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Almendrones: Necesario ordenar

Foto: EFE

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Son los nuevos corsarios de las calles de La Habana. Batallan a brazo partido por llevarse la presa (el pasajero).No importa si van por la senda derecha o la izquierda de la vía. Basta que un brazo se extienda para que den un giro brutal hacia la acera, muchas veces sin intermitente mediante. Tras cargar parten raudos, acelerador a fondo y humo abundante, en busca del próximo objetivo.

Es la rutina diaria de muchos conductores de almendrones y otros autos particulares de transporte de alquiler.

Su servicio es imprescindible y bienvenido en el complejo panorama del transporte en la capital cubana. Pero ello no puede hacerse a todo costo y sin reglas.

Me cuentan conocedores del negocio que la mayoría de los conductores de esos vehículos, jóvenes en gran número, no son los dueños de los mismos. Trabajan para el propietario del vehículo, algunas veces dueño de 2 o más automóviles, a quien deben entregar diariamente mil o más pesos.

Para llegar a tal cifra y poder tener ganancia propia necesitan trabajar desde temprano y por largas horas. Lo hacen ungidos de un espíritu filibustero. Cada pasaje conquistado o arrebatado a otro conductor es ganancia acumulada. Hay pocas reglas éticas en el negocio y bastante de astucia y rapidez en el volante.

Pero tal batalla silenciosa y por momentos sórdida, deja como estela no pocos accidentes. Los conductores ya les temen tanto a los almendrones como a los ómnibus. Un conocido por poco pierde la vida el día su boda cuando un almendrón le fue de frente a toda velocidad con el pavimento mojado.

Súmenle a ello irregularidades en la adquisición del combustible, compra de voluntades para aprobar el “somatón”, cobros excesivos por pequeños tramos y falta de regulaciones en sus rutas y actuación.

No todos los conductores son así. Los hay ejemplares. Pero no son mayoría.

Hay que poner coto a la temeridad y el desorden. No se trata de dar una batida contra ese útil negocio. Todo lo contrario, hay que ordenar para que el trabajo de los autos de alquiler particulares sea mejor y beneficioso tanto para sus ejecutores como para quienes necesitan el servicio.

Deben estudiarse fórmulas para lograr un suministro legal y menos oneroso del combustible que necesitan estos autos, dando al traste con la cadena de ilegalidades que hoy se produce. En consecuencia, se les debe establecer rutas fijas que ordenen y distribuyan este transporte por toda la capital y eviten la ley de la selva por la competencia entre los conductores.

Se debe también poner arreglos a los precios, que nos distinguen distancias, y resultan a veces abusivos. Se necesita redoblar el control en los Centros de Inspección de Vehículos, para garantizar que circulen sólo los autos en condiciones y se proteja al máximo la seguridad de los pasajeros.

En fin, hay cosas que se pueden hacer para alejar de la temeridad y acercar al orden, este creciente e imprescindible para los ciudadanos de esta capital