- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

Con Natalia Bolívar en la tarde de sus ochenta (+ Video)

Este dieciséis de septiembre llegó a los 80 años Natalia Bolívar Aróstegui. Y como he sentido la admiración por ella de numerosos profesionales con edades, sexo y credos religiosos distintos, en fin, esa diversidad que nutre a Cuba, he realizado una misma pregunta a numerosas personas. He colocado sus respuestas por orden de llegada a mi correo y podrán seguir ofreciendo su opinión los que deseen hacerlo en los comentarios de Cubadebate. Todos y todas tenemos un denominador común: respeto y cariño por nuestra juvenil octogenaria. Feliz cumpleaños y que llegues a muchos más con esas neuronas quinceañeras, de okán Paquita.

 

Natalia Bolívar en "Con 2 que se quieran", que condujo Amaury Pérez. Foto: Petí

Natalia Bolívar en "Con 2 que se quieran", que condujo Amaury Pérez. Foto: Petí

Natalia Bolívar ha tenido una trayectoria marcada por el día a día, sin reservas pero con recelos, los que marcó el camino escogido por su valentía y decisiones a las que no dio la espalda. Ojo avizor, una mirada zahorí, que no mengua su sensibilidad ni distrae su pasión, y decisiones de las que no se arrepiente. No significa que sea irresoluta, pero sí arriesgada. Es una mujer de pasiones, que rinde culto a la amistad. El cantinflismo embarrocado que tantas escaramuzas traviste y se impone como mal de la época, no es tema suyo. Tampoco el egotismo, esa otra enfermedad epocal en cuyas enredaderas perecen valores que merecerían salvaguarda. El doblez no entró en su quehacer. Todo lo anterior define su carácter.

Mi amistad con Natalia tiene fechas remotas, jubilosas, con ritmos de tambores y el colorismo cubano marcándonos el compás. En algunas aventuras me ha enrolado. Digo que siempre salí enriquecido y más cercano al paisaje que nos define. Tiene Natalia su rumbo aprendido, la brújula apuntando al corazón de la patria. REYNALDO GONZÁLEZ.

Entre las muchas cualidades de Natalia, yo destacaría dos: su honestidad y su desprendimiento. Sus conocimientos siempre han estado disponibles para quien toque a su puerta. Yo me beneficié de ellos cuando hice la película Mararía, de producción española rodada en Lanzarote, Islas Canarias. Me entregó todas las oraciones que podía utilizar, enriqueciendo mi personaje enormemente, también me prestó su virgen para Fresa y chocolate. Le quiero y siempre le estaré agradecida. Muchos años más. Mirtha Ibarra

Natalia es el son, los colores de Yemayá, Ochún y Changó. Es el almacén rodante del museo cubano, esta mujer como la novia del Caribe, que es y será siempre. La aportadora de la masividad de los visitantes de nuestros centros culturales. Eduardo Roca, El Choco

Cuando conocí la obra de Natalia Bolívar pensé que estaba delante de un mito inalcanzable, que me revelaba con toda la pasión de mujer lo que para mí era desconocido de mis raíces y mi identidad nacional. Pero una vez más la vida me demuestra que las almas de los paradigmas están hechas de piel, de lunas, de arrojos y sueños que cuajan en la cotidianidad que les toca vivir. Ella es fiel a sí misma. Larga vida, un beso, Mariela López Galano

Natalia Bolívar en "Con 2 que se quieran", que conduce Amaury Pérez Foto: Petí

Natalia Bolívar en "Con 2 que se quieran", que conduce Amaury Pérez Foto: Petí

Si. Hacen falta los herejes...Ha cumplido bien y seguirá cumpliendo. Sus muchas herejías nos acompañan y enriquecen aunque no estemos siempre en sintonía... de eso se trata ¿o no? la vida. Abrazos y Besos y aché para ti. Rebeca Chávez

Siento, creo, que ha destacado la dignidad de ser negro, de ser mestizo, en nuestra amada isla mestiza, (donde todos quieren ser blancos y enseguida ocultan, a la abuela negra, no físicamente). Lo mejor es que ella es blanca, sin nada de mestizaje. Le deseo mucha salud, le envío mi admiración y éxitos. Miriam Socarrás.

Dignificó la visión de los Orishas en Cuba. Contribuyó a una mejor comprensión de las religiones de origen africano. Opolopo Alafia a Natalia en su día. Heriberto Feraudy.

Indudablemente el quehacer creativo de Natalia Bolívar ha servido para seguir salvaguardando el legado del imaginario cultural de nuestros ancestros. Una obra, la suya, continuadora de los aportes fundacionales de Don Fernando Ortiz, Lydia Cabrera, Rómulo Latchataneré, Rogelio Martínez Furé y de otros creadores que, desde diversas vertientes, han rescatado y actualizado ese cumulo de experiencias vitales y de sabiduría ancestral. Natalia ha sabido impregnar de un aliento renovador para sus lectores los temas que ha tocado, consciente del publico contemporáneo para el que escribe y de que no está hablando de una práctica anquilosada, sino de algo vivo y transparente para quien , en sus libros, reconozca formas, maneras, costumbres y creencias de arraigo en nuestra realidad contemporánea. Gracias, Natalia Bolívar por tu entrega. Gerardo Fulleda León

Además de su valiosísimo aporte a la cultura e integración de nuestra cubanía, fue y es una luchadora contra la tiranía batistiana y contra los oportunistas que se han tratado de entronizar en el proceso revolucionario; que cumpla muchos más. Mordu Cue Silvio Castro

¿Qué decir de nuestra Natalia Bolivar?; la considero no una amiga, sino una hermana, una camarada, una guerrillera, cimarrona, que dice la verdad, lo que debe saberse, esa es la única forma de que seamos más cubanos, mas auténticos, identificados con todas nuestras raíces europeas, africanas, caribeñas, somos realmente un ajiaco que no se ha convertido aun en caldosa, pero allí llegaremos, al menos muchos de nosotros, pero no sé cuando, pero ahora luchamos por nuestra identidad, por el conocimiento de todo lo que la historiografía burguesa. Me siento muy orgulloso de sentirme parte de su familia, no obstante sus ilustres apellidos y su pertenencia a importantes familias patricias cubanas, yo vengo de la calle, de Belén, pero cuando estoy con ella, cuando hablamos, no veo las diferencias clasistas, sino nuestro amor por esta isla que tanto amo nuestro Martí. Me siento muy honrado y como un gigante, al darme cuenta de que estamos juntos en estos tiempos históricos donde luchamos por un mundo mejor, no solo en nuestra patria. Un gran abrázate y un besote del tamaño del sol para nuestra amada Natalia, de su siempre fiel admirador, Tomasito, cada día más cimarrón.

Natalia es como esas ceibas enormes que apreciamos en parques y campos de Cuba. Nutre de sombras el espacio en derredor y esparce flores para dejar constancia de su presencia... mientras alrededor de su tronco hombres y mujeres colocan ofrendas todos los días del mundo. Es una mujer que entrega lo que sabe, ya sea desde la historia hasta cualquier expresión de la cultura, sin pedir nada a cambio: solo respeto y cariño. Ha socializado sus conocimientos en diferentes niveles de la sociedad mediante un lenguaje claro, en cierto modo conversacional, para dominio de todos aquí, allá, acullá. Alejada de capillas y cenáculos, en su casa recibe a quien cree en algo con honestidad, pasión, valentía y deseos de mejorar el espíritu humano: las puertas de su corazón permanecen abiertas lo mismo en La Habana que en Haití, España, México, Nigeria, Brasil.

La historia de Cuba sabe de sus luchas y por eso se ha ganado ya un espacio en ella de manera humilde, cordial. Que nadie podrá arrebatárselo. La cultura cubana la conoce desde hace muchos años, cuando empezó a cuidar el patrimonio artístico de este país contra vientos y mareas allá por los años sesenta del pasado siglo, y luego con sus textos imprescindibles que desaparecen de las librerías como modestos bestsellers, sin alharaca propagandística. Y pinta para dejar otras huellas en nosotros, quizás menos visibles por ahora pero no menos esenciales, según le he escuchado decir sentada en su verde sillón, abrazada a collares y pulsos religiosos, rodeada de objetos y pinturas de culto, mágicos instrumentos musicales, pájaros delirantes, y una familia que la honra y cuida como deben cuidarse todos los grandes árboles del planeta... Nelson Herrera isla

Natalia es luz abriendo trillos en los espejos de nuestro pueblo. De su mano generosa he aprendido muchas cosas, tantas "que se atropellan"… gracias a ella supe hasta por qué soy de este color "café con leche". Natalia es sapiencia, candor, inteligencia aguda, tierna sonrisa, también firmeza cuando la vida lo precisa.
La africanía cubana nos une entre palabras, patakíes, cantos, carcajadas y viajes, largos caminos de griótica! Con ella, con su hija Natacha, pisé por primera vez la tierra ancestral española. Junto a ella y su familia, desde sus floridos balcones citadinos, disfruté la sobrecogedora voz del maestro Lázaro Ross, la poesía del inmenso Luis Mariano Carbonel, el sabio Abímbola, que llegando a nuestra isla la buscó por todas partes hasta encontrarla en su casa, sentada en su sillón preferido, abanicando una siesta junto a Titina, La Jabá y El Bebo, sus perros preferidos.

Gracias, Natalia por tu amistad que perdura, tu fidelidad, tus certezas inquebrantables y tu magisterio. ¡Feliz cumpleaños amiga, feliz toda la vida! Coralia Rodríguez, desde Ginebra

Si sólo hubiera escrito Los Orishas en Cuba, Natalia Bolívar estaría entronizada en nuestra cultura, pero resulta que su amplio abanico CREATIVO, la ha llevado por disímiles caminos que transitan entre asesorías de películas de épocas hasta compartir con artistas de todas las manifestaciones sus inquietudes tan cubanísimas... Ella es una de las pocas personalidades de este país que lleva la Orden Isabel la Católica y no olvido su extraordinario alegato al recibir tal condecoración, defendiendo siempre y por sobre todas las cosas sus verdades que no son más que su gran apego y respeto por NUESTRA CULTURA... Quizás haya que recordar ahora, que cumplirá sus gloriosos 80 años, que ella al triunfo de la Revolución tuvo que ver con el Museo Nacional de Bellas Artes, que dejó su impronta en el Museo Napoleónico. No es posible ya hablar de cubanía, sino se hace referencia a los libros escritos por las Natalias... Qué bueno es saber que la gente en la calle, la reconocen , la respetan y la ven como lo que es, una gloria de la Cultura Cubana, a la que nunca se le ha dado ese reconocimiento oficialmente, es una pena. Maritza Deschapelles Morejón

Natalia es una de las grandes figuras de la cultura cubana, no solo por sus aportes como etnóloga e investigadora sobre la identidad cubana sino también por sus colaboraciones con el Teatro, el Cine, las Artes Plásticas y la Música, que se han beneficiado de su inmensa sabiduría.
La otra Natalia, la de la gran sonrisa, la de los cuentos, el “qué bolá”, los arroces con hierbas y bechamel, tenemos el privilegio de llamarla AMIGA hace ya muchos años. Que Dios la bendiga y los Orishas la protejan. Un gran abrazo. Leyva y Taby

Natalia Bolívar en "Con 2 que se quieran", que conduce Amaury Pérez Foto: Petí

Natalia Bolívar en "Con 2 que se quieran", que conduce Amaury Pérez Foto: Petí

Resulta difícil en un párrafo decir algo novedoso sobre Natalia Bolivar Aróstegui. En la década del noventa fue a visitarme a la Fundación Pablo Milanés de la que era gerente general. Yo la conocía como luchadora clandestina, directora de los museos de Bellas Arte, Napoleónico y Numismático. Traía consigo una edición revisada y ampliada por olochas y libretas de Ifá de su libro los Orishas en Cuba. La Fundación tenía como proyecto la promoción de la música. Teníamos obstáculo para promover otras manifestaciones pero ya estaba listo nuestro sello editorial dirigido por Nancy Morejón para imprimir algunos títulos vitales para el entender el arte nacional.

Cuando leí el texto de Natalia no dudé. "...mientras el hombre llore, el eco de cientos de miles de años de tambores mágicos repicará en su sangre." decía una parte de su fundamentación. Me di cuenta que esta mujer excepcional, que cumple ochenta años, no es solamente una etnóloga sino también un custodio y prolijo divulgador de lo seminal de la cultura cubana y que su texto merecía indicar nuestras publicaciones. Eliseo Altunaga

Querida Natalia, como dice el guajiro, yo voy pa 81. De modo que acabas de empatarme. Así vale la pena llegar a las metas con los buenos amigos. Aché pa ti. Enrique Pineda Barnet

Tuvo que haber sido bella, muy bella, porque todavía lo es. Tuvo que haber sido corajuda, muy corajuda, porque todavía la siento con el ánimo de levantarse del balance y asaltar la calle, maldiciendo al oponente con la jerga del solar. Tuvo que haber leído mucho, aprendido mucho, de la prenda-chola de Quintín Banderas a las telas de Guillermo Collazo, porque se fue haciendo una leyenda en el insilio de su casa, entre sus hijas, sus perros, las plantas y acuarelas que adornan el salón; y así la descubrí, y cuando me habló lo hizo como si nos hubiéramos conocido de siempre: “Oye, tú, ven acá, en qué andas metido ahora”. Un recibimiento que sonaba como la voz de una tía, entrañable y rebencuda, a quien la familia ha desheredado por mezclarse en cosas de negros y Revolución. Con ella se desbordó la copa de Santa Bárbara y el caldero con el ajiaco de Don Fernando, como en el autorretrato de Frida en que los sueros de la sangre se multiplican, sólo que en ella el recorrido es una extensión mágica donde confluyen las ancestrales nieves de Luxemburgo con las cálidas llanuras de la Gran Colombia, todo asentado en las raíces de una ceiba, en el receptáculo de la Virgen, en Ochún, en oché melli, en Cuba.

Cuando me preguntan cómo llegar a su encuentro, recomiendo al interlocutor la mayor transparencia en lenguaje e intenciones, y que afile los oídos, con ella el relato puede discursar sobre historias de torturas y collares sacramentados, sobre colecciones salvadas en el Museo Nacional o la religiosidad de una secta donde las mujeres no son consentidas; podrá revelarte los pasajes de su viaje por África, el color y la luz en la poesía de Haití o el origen de un traje en los grabados del siglo XIX; y si la conversación desemboca en las acciones y destinos del Directorio Revolucionario, entonces el tiempo hará aguas y la Historia caerá encima de los oyentes como “una carpa de circo”.

Por todas esas razones, y muchas más que no merecen hacerse públicas, el día que quise hacer un documental sobre la Virgen de la Caridad del Cobre la llamé a su casa, le dije que la recogería la mañana de un domingo para ir hasta el río Almendares y grabar una entrevista sobre el camino de Ochún hacia las tierras americanas. Ella accedió con gusto, no sin antes proferir algún dulce insulto por semejante aventura. Así lo hicimos, se sentó bajo la arcada del puente y le habló a las aguas, narró ceremoniosa el patakín, las tribulaciones de Ochún para acompañar a los hombres en ese viaje involuntario donde nacía la esclavitud; y una vez que hubo concluido, después de una pausa liberadora, le dijo al río con exquisito desenfado: “esa eres tú, Ochún, la que me está escuchando este teque”, y comenzó a reír.

Por eso te escribo Natalia, para agradecer tu belleza, tu coraje, tu conocimiento, tu saber ser de esta tierra, porque así eres tú. Y perdóname el teque. Arturo Sotto

Desde que inicié la música en 1962 en la Escuela Nacional de Arte, pero especialmente cuando durante mis dos últimos cursos, comencé a acompañar como percusionista a mis compañeros y compañeras de danza, escuché comentarios elogiosos sobre esta sui generis personalidad de la Cultura Cubana. Lo curioso es que todos veían en ella aristas positivas y diferentes, lo que tendía confundirme… ¿Qué la hacía tan diversa y tan aceptada? Por ello, desde mi graduación en 1970 intensifiqué mis conocimientos sobre su vida y obra, pero cuánta sorpresa resultó conocerla personalmente 24 años después… Por entonces me preparaba para intervenir en un Congreso sobre Arte y Literatura Afroamericano en Estados Unidos y un amigo me facilitó el buscadísimo número telefónico, con el que obtuve mi primera visita a su casa, momento en que comprendí lo diversa que puede ser una cubana súper-reyoya! Pues ella, desde los primeros instantes reveló su inclaudicable posición política y su amor por la cultura cubana, su dulzura y afán por ayudar a los demás, su interés por colaborar con cualquier proyecto en que estuviera implícita la cultura nacional —tan heterogénea y amplia—, pero en especial su valentía a toda prueba, en especial conjunción con una profunda e inquebrantable fe religiosa. Natalia era una cubana sin igual y todo lo que había escuchado y se diría después a su favor podía ser cierto!

Hoy, hace veinte años casi exactos de esa primera entrevista, luego se han sucedido otros encuentros en su casa o en coloquios científicos, en cuyos intercambios conseguí seguirla apreciando… Prácticamente he leído y releído toda obra suya que cae en mis manos, y confío en ella como quien persigue una fuente inacabada de sabiduría y amor por el prójimo… Por ello la cito en mis libros, la exalto en mis clases, le solicito asesoría, la comparto con mis alumnos y en fin quisiera que cumpliese otros 80 años más! Mil gracias por existir, Natalia! Dr. Lino Arturo Neira Betancourt

Querida Natalia: Inolvidable para mi las chácharas telefónicas, igualmente aquellas sesiones de trabajo en tu casa, investigando yo y tú, sin escatimar na’, poniendo tu biblioteca a disposición de mi curiosidad. Un besote para una gran mujer... de armas tomar. Felicidades. Abrazos. Jorge Luis Sánchez