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Adiós a Pedro Amézaga

Foto: Ismael Francisco/Cubadebate

Foto: Ismael Francisco/Cubadebate

Este sábado murió un hombre honrado y valiente. Su nombre apenas aparecía  en los programas televisivos y radiales. No era actor, ni director, ni músico, ni productor en el ICRT, era un periodista que asumió  trabajar en la televisión como si fuera otra misión heroica. Este extraordinario ser humano, Pedro Amézaga, no hablaba  de su alto grado como oficial jubilado del MININT y pocas veces, sólo cuando la memoria lo llevaba a esos hechos, recordaba batallas y misiones  en las que se vio involucrado.

Al ICRT llegó tal vez hace sólo diez años, nunca se lo pregunté, pero parecía  por su sentido de pertenencia que allí había arribado con Gaspar Pumarejo.  Realizó varios trabajos, pero desde un tiempo atrás llevaba las bridas de la Editorial En Vivo. Ese sello es un sueño que acarició junto a Waldo Ramírez, Víctor Fowler y Magda González, que se remontaron a crear una revista teórica, conceptual para los hacedores de la televisión y la radio.

Por el caminó nació el Tabloide En vivo y luego Lucas en vivo, pero en enero saldrá  una propuesta nueva, muy interesante sobre la radio y la televisión.

Amézaga arrastró con él a un equipo que lo sigue a partir de un ejemplo personal que no permitía quedarse rezagado. Sábado tras sábado iba a su oficina y con él estaba “su guerrilla”, como le llamaba. Unió a jóvenes con profesionales experimentados y cada vez que tenía una duda llamaba a la persona que lo podía asesorar.

Ese afán de trabajo estaba revestido por su condición esencial de revolucionario: decir la verdad de frente, combatir lo mal hecho  y transformar la revista, o un libro siempre que fuera útil.

Todo esto de trabajar, trabajar y trabajar lo hacía un hombre siklémico. Y esta enfermedad no perdona: necesita un régimen de alimentación adecuado (él volaba el almuerzo casi a diario), es preciso descansar y chequearse el estado de la sangre sistemáticamente.  Es más , no creo  que muchas personas de los que le rodeaban conocían de que Amézaga padecía  ese mal.

No sé las veces que su mujer, Dady, se quejó conmigo de esa cantidad de trabajo con mucho estrés que tenía su compañero. Sin decirle quien era mi fuente le descargaba a él pero me tiraba a bonche. Hoy la televisión está de luto sin saberlo. Ya no está el hombre que pujaba por pensar ese medio y también la radio.  Aunque mientras exista la Editorial En Vivo, habrá que hablar de su fundador y primer director, un hombre honrado y decente de los que desgraciadamente no sobran en este mundo.