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Amaury a los 60: Con su Pérez y su Vidal (+ Fotos y Video)

Amaury Pérez cumple 60 años. Foto: Petí

Amaury Pérez cumple 60 años: "Creo que soy un hombre decente (término en desuso), y agradecido". Foto: Petí

Por Arleen Rodríguez Derivet

Este 26 de diciembre, cumple 60 años uno de los más versátiles a la vez que controversiales artistas cubanos. Autor de obras emblemáticas de la Nueva Trova y en cierta medida referente del movimiento - después que los años decantaron dudas y prejuicios-, sigue siendo una suerte de enfant terrible de la generación que informalmente llamamos “de Silvio y Pablo”.

¿El más joven de los fundadores o el más viejo de los que venían detrás? Quizás en ambos grupos y en ninguno se podría ubicar al flaco de mandíbula cuadrada y voz tierna que, sobre los escenarios, fue capaz de fusionar la canción inteligente con estilos interpretativos de pop y de rock, escandalizando a unos y encantando a otros.

Entre los 80 y los 90 del pasado siglo, en el período de mayor apogeo de sus canciones, sus modos nada ortodoxos de llevar la moda lo hicieron blanco de implacables críticas extrartísticas en más de una publicación. Y su lengua vivaraz le ganó adversarios y silencios tan vastos que ahora mismo muchos creen que no está haciendo nada, aunque viene de hacerlo casi todo, desde libros hasta shows de televisión y más.

Los 60 le llegan cuando termina de poner voces a un proyecto de dos discos sobre un solo tema: Canciones a Petí, que se graba en los estudios Abdala, bajo la dirección de Juan Manuel Ceruto -el músico cubano que mejor conoce las posibilidades interpretativas de Amaury- y al final de un año pródigo en contratos en el exterior.

Para el segundo disco, ambos han invitado a dos muchachas que están tocando el cielo de Cuba con sus voces: Laritza Bacallao y Luna Manzanares. El cantautor las oye una y otra vez, con audífonos que espantan el bullicio de su terraza. Parece que va a llorar cuando terminan. Está tan feliz que se olvida de los años y los kilos de más, se va corriendo a los estudios y si supiera, bailaba para celebrarlo.

Lleva unos jeans intencionalmente rotos en las rodillas. Unas llamativas gafas de armadura transparente con cristales naranja, amparan su mirada insistente y curiosa bajo el cabello de un color inconseguible -si cabe la palabra. Si le quitaran el sobrepeso, volvería a ser la viva estampa del enfant terrible de la trova cubana.

-Cuesta imaginarte un hombre de la "tercera edad". ¿Duele o se disfruta?

Mi gran conflicto al arribar a tan generosa edad es sostener un cuerpo que envejece sin remedio dentro de un espíritu y un ánimo veinteañero. He tomado mis previsiones, por eso decidí, compartir mi vida con Peti, un amor que ya dura casi treinta y un años y se negó a desojarse aún en los momentos en que los vientos otoñales amenazaron con volverlo terrible y letal. Ni duele ni se disfruta porque no imaginé llegar hasta aquí y entonces los transito atónito. He sido un hombre de excesos de todo tipo y tesitura, y por lo mismo me sorprende seguir vivo, más o menos sano y además coleando. Me levanto temprano, trabajo mucho en mis novelas; ahora mismo estoy escribiendo la tercera, en las canciones, leo, disfruto el cine y aprovecho el día con la conciencia, que no el temor, de que puede ser el último.

-Alguien te llamo una vez "Amaury con su Perez y su Vidal" y lo comentaste después sonriendo. ¿Pesan tanto tus padres en el hombre que eres?

Siempre seré Pérez y Vidal y sobrevivo buscando en mis mayores, aún después de sus respectivos fallecimientos, respuestas a casi todas las interrogantes que son muchas y acumulativas. De mi padre heredé su don de ternura a veces imperceptible, su entereza y discreción ante lo que merece silencio y su capacidad de trabajo. De mi madre su ser inderrotable, su fuerza arrasadora, su valentía, una pequeña parte de su talento y el amor incondicional por la patria y los hijos.

-Y un poco la lengua mordaz y el comentario con filo…

Que se limita al entorno de la familia y los amigos. Yo no tengo mi “Detrás de la fachada” para hacerlo más público.

-Hablemos de tus discos. ¿Es verdad que son 27? ¿Costó mucho hacer el primero?

Sí, mi discografía, llamémosla oficial, la componen, hasta hoy, veintisiete discos en cuatro décadas. Es una lástima que no esté editada en Cuba ni la tercera parte (hay una disquera por aquí que tiene engavetados, imagino que por capricho,unos doce o trece de ellos).

No fue difícil el primero en 1976 porque tenía la ventaja de haber vivido prácticamente en un estudio de grabación. De niño grababa jingles para comerciales, en mi primera adolescencia canciones infantiles para programas de televisión y más tarde mi gran y definitiva escuela fue en el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC como asistente de sonido, así que después de grabar tres discos sencillos desde 1973 a 1975 de la mano del Maestro Frank Fernández, llegar a los estudios de la EGREM en San Miguel junto al gran compositor y arreglista Mike Porcel no fue intimidante. He jugado en todas las ligas; he grabado pop, rock, jazz, boleros, baladas, trova, (la vieja y la nueva) y hasta salsa. Cada fonograma respondió a su tiempo y fueron consecuencia de mi estado de ánimo y capacidad de riesgo. Si con algo he sido privilegiado ha sido con eso. Mi vida es la música y no hay que darle más vueltas. Nunca me he considerado una celebridad televisiva que como sabemos, con excepciones, es el olvido esperando su momento.

-¿Es cierto que una vez te propusieron ser el Serrat cubano? ¿Que significaba eso: cantar sus canciones o componer guiado por su estilo? ¿Cual fue tu respuesta?

Es absolutamente cierto. Me propusieron grabar mi primer disco llamado luego “Acuérdate de abril” imitando las sonoridades del gran catalán, pero por supuesto con mis canciones. Mi respuesta fue un SÍ tropeloso y apresurado. Por grabar en aquellos años hubiera hecho cualquier cosa, hasta cantar rancheras. He sido tímido y a veces altivo, pero nunca dejé pasar las ocasiones que me parecieron oportunas, adecuadas y salvadoras. No se puede malgastar el tiempo porque es escaso. He sido ingenuo sí pero no tonto.

-Hace años que no haces conciertos en Cuba, ¿por qué?

Creo humilde y sinceramente que mis mejores años sobre el escenario quedaron atrás. Ya no estoy en los medios con la frecuencia que me llevaba a llenar grandes teatros en nuestro país y temo no poder cumplir con las expectativas públicas que aquellos añejos espectáculos que presentaba -porque espectáculos eran- generaron. Es ley de la vida y no me lamento. El hoy pertenece a los jóvenes y no pretendo olvidarme de que también lo fui. Por lo pronto sigo haciendo unos 30 conciertos al año con mi guitarra y algún que otro pequeño formato musical colmando plazas en múltiples escenarios de Latinoamérica, América del Norte y algún que otro salto a Europa. Cuando algunos amigos y autoridades del patio me han pedido que no abandone los espacios nacionales, siempre respondo que no he cerrado las puertas definitivamente. Cuando llegue el momento mediré si vuelve a tener sentido. Claro, no presentarme en conciertos en Cuba no quiere decir que no trabaje mucho cada día. La holgazanería es algo que nunca pude permitirme.

-¿Cuál es tu mayor angustia al llegar a los 60? ¿Y tu mayor satisfacción?

Si angustia fuera, sería mirar atrás y comprobar lo rápido que ha transcurrido todo; un día eres un niño, al otro un adolescente, luego un adulto y muy pronto un padre. Mi mayor satisfacción fue haber llegado a los sesenta sin otras abolladuras que las del alma. Esas han sido inevitables. La muerte de mis padres, la lejanía de mis hijos, la ausencia de Sara…

-¿Es verdad que te peleaste con la crítica?

¿Con la crítica? No, no ¡qué locura! con la crítica no podemos pelearnos nunca porque es útil y necesaria al menos como contraparte de lo que hacemos. Me he distanciado sí, definitivamente, de algunos críticos venales que quizás ni se percaten del detalle tan envanecidos como vagan por sus respectivas redacciones. Una crítica bien escrita, sustanciosa, aunque sea negativa, siempre contribuye al crecimiento de los orfebres del intelecto en cualquier rama del arte, porque de arte hablo, y los eleva aún reprendiéndolos. Un llamado de atención jamás viene mal. Y lo más triste es que casi siempre nos quedamos esperando que aparezca. Yo he tenido la desgracia de bregar en tiempos en que muchas veces el amiguismo le gana a la enjundia, al profesionalismo y la nobleza.

-Es muy duro lo que dices...

No más duro que el silencio. ¿Qué es la obra de un artista si más allá del aplauso del respetable, no queda registro crítico? Y en cualquier caso, ¿no deben ser ellos los mejor preparados para entender si se les critica? ¿Y no deberían ser los medios espacios para la confrontación de criterios? Yo expongo el mío sobre la obra de algunos críticos y te aseguro que es más respetuoso, en cuanto los tomo en cuenta y los declaro necesarios. Detesto y combato la crítica del silencio con la que muchos artistas somos ninguneados, como suele decirse en México, donde, por cierto, sí escriben sobre mi trabajo –lo que me ayuda a saber cómo se recibe- y sigo dando conciertos.

-Dicen que a los 60 ataca la nostalgia. ¿Ya tienes los síntomas? ¿Con qué y con quiénes?

Siempre fui melancólico. Ahora de hecho lo soy menos. He logrado aceptar con resignación cristiana las ausencias definitivas o transitorias. Me quejo poco de mi vida aunque aparente lo contrario. Habitualmente la celebro. He dirigido grandes espectáculos, conducido y producido programas de radio y televisión, escrito y publicado novelas y cuentos con alguna lucidez, compuesto música aplicada para cine, teatro, teatro televisado, temas de programas de televisión y sobre todo llevo 45 años haciendo música y canciones. Algunas serán recordadas, abrigo esa esperanza, otras no, pero eso suele suceder cuando tienes en catálogo más de quinientas y grabado unas 250. Todo mi empeño ahora está en seguir cantando y escribiendo mientras pueda estirar la garganta y alejarme de la ingestión pantagruélica de otras profesiones alternativas, perecederas y muy demandantes.

-¿Qué cosas y qué seres te son indispensables ahora mismo para seguir viviendo?

Mis hijos, mis amigos/as, donde quiera que estén, mi esposa, mi perro y mi fe en Dios. Creo que soy un hombre decente (término en desuso), y agradecido. No le he hecho mal a nadie conscientemente y he sabido disculpar con honestidad a todos aquellos que, por las circunstancias y/o los tiempos ¡vaya usted a saber! me lastimaron alguna vez.

-¿Que te gustaría que digan de ti cuando ya no estés?

La pregunta es un poco macabra, con un “Lo intentó” me sentiría complacido.

Amaury Pérez cumple 60 años. Foto: Petí

Mi mayor satisfacción fue haber llegado a los sesenta sin otras abolladuras que las del alma. Esas han sido inevitables. Foto: Petí

Amaury Pérez cumple 60 años. Foto: Petí

No presentarme en conciertos en Cuba no quiere decir que no trabaje mucho cada día. La holgazanería es algo que nunca pude permitirme. Foto: Petí

Amaury Pérez cumple 60 años. Foto: Petí

Mi vida es la música y no hay que darle más vueltas. Foto: Petí

En Video, Amaury Pérez en concierto en la Universidad de Sonora, México, el 12 de octubre de 2013.