El aura fílmica de Humberto Solás perdura en el Festival de Cine Pobre de Gibara, en el oriente de Cuba, que culmina este domingo su oncena edición en un contexto marcado por las transformaciones en esa industria.
Según el director del certamen, Lester Hamlet, la continuidad del evento estuvo amenazado tras la muerte de Solás y con ello, la apuesta por las realizaciones de pocos recursos, pero el solo hecho de que se mantenga es una noticia alentadora.
Hamlet destacó la valía del denominado cine pobre porque "si no define el camino, al menos enseña uno por el cual puedes contar la historia en tu cabeza".
Contrario a otro tipo de producciones, en estas hay más desnudez, más pasión porque todo lo pones en juego y lo arriesgas por un sueño, dijo.
El cineasta cubano Humberto Solás (1941-2008) se enamoró de Gibara -pequeña ciudad costera de la oriental provincia de Holguín ubicada a unos 790 kilómetros de La Habana- y la hizo la meca del cine pobre en Cuba, además de escenario común en varias películas suyas.
Si bien ya no se extienda una semana como ocurría tradicionalmente, sino solo tres días, y adopte ahora una frecuencia bienal, el Festival de Cine Pobre de Gibara trata de mantenerse fiel al espíritu de su creador.
A esta oncena edición llegaron 208 obras pero solo fueron seleccionadas 47, divididas en cuatro videoartes, 17 cortos y un largo de ficción, y 17 cortos y ocho largos documentales.
El deporte y el patrimonio culinario de la llamada Villa Blanca de los Cangrejos tienen un espacio importante en la cita que rinde esta vez homenaje a la actriz cubana Luisa María Jiménez, el cineasta Jorge Molina, y al recién fallecido músico Santiago Feliú.
(Con información de Prensa Latina)