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Jorge Díaz hace reír y bailar a los cubanos

 

FOTO 1 CARATULA DISCO JORGE DIAZPor Marianela Dufflar

El humorista Jorge Díaz, autor de temas musicales, que interpretados por orquestas como las de Juan Formell y Los Van Van, Adalberto Álvarez y su Son y Manolito Simonet y su Trabuco, han alcanzado gran popularidad, vuelve a sorprendernos, con un nuevo fonograma titulado El familión.

Presentado la víspera a la prensa en el Centro Cultural de ARTex, Fresa y Chocolate, el disco perteneciente al sello Bis Music, recoge música inédita (10 temas y un bonus track), creada por el comediante, quien seleccionó para esta producción a intérpretes cubanos de probado talento y alta convocatoria.

Desde las notas discográficas, a cargo del maestro sonero Adalberto Álvarez, hasta los ritmos y géneros presentados en este proyecto, queda avalada la madurez como creador alcanzada por Jorge Díaz, que antes de dedicarse al humor se adentró en el arte de los sonidos, desde su infancia, por medio de su padre, Ricardo Díaz, compositor de Dónde vas, Domitila y A la pelota con Carlota, temas antológicos que forman parte de la historia de la música popular cubana.

Sones tradicionales como Perdiste el juego y La papita, a cargo de Michel González, cantante de Adalberto Álvarez y su Son y de Sixto Llorente, El indio, respectivamente, así como otros más contemporáneos: Dicen que soy un ladrón, asumido por Mario Rivera, uno de los grandes intérpretes cubanos, y El Titi y el Temba, en el que Tania Pantoja hace gala de sus cualidades vocales, dan la medida del concepto y la calidad de la propuesta.

A ellos se suman Llegaste como el Sol, a manera de Salsa, donde Vania Borges deja su sello y afinación plausibles; Jugar a la pelota, en la voz de Robertón Hernández, cantante de Los Van Van; La Pelá, una Plena que concluye en Conga interpretada por José Luis Arango, integrante de la orquesta de Pachito Alonso y sus Kini Kini; La cafetera, Son asumido por Dagoberto Vázquez, integrante de Elito Revé y su Charangón; La cubañola, interpretada con gran fuerza melódica por Emilio Frida; El niño, Un Songo; El Familión, que da título al disco, interpretado por el Abdel Rasalps, El Lele, cantante de Los Van Van y el bonus track Contra el contén, en la que agrupación vocal Samplig expone una vez más su magistralidad.

Cada título resulta ser una crónica social y humana, donde el amor, la idiosincrasia del cubano, su manera de asumir la cotidianidad y su sentido del humor, muestran la versatilidad que posee su autor, quien confiesa que este proyecto bajo la dirección y producción musical de Dayron Ortega, guitarrista del grupo de Pacho Amat y del pianista Wilfredo Pachy Naranjo Jr., no resultó nada fácil, precisamente por el hecho de contar con varios intérpretes y músicos, pertenecientes a orquestas de grandes movimientos dentro del país y en el extranjero.

El mayor de los retos que asumió –dijo- fue que sus elegidos ya fueran músicos, arreglistas o cantantes, quienes a su vez forman parte de sus más entrañables amistades, pese a los compromisos profesionales contraídos, lograran grabar este disco entre los meses de febrero y julio del año 2011, en los estudios Trabuco Records, de Manolito Simonet.

Arreglos novedosos, que logran materializar la fusión de las raíces de la música tradicional cubana con armonías contemporáneas, por parte de músicos de la talla del pianista Wilfredo A. Naranjo Pachy Jr., del Director del Trabuco, Manolito Simonet, pianista, tecladista y compositor, al que se unen el guitarrista Dayron Ortega y René Baños, director de Samplig, quienes además aportan su arte en la grabación, conforman los valores sonoros de este fonograma en el que se integran además César López en el Saxofón, Roberto C. Rodríguez, Cucurucho, al piano, Yan Hernández y Jorge Luis Vila en el tres, José Álvarez en la percusión, Roberto Vázquez Ley, El chino, al bajo, Eddy de Armas en la trompeta y Ulises Hernández, Jorge Oliva, Gustavo Durán y Ulises Benavides en los trombones, por solo citar algunos ejemplos.

El familión es una producción que se define como disco de autor, donde Díaz asume sus composiciones y determina quiénes las interpretarán y con ello, retoma una manera de hacer ya casi olvidada en la discografía cubana.

Canciones en verso, que dibujan la cotidianidad de un país y dejan el testimonio musical de un tiempo vivido que conmueve, donde lo cubano se impone como concepto, no solo en la sociedad, sino en la música, la manera de interpretarla y sus propios valores, resultan cualidades que distinguen este disco, que también define el compromiso contraído con las nuevas generaciones por Jorge Díaz, quien en los últimos años, además de hacer reír con su obra, hace bailar a cubanos y ciudadanos de otras latitudes.