Bestia al cuadrado, el Bayern Múnich de Guardiola llegó al Santiago Bernabéu y el Real Madrid le mostró su escudo. También su corona. Así gana el Madrid y así compite. Controló todos los registros de un partido de Copa de Europa de los de verdad, de los antes, de los del Madrid de toda la vida.
Comenzó el partido con un monólogo del vigente campeón de Europa, pero el Madrid engañó como espectador. Respondió con el 1-0 en una contra milimétrica finalizada por Benzema a pase de Coentrao. Fue en un visto y no visto cuando se había pasado 19 minutos observando al Bayern.
El Madrid estuvo a merced, pero se fue ganando al descanso y pudo ser con dos goles más de ventaja. Cristiano y Di María, con todo a favor, mandaron la pelota donde fue el penalti de Ramos. Debe de ser que impone la figura de Neuer.
En los créditos de la oratoria bávara apareció la firma de Pep Guardiola. El Madrid esperó sus palabras para soltar guantazos. Era el plan que tan bien funcionó en la final de Copa, 4-4-2 y CR de vuelta en el lugar del griposo Bale. Los blancos dejaron muy pocos espacios entre líneas.
Así, las frases bávaras no sonaron tan bien. Mucha culpa tuvieron los laterales. Carvajal y Coentrao crecieron unos cuantos centímetros. Estuvieron a la altura de un partido gigantesco. Benzema lo interpretó como nadie. Jugó de 10 y de 9 batiendo a Neuer.
Cristiano fue el que no pareció. Midió sus esfuerzos. No estaba al cien por cien. Era Cristiano, pero no Ronaldo. Salió del partido en el 74' sabiendo que la batalla final se libra en seis días.
EL MADRID TAMBIÉN MANDA
Si el Bayern fue perdiendo la voz, el Madrid fue creciendo según transcurrió el partido. Tras el descanso, trazó otro plan. Dio un paso adelante y gobernó el partido aunque el gol y las mejores ocasiones llegasen en el otro escenario. El Madrid se hizo fuerte con su columna vertebral, Xabi-Luka.
Lo peor pudo ocurrir al final. Pepe se lesionó, se marchó Cristiano y entraron Varane y Bale.
Guardiola, que tiró más botellas al suelo de las que bebió, modificó fichas. Aparecieron Javi Martínez, Götze y Müller, palabras mayores. El Madrid les sujetó.
El empate pudo llegar en los minutos finales cuando pesaban las piernas, pero apareció el que esperaban los que creen en él. También los que no.
Casillas sacó con la aureola un disparo de Götze. La parada valió como un gol, como la aparición milagrosa de Xabi Alonso antes de un remate de Müller que no 'Torpedo'. En seis días, Dios dirá.
(Con información de marca.com)