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Tres polluelos de avestruz nacidos en cautiverio en Holguín

Tres polluelos de avestruz lograron nacer en cautiverio en la casa del holguinero Félix Rosales Almaguer. Foto: Heidi Calderón Sanchez/ Radio Holguín

Tres polluelos de avestruz lograron nacer en cautiverio en la casa del holguinero Félix Rosales Almaguer. Foto: Heidi Calderón Sanchez/ Radio Holguín

Por Taylín Aguilera Velázquez y Eddy González de la Pera

Tres polluelos de avestruz lograron nacer en cautiverio en la casa del holguinero Félix Rosales Almaguer gracias al atrevimiento, cuidado y empeño de este apasionado ornitólogo, criador de aves de ceba e innovador de sus propias incubadoras nacedoras y punteadora eléctrica para cortar alambres y metal; lo cual le acreditan varios reconocimientos otorgados por la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) en el territorio.

La llegada de las pequeñas aves con 12 días de nacidas es todo un suceso en el vecindario de la calle tres entre dos y seis del reparto Pueblo Nuevo en la ciudad de Holguìn, donde las gallinas, gorriones u otros plumíferos son comunes, no así los nuevos inquilinos cuya apariencia desconocida deja muchos calificativos al paso.

En la morada de Félix y su familia los avestrucitos reciben al visitante curioso, incapaz de desviar la atención hacia cualquier otra cosa; son los protagonistas de un hecho que muchos, sorprendidos, no creen su éxito y miran al responsable como un milagroso empollador. Por eso llegamos hasta allí, para no perder detalles de lo que aconteció durante 42 días de incubación hasta estas jornadas.

¿Cómo surgió la idea de los huevos de avestruz?

Tengo práctica y resultados en la ornitología, la cría de aves y su producción, entonces yo conocía a Luis Rodríguez, director de la empresa agropecuaria de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en la provincia, un hombre de buenas ideas, emprendedor, y siempre que nos veíamos conversábamos sobre los animales.

En una ocasión me comentó su interés de incrementar la cría de avestruces en una granja del territorio, vi el tema interesante y le pregunté sobre la posibilidad de un par huevos para tratar de incubarlos, ver el proceso y su evolución para mantenerlos y bueno, tener la experiencia. Aquello quedó en conversación hasta que luego me llamó y me dijo que los huevos venían. Me sorprendió y me puse contento, así que confeccioné una incubadora rústica y chiquita, de unos 70 centímetros por 70 de largo, por ancho y por alto, lista en dos días.

¿Y el nacimiento?

Eran cinco huevos. Cuando los vi nunca soñé ver una cosa tan grande e impresionante. Cogí sus medidas e hice una parrilla donde se adaptaran a su posición normal y capacidad. Los puse en una bandeja dentro de la incubadora, con la temperatura requerida y el movimiento izquierda-derecha de 45 grados que lleva.

Todos los días les daba vuelta, incluso a la una y las cuatro de la madrugada, durante los 42 días: 39 de incubación y tres de nacimiento. Sin embargo, en las revisiones dos huevos estaban blancos y no llegaron a formar el embrión, quedaron tres.

Una noche me asomo por el cristalito de la incubadora y veo uno de ellos brincando. Me llamó la atención que se moviera y me alegré porque ya sabía que estaba vivo. Llamé a mi familia y todos contentos. Allí esperé, observando toda la noche. Al otro día en la mañana mi nieto me dijo “abuelo, ven que está picando.” Más contento me puse. En el transcurso del día el trataba de picar el cascarón y era terrible porque era durísimo. Se me ocurrió ayudarlo poco a poco con una pinza; le fui dando hasta que en la tarde salió todo perfecto.

El día 41 otro huevo también brincaba mucho y no podía salir, ya antes de acostarme no aguantaba, me lo puse en el oído y cuando sentí el golpecito más fuerte cogí la pinza, le di un poco más y le adiviné donde tenía el piquito. Cuando vi que respiraba dije que ya no se me moría.

Me quedaba el último y pensé que no saldría, pues dice la literatura que era hasta 42 días y resultó que el próximo día en la mañana ya estaba bien picadito, y ese, que es el más chiquito lo ayudé poco porque salió. El uno pesó 1,065 kilogramos, el dos 1, 075 kilogramos y el menor 1.045 kilogramos. Al parecer hay dos machos y una hembra o viceversa, todavía el sexo no lo puedo definir.

¿Qué les daba de alimento?

Cogí una jeringuilla, le puse un pedacito de suero blando e hice una dieta como la que preparo a mis aves; a base de arroz, huevo, sémola de maíz, espinaca picadita, moringa, vitaminas. Les fui subiendo la dosis según se iban parando, los embutía y ellos aceptaban la comida sin problema.

A las 72 horas los cambié para un cunero con calor y ocurrió algo curioso: voy a poner un pomo con agua con un cablecito fino verde y cuando vieron el color les llamó mucho la atención y comenzaron a picar el cable. Salí al jardín donde tengo espinacas, moringa, les puse un ramillete y a comer, con molestia, pero trataban, yo les picaba las hojas.

No los pude vacunar con todo lo que requieren, pero sé que están saludables.

Les hice un ciclo con antibióticos y metronidazol durante tres días y ya están grandes y fuertes sin riesgo. Los saco al costado de la casa donde hay unas yerbitas y los mantengo un tiempo en el portal. Son grandes devoradores de hoja, buenos comedores.

¿Ante una experiencia totalmente nueva, qué hizo para lograrlo?

Cuando me trajeron los huevos me brindaron un documento con algunas indicaciones. No dudé, pero vi que la temperatura era más baja que la de una gallina y una humedad de 25% que para lograrla en un territorio como el nuestro es difícil, pero lo logramos. A través de otro compañero tuve acceso al telepunto de ETECSA donde me pude nutrir de valiosas informaciones de Internet, donde se habla del proceso de incubación, el manejo del pollito al nacer, cosas que no tenemos aquí. Lo mío fue práctico, lo que les doy a mis pájaros y hierba.

También, desde que llegaron los huevos les hice fotos y documenté todo el proceso, al igual que en videos, no profesional, pero lo tengo. Desde el primer movimiento del huevo y hasta su nacimiento me pasé unos días más durmiendo al lado de ellos observando su desarrollo y cualquier detalle. Cómo comían, dormían, acomodan la cabeza de lo más bonito unos a los otros, e hice un trabajo para el gestor de la idea, Luis Rodríguez. Es muy interesante cómo disipan el calor al mediodía, levantan sus alitas y abren las plumas, algo muy curioso.

Los vecinos y transeúntes ¿cómo recibieron el suceso?

Todo el que pasa dice “¿Qué bicho es ese? ¿Un erizo?”, porque echados agachan la cabeza y parecen eso. Entonces decimos que son avestruces y llama mucho la atención. Ya hay personas que pasan por aquí y preguntan por ellos para traer a su nieto o niño para que los vea o por una foto. Casi todos dicen que es primera vez en la vida que los ven, también me sucedió.

En esta tarea no estuve solo. Hubo participación también de otras personas, como Amado, un taxista al lado de la casa que facilitó el jeep cuando se fue la corriente en dos ocasiones por periodos largos. Montábamos la incubadorita con los huevos y a buscar corriente.

Un muchacho que es como de la familia, al que le decimos Chino fue el utilero porque cargaba conmigo, gracias a ellos los embriones no murieron y el resultado lo comparto con ellos. Mi papá que los cuida en la mañana, mi mujer que limpia la sala dos y tres veces diario, los nietos que buscan hierba. Luis Rodríguez el de la idea principal pasa todos los días a verlos, llama y está al tanto de todo el acontecimiento, por eso confío en que lleve este deseo lejos, porque es muy capaz.

¿Qué significó para usted alcanzar el nacimiento de los polluelos de avestruz?

Para mi es grandioso, ver como querían nacer y no podían, yo ayudarlos, uno que no lo conseguía y yo adivinarle el piquito, romperle y sacarlo; soy parte de ellos, las condiciones quizás no eran tan adecuadas, pero me siento feliz. Los llamo y los silbo y ellos levantan la cabeza, me ven y vienen donde estoy, porque los alimento. Además la posibilidad de que mis nietos, familia, vecinos y quienes se acerquen tengan la posibilidad de verlos y tocarlos. Y bueno, tenerlos bien, es un logro.

Es esta una de las experiencias más bonitas en mi vida. Aquí logré sacar el Diamante Bichenov, un ave muy pequeña y ahora la más grande que es el avestruz. He logrado sacar variedades de codorniz y me gustó mucho, y además la parte ornitológica que me brinda mucha tranquilidad espiritual, y me ayuda mucho. Yo sueño que un día, no sé, de aquí a cinco años me lleven o pueda ver por la televisión o el periódico los avestruces ya grandes y me enseñen sus crías, esa sería mi mayor satisfacción.

Ojalá y se nos permitiera criar a estos animales. Me gustaría tener una casa con patio, un terreno o finca chiquita, y seguro que los crio y les saco resultados.

Tres polluelos de avestruz lograron nacer en cautiverio en la casa del holguinero Félix Rosales Almaguer. Foto: Heidi Calderón Sanchez/ Radio Holguín

Tres polluelos de avestruz lograron nacer en cautiverio en la casa del holguinero Félix Rosales Almaguer. Foto: Heidi Calderón Sanchez/ Radio Holguín

Tres polluelos de avestruz lograron nacer en cautiverio en la casa del holguinero Félix Rosales Almaguer. Foto: Heidi Calderón Sanchez/ Radio Holguín

Tres polluelos de avestruz lograron nacer en cautiverio en la casa del holguinero Félix Rosales Almaguer. Foto: Heidi Calderón Sanchez/ Radio Holguín

Cascarones de huevos de avestruz nacidos en cautiverio, mediante técnica de incubación doméstica, en la casa del ornitólogo Félix Rosales Almaguer, miembro de la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA), en la ciudad de Holguín, Cuba, el 3 de julio de 2014. AIN FOTO/Juan Pablo CARRERAS

Cascarones de huevos de avestruz nacidos en cautiverio, mediante técnica de incubación doméstica, en la casa del ornitólogo Félix Rosales Almaguer, miembro de la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA), en la ciudad de Holguín, Cuba, el 3 de julio de 2014. Foto: Juan Pablo CARRERAS/ AIN

(Tomado de Radio Holguín)