Raquel Tibol.
Temida por muchos, pero respetada a la vez, la devana de la crítica de arte en México, famosa por haber abofeteado al muralista David Alfaro Siqueiros -de quien fue asistente- y vivido en casa de Frida Kahlo, la escritora, crítica de arte, periodista, curadora, promotora cultural, autora de más de 40 libros, Raquel Tibol, falleció este domingo a las 18 horas, luego de haber permanecido hospitalizada más de de 15 días, confirmó a La Jornada Alfonso Morales, director del Museo Soumaya.
Tenía 91 años. Argentina de origen, y cuyo nombre de pila era Raquel Rabinovich, radicaba en México desde 1953, y se nacionalizó mexicana en 1961.
Doña Raquel fue, y será siempre, un gran referente de la crítica de arte en México. Una leyenda que no se apaga. Polémica, íntegra, sin pelos en la lengua, independiente, nunca fue complaciente con nadie, ni estaba sujeta a amiguismos, o a las instituciones, incluso, llegó a decir que diariamente se ganaba un enemigo nuevo.
Aunque nunca perteneció a ningún partido político, siempre se dijo “gente de izquierda”. De hecho, mantenía “posiciones más extremas incluso que los partidos”.
Escribió Mella en El Machete, cuya primera edición data de 1968, una recopilación de los escritos de Julio Antonio Mella para la publicación de izquierdas El Machete, que hizo Raquel Tibol mientras investigaba en este periódico para un libro sobre Siqueiros.
Este libro lo presentó en la Feria Internacional del Libro de La Habana, en el 2008, y allí explicó por qué le había dedicado esta investigación al joven comunista cubano, asesinado por el dictador Gerardo Machado:
A mi generación le correspondieron todavía los ecos de esa figura revolucionaria. A principios de los años 40, en el Buenos Aires de aquellos tiempos todavía resonaba el prestigio de Julio Antonio Mella. Hacían actos de celebración, y en México no se diga. Allí cada 10 de enero —que es el día en que lo balearon, aunque murió en la madrugada del 11—, se hacían actos; no fallaba un año en que no se hiciera uno por gentes de la izquierda mexicana para evocar a Julio Antonio.
De modo que no era una figura que yo descubrí en las páginas de El Machete. Lo que descubrí ahí fue la gran potencia de ese joven revolucionario, de modo que fue eso lo que me llevó, con una especie de urgencia espiritual, a rescatar aspectos que yo desconocía de Mella.
(Con información de La Jornada y Cubadebate)