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José Miguel Pineda… El Conde de Vueltabajo

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“De la línea de cal para allá,
eso es tuyo.
Y no lo defraudé”.
Alfonso Urquiola (*)

 

El zurdo Pineda

El zurdo Pineda

Hizo bien quien le endilgó el título nobiliario que encabeza esta crónica. Su andar por la vida y los estadios bien pudieran semejar la prestancia de un caballero a la antigua, capaz de ceder el paso a una dama, así como brindar por y para el caído, sin dudar en el reto a los sietemesinos que, al decir del Maestro, solo les podrá faltar el valor, si no tienen fe en su pueblo. Fue un hombre de mundo que supo repartir el bien entre los semejantes y se sintió cubano hasta la médula. No reparó en territorios, los quería todos consigo.

Hay ciudadanos de nacimiento, otros se ganan el calificativo, o galardón, como queramos llamarle, en su andar por tierras ajenas. Algunos pasan inadvertidos, otros dejan huellas profundas. Es el caso de José Miguel Pineda Álvarez, habanero de oficio, cubano de ejercicio y pinareño de corazón; un hombre sin medias tintas a quien la pelota lo absorbió desde la niñez. Un día nos sacudió la noticia de su muerte.

Había llegado al mundo por La Habana, el 10 de septiembre de 1941 y falleció en esa ciudad el 25 de abril de 2008. Figuras legendarias de Vueltabajo llevaron su ataúd, Luis Giraldo Casanova y Juanito Castro, entre otros. Así lo hubiera querido la mayoría de sus discípulos camagüeyanos, habaneros, pinareños y de todo el país. Pineda no solo fue un pedagogo del béisbol, su calificativo mayor anda por la amistad. A todos quiso y le quisieron.

José Miguel, el padre de quien tomó su nombre, fue un eficiente albañil que luchó duro con la vida para dar de comer y enseñanza a los hijos, mientras Hortensia se ocupaba de las labores del hogar; ellos fundaron una familia de dos hermanos: Adolfo y José Miguel, ambos fallecidos. Con el tiempo nuestro hombre se casaría en primeras nupcias y tuvo un par de vástagos por los que sufrió: a uno lo vio fallecer accidentado, y el otro abandonó el país. Después la vida lo llevaría a Zayda, su compañera hasta el final, con quien tuvo dos hijas: Zayda y Marilyn.

Muchos desconocen que fue un excelente lanzador zurdo, integrante con solo veinte años de edad, del equipo CUBA al Mundial de Costa Rica 1961, que tuvo entre sus filas a hombres como Ricardo Lazo, Jorge Trigoura, Urbano y Mario González, Cachirulo Díaz, Pedro Chávez, Edwin Walters, Alfredo Street, junto a Bert Campaneris y Rigoberto Fuentes, quienes llegarían a destacarse en las Mayores. En Costa Rica, un país que había visitado como juvenil, alcanzó su mayor relevancia al proclamarse líder en efectividad (0,00), para contribuir a la victoria lograda por la Selección Cubana. El 12 de abril le ganó a NICARAGUA (16 x 0) y el 19), en la fase final, a MÉXICO (13 x 1).

Por su desempeño se le acercaron los scouts y firmó para el profesionalismo. No es ocioso recordar que el torneo se desarrolló en condiciones de alta tensión para los cubanos, pues coincidió con la invasión a Playa Girón. Algunos jugadores pidieron regresar de inmediato, pero la orden no se hizo esperar. ¡Ése es su Girón! Y regresaron con el título.

Las relaciones con la potencia del norte quebraron y con ellas se extinguió el Pacto de la Liga Profesional Cubana con el Béisbol Organizado de los Estados Unidos; si cumplía el convenio tendría que renunciar a la familia y el país. Sus convicciones y las lágrimas de la madre lo llamaron a reflexión. Tampoco podría continuar jugando como amateur. Es bueno recordar que por entonces los profesionales no estaban autorizados, ni siquiera para sobrepasar las líneas de cal en un terreno de aficionados. Se presentó a las autoridades deportivas y puso su hoja de servicios a disposición del nuevo deporte. Como tantos otros, no pudo volver a subirse al box, pero continuó su bregar por los estadios.

Todo cuanto aprendió supo llevarlo a las futuras generaciones, también por su juventud a varios de los contemporáneos. Trabajó como entrenador en la capital y no vaciló al ser solicitado en tierras agramontinas, donde realizó una encomiable labor al frente de los GRANJEROS, coqueteando con el título. Asimismo, tuvo una experiencia con los mismísimos INDUSTRIALES. Años más tarde pasó por Pinar del Río y de ahí se fue a dirigir los VAQUEROS DE LA HABANA, reclamado por su amigo Ricardo Serrano, entonces flamante Comisionado Provincial de la antigua provincia. La pelota lo hizo hombre y él jamás negó agua al sediento.

En Vueltabajo la designación había sido polémica. Muchos no querían un manager foráneo. Quien estas líneas suscribe lo había visto en su andar por otros lares y no lo imaginaba en la cola del caimán, ni aceptaba “extranjeros” para dar el salto que se veía venir. Recuerdo la noche antes de comenzar la XVI Serie, cuando en casa me lo presentó Catibo, y en poco rato me ganó para su causa. Allí le escuché prodigar las virtudes de Casanova y la temeraria decisión de llevarlo al cuarto turno en la alineación, así como ganar la imprescindible confianza de Urquiola. Cosas de la vida, muchos años después le firmé en su casa un ejemplar de El Señor Pelotero. El estelar jugador había comentado sobre el particular:
El pelotero que tenga buena concentración no se aflige por los comentarios de nadie. No debe afectarlo, porque cuando yo empecé Pineda me puso de cuarto bate, y eso no me afectó. En un equipo ideal, sin pensarlo mucho, Pineda sería el manager.

Su meta no tenía límites. Sin embargo, la tarea mayor sería ganarse a la afición. La “cola del caimán” se había acostumbrado a pelear en todas las trincheras, por eso en solo once temporadas había pasado de hazmerreír, a la cumbre. El equipo PINAR DEL RÍO nació en 1967 y solo ganó 12 desafíos; una campaña después elevó la cifra a 43, a las órdenes del Gallego Salgado.

Poco a poco, la provincia se entregó al manager que lo dio todo como un nativo más, con jugadores de talento como Urquiola, Escudero, Guerra, Roilán Hernández, Fernando, Negrete, Lázaro Cabrera, los jóvenes Juanito Castro, el Capirro Casanova y tantos otros, pero faltaba el salto definitorio. Su principal mérito fue impregnar la unión decisiva e interiorizar la convicción de campeones.

En su primera experiencia vueltabajera de la XVI Serie, el Conde reeditaría la hazaña de Francisco Martínez de Osaba (Catibo) con los VEGUEROS, quien dos años antes alcanzó un decoroso segundo lugar. Pero Pineda iría por más, solo necesitó otra campaña (XVII) para tocar la gloria con las manos. Comenzando la última semana del febrero de 1978, hizo historia aquel team cuajado de bisoños y un capitán de mil batallas.

El pueblo, convertido en haz, salió a brindar por su equipo campeón, en una de las jornadas más alegres que se recuerda en la provincia. Todos festejaban con sus héroes, entre ellos el manager triunfador, que tuvo en esa jornada uno de los días más felices de su existencia. Su hija Marilyn así lo recuerda:
Jamás olvidaré aquella procesión por todos los pueblos de Pinar del Río. Hubo que entrar a Guanajay, Artemisa y a todos los poblados, la gente cargaba a mi padre y a los jugadores. La felicidad era inmensa. Él parecía un niño a quien regalaron el juguete más preciado. En Pinar del Río hizo muchos amigos.

En 1981 cedió paso a Jorge Fuentes, su alumno predilecto, quien también se coronó ese año. A partir de allí comenzó a tejer Jorge su leyenda. Pero tanto repercutió la primera victoria, que quien después se convertiría en el manager más ganador del béisbol cubano en cualquier época, cuando fue inquirido por su mejor momento, se despojó del natural orgullo personal y sentenció:
Yo he tenido muchos momentos felices en la pelota, también difíciles. Junto a mis muchachos he logrado múltiples coronas nacionales e internacionales, pero mi respuesta siempre ha sido que aquel 20 de febrero de 1978, cuando nos coronamos por vez primera con Pineda al frente, mi maestro indiscutible, fue uno de los días más felices de mi vida, comparado con el nacimiento de mis hijos y nietos. Siempre lo recordaré, por su sapiencia, amistad, jovialidad y, sobre todo, por el humilde y simple carisma que lo envolvió.

El manager habanero-camagüeyano-pinareño no se conformó y repitió en la vigésima temporada. También lo haría en 1979 y 1980, con el PINAR DEL RÍO de las poderosas Series Selectivas, las mismas que nunca debieron desaparecer. Su andar al frente del equipo CUBA fue brillante. Cuanto tocó lo elevó a la cumbre, cual rey Midas sin el dinero que nada le importó.

Cuando los cubanos sufrimos para obtener la victoria en los Panamericanos de Indianápolis 1987, él actuaba de coach, pero al regreso habría otras confrontaciones de mayor nivel y se hizo necesario sustituir al joven director; el elegido no pudo ser otro que Pineda, quien llevó la nave a puerto seguro. Dirigió selecciones nacionales por varios años.

Para algunos, sus métodos heterodoxos no fueron los mejores, que si descuidó la disciplina, jugadas inesperadas, discusiones violentas justificadas, o no… Quizás tengan algo de razón, pero fue genuino, con un valor a toda prueba. Baste recordar cuando llevó al juvenil Omar Linares al equipo CUBA de Edmonton 1985. Casanova volvió a brillar y Omar le siguió los pasos. Desde su llegada a la urbe norteña confió al más experimentado la seguridad del Niño, asediado por los scouts. Como buen jodedor cubano que fue, en aquel torneo mandó a Linares a practicar en el campo corto y la respuesta de Germán Mesa fue instantánea: --¿Y tú que haces aquí, regresa para tercera?

El Conde fue un genuino descubridor de peloteros talentosos, que solía arriesgarse con decisiones sui géneris para obtener buenos resultados. Desde que captó a Omar para VEGUEROS, le buscó una posición. El muchacho jugó hasta en los jardines y todo lo hacía bien, hasta que se decidió por la tercera almohadilla, aconsejado por el otrora estelar jugador Felipe Álvarez, quien por entonces era el Comisionado Provincial.

Una especie de psicología natural le permitía sacar victorias del fondo del océano. Solo recordaré dos: Una tarde visitó en el box al zurdo Félix Pino, quien estaba “acorralado” en el Augusto César Sandino de Santa Clara; tendría que enfrentar con las bases llenas y sin outs, a Antonio Muñoz, Cheíto Rodríguez y Héctor Olivera, un trío de bateadores de los más temidos. El lanzador lo esperó pacientemente y con estupor escuchó la orden: --A estos tres solo tírales rectas por el medio del home, nada de sliders, curvas, ni cambios, solo rectas. --El zurdo cumplió la orden, y los dominó.

A Jesús Guerra, el derecho de Punta de la Sierra, Juan Ealo lo bautizó como Capablanca del box. Ha sido uno de los lanzadores cuyo intelecto logró ubicar de manera total en el arte de lanzar. Logró ser amigo y hasta consejero de Pineda, ellos alcanzaron una comunión especial. Hace años Requemo, como también llaman a Guerra, publicó El pitcheo por dentro, en Ediciones Loynaz; espera por su reedición. Veamos cómo recuerda al Conde en ese libro:
Pineda era del carajo, una gente tremenda, él trajo a Pinar del Río un nuevo sistema de dirección. No creía en las presiones, era el campeón para “descompresionarlo” a uno. En los momentos más difíciles, salía con cosas simples, relajadas, un psicólogo natural. Un domingo, calentando el brazo para lanzar, no me encontraba bien físicamente. Al finalizar el calentamiento salió Pineda del banco, y al llegar me dijo: --¿Qué te pasa?, --¿Por qué?, --estás al fly. --Yo le dije: mira esta recta, lancé y cayó en la esquina de afuera de la zona de strike. Me miró: --¿Y qué?, eso es un papalote, mira para allí, --señalándome con su cabeza. Al otro lado estaba Braudilio Vinent, que la mascota estallaba, yo le dije: --Siéntate tranquilo, que si mis lanzamientos llegan a home, hay para todo el mundo. Se retiró cabizbajo, dio dos o tres pasos, se viró, y me dijo: – ¡Ojalá! -En ese partido, en el noveno inning me llenaron las bases sin outs. Pineda llegó a mí sonriendo, me dijo: --¿Qué vas hacer después del juego?, tuve que reír también, le respondí: --Debe haber algo por ahí, a lo que respondió: --Te invito a darnos unos tragos. Yo le dije: --Esto está agonizando. Entonces me puso la mano en el hombro diciéndome: --¡Bah!, liquida esto, --y se retiró. Pineda era increíble. ¡Qué director! ¡Qué hombre! El juego se extendió a dieciséis entradas y gané 1 x 0. A mí me dieron 4 hits y a Vinent 3. Leonildo Martínez, la primera base, al finalizar el juego me confesó que en el noveno inning todos en el estadio Capitán San Luis se pusieron de pie dando palmadas, le pedí que me explicara, porque yo no me di cuenta. Toda mi vida mental estuvo en el partido, excepto el instante que dialogué con Pineda en el noveno inning. Ese día aprendí dos cosas: que una sonrisa transforma un momento de agonía, y que el lanzador se consolida cuando logra pitchear bien, sin su velocidad acostumbrada.

¿Casualidades? No, sabiduría.

Alguna que otra vez lo vi con la mirada perdida y el rostro de pensador profundo. Los ojos se le encendían cuando invocábamos a Casanova y él solo decía, moviendo la cabeza a ambos lados: --¡Qué pelotero! No en balde cuando lo veía saltar la cerca del left field, exclamaba: “¡Ya ganamos!”. Nadie mejor que Alfonso Urquiola, el eterno capitán de aquellos equipos vueltabajeros, para valorar la impronta de su manager:Pineda fue una figura tremenda en Pinar del Río, él nos enseñó a ganar, nos ayudó a formarnos como atletas, como personas. Tengo mis mayores respetos para él. También me dirigió en el CUBA. Fue como un padre para todos, en lo técnico y en lo personal, ya traía una gran experiencia. Creo que le correspondió perfeccionar un equipo que estaba hecho, fíjate que habíamos coqueteado con el título. Tenía una gran comunicación con los atletas, desde todos los puntos de vista, hasta para tomarnos una botella. Compartía con todos, por eso le respondíamos. Fue el primer manager-coach que me dejó jugar sin señas. Después jugué prácticamente libre todo el tiempo, porque confiaban en mí. Pineda me nombró capitán y no lo defraudé. A veces me decía: —Niño, de esas dos rayas para allá, diriges tú—. Sus jugadores nunca lo olvidaremos.

Un cubano de a pie, de quien jamás se oyó una queja ni reclamó cosas materiales. Su vida fue un poema escrito a miles de manos. Compartió con todos, bebió y jaraneó, hacía cuentos de fino humor criollo y tenía el don de jugar con la escabrosa verdad, sin levantar siquiera una roncha. Simpático y genuino, cosechó la bonita recompensa de la amistad.

Hombre de andar profundo, estará en la cumbre cuando repiquen las campanas beisboleras en la tierra de Occidente, y de la patria toda. Se lo ganó a golpe de coraje y corazón.

(*)Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga: Alfonso Urquiola. Caballero del diamante. Ediciones Loynaz. Pinar del Río (libro en proceso de impresión).
José Miguel Pineda con Juan Carlos Oliva (1978)

José Miguel Pineda con Juan Carlos Oliva (1978)

Se han publicado 14 comentarios



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  • artesano del gato tuerto dijo:

    Bravo Juan, tu como siempre,luchando por que no se mueran los recuerdos de hombres e historias que han forjado nuestro gran pasatiempo, me alegre mucho cuando vi tu nombre en el tribunal del salon de la fama, tu nombre le da legitimidad y seriedad al proceso. Por cierto, muy buena la cronica de Pineda, que sirva algun dia para entrar a dicho salon, de los grandes grandes, saludos

  • rommel blue dijo:

    Magnifica cronica , para mi Pineda junto a Fuentes y Carneado los tres mejores managers que ha tenido este beisbol en los ultimos 50 años

    • The IV dijo:

      Con el mayor respeto Rammel tambien hay q incluir a Victor aunque no a ganado ningun titulo como director.

      • Sergio dijo:

        Con el mayor respeto, nrtes que victor hay que incluir a :

        Servio Borges
        Pedro Chavez
        Fermin Guerra
        Roberto Ledo,,,,

        Etc., etc., etc.,,,,,,,que la pelota no comenzó hace dos años, por favor.

        Saludos,

  • Carlos 72 dijo:

    Lo que no me queda claro es la razón por la que desde 1961 no pudo subirse mas al box, si dicen que presento su solicitud para integrar el nuevo deporte amateur. ¿Que pasó?????

    • Eladio Sanchez dijo:

      Amigo Carlos 72, el problema que en esa época todo aquel que firmara profesional, en cualquier deporte, no podía salir al terreno de juego, no solo a jugar, ni siquiera, aunque se permitían que fueran directores, no podían salir del dogout. Eso era una regla internacional. Esta fue abolida muchos años después.

      Debo aclarar, como nada es perfecto, éste, como ya dije en otro comentario, EXCELENTE (con mayúculas) artículo, tiene un pequeño error, que Erdwin Walters, no formaba parte de ese equipo, Walters fue al año siguiente a los Centramericanos de Jamaica. El equipo ganó invicto ese campeonato, todos los juegos por nokout (en aquella época no existia), ya que en todos superaron a los contrarios por mas de 10 carreras. Ya que Martínez de Osaba mencionó algunos peloteros de aquel equipo voy a dar la nómina completya del mismo. Receptores Ricardo Lazo y Dagoberto Blanco, que mas tarde adoptó el segundo apellido como principal y fue el destacado torpedero Bert Campaneris, que ademas en una ocasión jugó todas las bases en un juego de Grandes Ligas. Jugadores de cuadro Eladio Sauquet, Rigoberto (Tito) Fuentes, Jorge Trigoura, Urbano González, Raúl (Guiro) Ortega y Antonio (Tony) González. Los jardineros fueron: Pedro Chávez, que jugó 1B en algunos juegos, José (Pepe) Fernández, Mario González y Rafael (Cachirulo) Díaz. Los lanzadores fueron tres derechos y tres zurdos. Derechos, Alfredo Street, Ricardo Diaz Quesada y Enrique Pérez (que también firmó profesional en aquella ocasión, aunque nunca se supo de él) y los zurdos, José Miguel Pineda, Rolando (Biajaca) Pastor y el Cangrejo Blanco (no recuerdo su nombre). Además fueron de invitados otros peloteros que no hicieron el equipo como José Francisco Norat, Pablo Lavastida, Emilo Vargas, Edulman Cuevas, Raul Egues y otros dos, que lamentablemente no recuerdo.
      Tambien fue el primer equipo verdaderamente nacional, ya que se convocaron, por primera vez, peloteros de todas las ligas amateurs existentes en Cuba en esa época.

  • Ruperto dijo:

    LAS COSAS DE PINEDA
    Pineda también dirigió a Ciego de Ávila, claro, cuando aquello los avileños no reunían un buen equipo. En una ocasión, en un desafío precisamente en el San Luis. El partido iba igualado a cero en el final del décimo episodio y lanzaba por los avileños Manuel Alvarez. Con un corredor en segunda y dos out, el bateador en turno bateó un fly fàcil a segunda base, pero Rafael Perdomo (ya fallecido) no era nada eficiente a la defensa y el fly mfue al suelo y los pinareños ganaron el encuentro. Pineda salió a esperrar a Perdomo frente al banco para decirle: --Perdomo, dime ahora que ese fly te dio un mal boun"

  • Carlos Rodríguez dijo:

    Vi lanzar a Pineda varias veces en el stadium Rafael Conte, de Lawton, y era tremendo pitcher zurdo. Cuando ellos firmaron como profesionales no sabían las implicaciones que eso traía. Era un momento de cambio. Cuando lo supo, sacrificó su carrera como jugador, siendo aún muy joven, para dedicarse a enseñar y dirigir. A los que hicieron la selección del Salón de la Fama se les olvidó por completo esa generación. Como si los Omar Linares y otros grandes peloteros que seleccionaron hubieran surgido de la nada.

  • El yama dijo:

    Gracias Martínez de Osaba, por tan merecido reportaje de omenaje a uno de los grandes y mas sencillos hombres del beisbol cubano. Que bueno fuera que VM32, viera e interiorisara este comentario y de como logró Pineda aunar a todos en bien del triunfo. No es Dirigir, sino saber serlo. Honor a quien honor merece y Honrar, Honra. Dios te guarde José Miguel, aun tus muchachos te responderan en el terreno, estoy seguro de eso. Saludos para tu familia.

  • Chikungunya dijo:

    Amigo mio, en el año 85 cuando Omar Linares participa en la Copa Intercontinental de Edmonton el short stop era Pedro Jova, no Germán Mesa quien ni soñaba por aquel entonces vertir las franelas de las cuatro letras, Germán llegó al Cuba en el 90.

  • ricardo dijo:

    Ese si era un profesor de profesores, cuantos manager en cuba sobre todo en occidente se formaron poe él, jorge fuentes, el mas ganador, merecido homenaje

  • Elgove dijo:

    Profesor, muy bueno el artículo como siempre.Pronto pasaré por su peña.Govea

  • selny dijo:

    jose miguel pineda el mejor mentor de la pelota se gano el cariño de todos ni carnea como digera marqueti, que digera pineda, servio tuli u otros de esta pelota tan falta de gracia, que ni la narracion sirve, diganme ustedes , la mala direccion dela SNB con nombre bonito y todo que tiene ahora y los peloteros no SIRVEN. que diria pineda cuando dirigio a fernando hernades, juan castro, casanova, urquiola o llevo auqella formula de linares short estop y vargas tercera diganme sergio ortega o el sangron dela jugada perfectqa que opina, que opinaria eddy o hector si reviven de su relevo tan medicre.
    gracias pineda, hector eddy y urquiola bien isictes . a todos por aun existir

  • gabriel dijo:

    más q un pitcher,más q un manager...

    hace ya unos años algunos pudieron disfrutar de su genialidad como jugador y tambien como director, tuvieron junto a el la alegria de compartir las victorias y la gran tristeza q nos deja la derrota.Pineda simbolo de gloria para Pinar, de lealtad para su Cuba, de admiración para quien lo conocieron y de afecto y cariño para sus allegados.
    el caso es q ese gran hombre q llevaba sobre su espalda el #39, en mi caso fue más q un pitcher,fue más q un manager, Nicolás Jose Miguel Pineda Alvarez fué mi abuelo, y les puedo decir q como persona brillaba al igual q todos sus trofeos, hoy conociendo sus hazañas me doy cuenta que mi abuelo fue una persona con tremenda sencillez y naturalidad.
    En la casa hoy le recordamos con mucha alegria y siempre entre risas,preguntandonos nosotros mismo ¿como lo hacia?
    lo unico q no le perdono a la vida es el no haberme dejado disfrutar mas de él,pero aveces las personas han de marchar para su historia dejar.
    gracias mi abuelo por haber existido.

    gabriel guerrero.

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Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga

Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga

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