Cubadebate

Foto: AP (Archivo).

Llega el año 5775 para los judíos. Manzanas y botes de miel, granadas, velas, frutos secos y dulces sobre la mesa, flores y regalos en bolsas llenan hoy muchos hogares en Israel para una celebración después de la cual, consideran algunos analistas, sobrevendrán problemas económicos y una posible crisis de Gobierno.

"Hoy todo el mundo compra dulces para pedir que sea un año muy dulce y próspero", explicó Haim, un hombre de 56 años que realizaba sus últimas compras en el conocido marcado de Menahen Yehuda, en el centro de Jerusalén oeste.

A su lado, Maya -42 años, cinco hijos y miembro de la comunidad ortodoxa-, elegía las manzanas más puras, aquellas sin golpe, para una noche en la que se congregará en torno a una mesa con su amplia familia.

"Esperemos que este año que comienza sea mejor. Este ha sido muy duro con la guerra en Gaza", asegura la mujer, para quien más allá de que la guerra se repita -como auguran algunos-, la preocupación se centra en el alto coste de la vida.

Y es que la economía, o más bien la posible desaceleración de la misma debido a la guerra, pero también a otros factores como el paro, la precariedad laboral y la burbuja inmobiliaria, es la cuita principal de los israelíes.

"La Bolsa de Tel Aviv ha llegado a su récord y existen pocas razones para creer que la tendencia va a cambiar. Pero la economía ya está desacelerando e incluso podemos caer en la recesión", auguraba hoy el periodista David Rosenberg.

"El precio de la vivienda nueva ha llegado a cotas intolerablemente altas. La guerra en Gaza ha demostrado que nuestra interminable lucha contra (el movimiento islamista) Hamás y (el grupo chií libanés) Hizbula es cada vez más costosa", argumentaba.

"El proceso para hacer el presupuesto del Estado es rehén de dos egos y la economía mundial está todavía en proceso de salida de la crisis de 2008-2009", añadía en el diario "Haaretz".

La guerra en Gaza, que según los expertos ha costado a las arcas israelíes cerca de 2 500 millones de euros, apenas ha significado un mordisco en una economía en la que la seguridad y la defensa suponen un 20 por ciento.

Más al contrario, la mayor parte de los negocios han seguido su ritmo normal e incluso algunas grandes empresas han crecido en la bolsa.

Pero sus efectos a medio plazo, y las dudas que ha arrojado sobre la verdadera capacidad militar de Israel, comienzan a aflorar.

El gasto ha llevado al Ministerio de Defensa ha solicitar un incremento de miles de millones de shekels en los presupuestos de 2015, una demanda que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, parece dispuesto a aceptar.

Enfrente tiene al otro ego al que aludía Rosenberg, el ministro de Finanzas y líder del segundo partido en el Parlamento, Yair Lapid, que lucha por imponer su promesa electoral estrella: el cero por ciento de IVA en la compra de la primera vivienda.

Lapid ha advertido que la exigencia obligará a hacer recortes y sacrificios en partidas sociales, y que la factura la pagará una clase media ya bastante golpeada.

Y ha advertido que abandonará su puesto -algo que probablemente haría caer la coalición- si se vuelve a pedir un aumento de los impuestos y se deja de lado su iniciativa, que también asusta al sector financiero.

"Además, está el Banco de Israel, preocupado por lo que le ocurriría a los bancos nacionales si el precio de la vivienda baja repentinamente", advertía Rosenberg.

"Creo que Lapid y Netanyahu llegarán a un acuerdo pero no creo que dure la coalición. El próximo año por estas fechas estaremos hablando de elecciones", pronosticaba a Efe Ofer, ejecutivo de una empresa en Jerusalén.

En su opinión, nada demasiado extraño o preocupante en realidad ya que "aquí en Israel estamos acostumbrados a que los gobiernos no completen la legislatura".

Una opinión que también comparten los analistas a la luz de las crecientes disensiones en la dispar colación de gobierno y las fracturas que comienzan a resquebrajar el Likud de Netanyahu.

Aunque el primer ministro aún domina ampliamente las encuestas de popularidad frente al líder de la oposición laborista, Isaac Herzog, la reciente dimisión de su ministro de Interior y número 2 del Likud, Gideon Saar, ha aumentado los interrogantes.

Saar -que también ha criticado la política económica- asegura que su intención es "hacer una pausa" pero muchos temen que pueda regresar incluso antes con un nuevo partido en el que estarían otros disidentes del Likud.

En el plano social, organizaciones de defensa de los derechos humanos en Israel e internacionales han advertido del aumento de los actos racistas contra los árabes y del peligro de la derechización y judaización de la sociedad israelí.

"Necesitamos recuperar el diálogo con los palestinos, es la única solución, tanto para la economía como para la sociedad", concluía Moshen, un abogado que hoy tenía mucha prisa por llegar a casa a cenar.

(Con información de EFE)