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René de la Nuez, un pincel al servicio de la justicia y la dignidad

René de la Nuez. Foto: Juventud Rebelde

René de la Nuez. Foto: Juventud Rebelde

En medio del dolor ante la terrible noticia de la desaparición física de un hermano, rescato y actualizo unos apuntes que escribí hace algunos años sobre él.

Tuve la inmensa dicha de trabajar con René de la Nuez en el periódico Granma, desde su fundación. Y últimamente estuvo junto a nosotros en cubaperiodistas.cu, donde colaboró habitualmente en el espacio La Opinión Gráfica.

Estando en Granma, día tras día, ambos teníamos el deber, tras analizar los acontecimientos mundiales, de seleccionar el tema que fuese merecedor de que la ingeniosa mente y las rapidísimas manos de Nuez lo llevasen a la cartulina. Con conocimiento, no de un día sino de un cuarto de siglo, puedo aseverar que El Loquito, sobrenombre que le quedó como resultado del personaje por él creado durante los años de la dictadura de Batista, ha sido un auténtico cronista de su tiempo.

Lo importante ocurrido en Cuba y en el mundo no escapó a la visión y técnica de la pluma estilográfica de Nuez, quien antes de la computación trabajaba, como regla, con la tinta negra. Su primer dibujo político tuvo como tema la nacionalización del Canal de Suez. Según contó en una entrevista para la revista venezolana Koeyú, llegó a Zig-Zag, la más importante publicación humorística existente entonces en Cuba, y le pusieron como prueba hacer una caricatura allí mismo sobre un tema de actualidad. Nuez, a la sazón con sólo 17 años de edad, dibujó al entonces primer ministro inglés, Anthony Eden, sentado frente a un televisor que sólo tenía rayitas, y hacía el siguiente comentario: “He perdido el canal”.

loquito1Se calcula que Nuez ha publicado más de 100 mil caricaturas desde 1956, en que hizo sus primeros dibujos en el semanario Zig-Zag.

La caricatura política, en su sentido actual, es decir como difusión amplia de la representación gráfica de rasgos de personajes, instituciones, grupos sociales o situaciones, donde la sátira, la ironía y el humor están presentes, nació cuando la imprenta comenzó su desarrollo. Las primeras caricaturas nacieron en Italia a finales del siglo XVI –incluso el origen del vocablo caricatura proviene de la palabra italiana “caricare”, que significa cargar, exagerar--; pero, realmente, el origen de este tipo de humor debe buscarse en Inglaterra, donde desde mediados del siglo XVIII dibujantes como George Towshend, Thomas Rowlandson y George Cruskshank satirizaban con personajes de la época y situaciones en la Real Corona. De ahí se extendió a Francia, España, Alemania y otros países europeos. Goya, ese gran pintor aragonés y universal, cultivó el género, y ahí están sus series Los Caprichos o Los desastres de la guerra, en donde hace una amarga crítica a las injusticias religiosas, políticas y sociales de la época, así como a las atrocidades cometidas durante la invasión de Napoleón contra España.

En Cuba la primera caricatura política irrumpió en 1848. Se ignora la identidad de su ingenioso autor, quien escogió una vaca para representar a la Cuba “ordeñada” por el Capitán General saliente y por su sucesor, representantes del colonialismo español. Esa caricatura se denominó “la vaca de leche y relevo de los ordeñadores”. No vio la luz en ningún periódico, sino que circuló como hoja volante casi clandestinamente, tras ser impresa en Filadelfia. Estados Unidos. Años después, los que desarrollan este arte en las publicaciones de la época, bien comprometidas con España, son dibujantes extranjeros, entre ellos el sobresaliente aunque reaccionario hasta la médula Victor Patricio de Landaluce, de origen vasco. Y como de casta viene el galgo, aunque diferentes en la forma de pensar, nacerían después los nombres de cubanos que marcarían pautas en este arte: Federico Ibañez, Ricardo de la Torriente, Rafael Blanco, Conrado Massaguer, Eduardo Abela, Hernández Cárdenas (Her-Car), Horacio Rodríguez, Juan David, Virgilio Martínez, Santiago Armada (Chago), Francisco Blanco (Blanquito), Manuel, Wilson, Ajubel y Nuez, y los más recientes, Juan Padrón, Tommy, Alfredo Martirena, Adán y Ares.

Nuez nació, al igual que Abela, en San Antonio de los Baños, a la que Mella llamó “la villa roja” por la combatividad de sus obreros revolucionarios. Pero esa población, ubicada en la actual provincia Habana, se ha ganado el merecido título de “villa del humor” por haber ofrecido al país a destacados caricaturistas y haber sido hervidero de publicaciones humorísticas. San Antonio, por eso, es sede de las Bienales del Humor y allí existe el Museo del Humor, primero de Cuba y del continente americano.

En el libro de Nuez, titulado “Humor Amargo. La Aldea Global” recoge más de cien caricaturas. En esta obra Nuez demuestra que su mente, pluma, pinceles y tinteros eran filosos cuchillos de denuncia contra opresores y explotadores, contra guerreristas y conquistadores de territorios y riquezas de los países del Tercer Mundo, contra los gestores y ejecutores del caos y desorden reinantes en el mundo actual.

Siempre decíamos en la redacción del periódico Granma que la caricatura de Nuez, que por general veía la luz cada día en las páginas internacionales, era un contundente editorial. Fidel Castro apreciaba las caricaturas de Nuez, y sentía un gran respeto por sus creaciones. De ello fui testigo, en múltiples ocasiones, en la redacción de Granma.

Recorriendo las páginas de su mencionado libro me encontré con 114 editoriales gráficos sobre el los retos que enfrenta el mundo actual, en particular por las políticas y el control hegemónico ejercido por la potencia más poderosa y agresiva que ha conocido la historia de la humanidad.

El autor de personajes tan famosos como El Loquito, El Barbudo, don Cizaño o Mogollón, y de libros tan reconocidos como Cuba sí, No hay deuda que dure cien años ni América que la resista, El señor de la guerra, el humor Nuez-tro de cada día, La piedra en el camino o Cubabici, nos lleva de la mano, en Humor Amargo, por los caminos y vericuetos de la globalización neoliberal.

1nuezAprecio en estas caricaturas de Nuez una característica común: un agudo diálogo entre sus personajes que, como norma, son los que padecen miseria, pobreza y hambre en América Latina. Hace muchos años escuché en un taller la opinión de que una buena caricatura política era aquella que no tuviese texto alguno, es decir que se expresase solo con las líneas del dibujo. Pienso que también hay buenas caricaturas con textos, y Nuez, siempre que lo ha creído conveniente, utilizó el texto breve y, a la vez, incisivo y de fino humor para darle la fuerza ideológica y política necesarias al dibujo presentado. Lo hace desde su primer trabajo, aquella caricatura sobre la nacionalización del Canal de Suez a que hicimos referencia al comienzo de esta nota.

La portada del libro, edición financiada por el Fondo de Desarrollo de la Educación y la Cultura, es un claro ejemplo de lo anteriormente expresado: Una familia campesina muestra a un labrador, también harapiento, una prueba de ADN, y le comenta: “Mira, no hay duda posible, somos hijos del neoliberalismo”.

En la página 35, un niño pregunta al abuelo: ¿Qué es el FMI? La respuesta: “Un arma de exterminio masivo”. Siete páginas más adelante aparece una anciana acostada en una hamaca, casi moribunda, debido a la falta de aire. Su esposo la atiende, y le dice a un tercer personaje: “Dice la vieja que se ahoga”. El personaje comenta: “¡Coño! Habrán privatizado el aire!”. Y un último ejemplo ilustrativo: Aparecen dos viejitas vestidas de negro ante tres tumbas en un cementerio. Una dice: “Los tres se me murieron de lo mismo: a uno lo mató el ejército, a otro lo mató un escuadrón de la muerte y a otro el hambre”.

Como diría el escritor español Baltazar Gracián, lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Con su estilo propio, buscando en primer lugar hacer pensar y, a la vez, hacer reír, aunque a veces con cierta amargura, Nuez mostró en ese libro la cara oculta de la globalización neoliberal, esa que asesina, aplasta y destruye a naciones, culturas y seres humanos, y que constituye la más desvergonzada recolonización del Tercer Mundo. Sus dibujos, una vez más, tienen el valor de que son sembradores de ideas y conciencias para el combate de los pueblos para cambiar el rumbo loco a que la globalización neoliberal ha llevado a la humanidad.

Hace muy poco, Nuez me obsequió y dedicó un hermoso libro, resultado de una acuciosa investigación de Axel Li, que vio la luz en el 2013, titulado El Loquito (re) visiones. En su primera página escribió: “Para el colega y amigo Juan Marrero, del Loco Nuez”, y, al lado, su pincel, dejó plasmada una autocaricatura suya. Justo es que, en momento como este, lo recuerde y exponga.

Nuez quedará en la historia de Cuba porque estuvo siempre junto a su pueblo, sus aspiraciones, luchas y conquistas. Y en su obra no olvidó jamás a los pobres, explotados y marginados en cualquier rincón del mundo. Defendió siempre la causa de la justicia y la dignidad de los pueblos.

Este hermano, por todo eso, merece respeto y honor. No lo despido con una lágrima, sino con un aplauso y un abrazo. Con el cariño que nos acompañará siempre.

(Con información de Cubaperiodistas.cu)