando el argentino no llegó a la competencia en su mejor nivel, Messi volvió a tener una temporada brillante y se presentará en la Copa América -otra vez- como el jugador más dominante del mundo. Pero no es la primera vez que pasa. En el Mundial 2010 venía de sacarle el trono a Cristiano Ronaldo. En la Copa América 2011, disputada en su propia casa, también. En Chile será el momento para que la Pulga logre mantener su juego con la camiseta argentina.
(Tomado de www.ca2015.com)
